El canto traicionero

La tradici¨®n de los orfebres suizos ha contribuido a familiarizarnos con un ave que forma parte de nuestra cultura y de la que sabemos bien poco. Como en la mayor parte de los paisajes andaluces, en Hornachuelo (C¨®rdoba) es posible observar a este escurridizo p¨¢jaro cantor. El cuco se mueve entre los ¨¢rboles como si de una peque?a rapaz se tratase, con su color gris pizarra que cambia al llegar al pecho, donde se intercalan rayas de un gris negruzco sobre fondo blanco, como si de una camiseta primaveral se tratase. Tras la fase del celo en la que las parejas se juntan, estos d¨ªas las hembras despliegan una sofisticada t¨¦cnica de supervivencia que raya con la desfachatez. Pone un huevo en cada nido que selecciona y se lleva uno para que las cuentas sigan igual. As¨ª lo seguir¨¢ haciendo hasta que termine su puesta parasitaria. Al eclosionar el huevo, el cuco reci¨¦n salido del cascar¨®n se encargar¨¢ de expulsar del nido a los genuinos ocupantes hasta quedarse solo. A partir de este momento, los enga?ados padres adoptivos, mucho m¨¢s peque?os que el cuco, se desvivir¨¢n por alimentarlo con ingentes cantidades de insectos. Hasta que los pollos del cuco abandonan esas casas prestadas para incorporarse al escenario sonoro de nuestros bosques emitiendo su caracter¨ªstico cuc-uuu.