El clan de los Ram¨ªrez y asociados
El padre y el hermano de la juez decana de Marbella trabajan para supuestos mafiosos italianos
A bordo de su Rolls Royce de color verde botella, Felice Cultrera lleg¨® a Marbella en los a?os ochenta. En el imponente maletero de su coche, el ch¨®fer hab¨ªa ordenado su colecci¨®n de trajes favoritos, sus esm¨®quines blancos para las noches de casino y un interminable rosario de zapatos, una de sus debilidades. Cultrera, de 61 a?os, nacido en Catania, uno de los viveros de la mafia siciliana, es un apasionado paseante, aunque tambi¨¦n le encanta la pintura, el boxeo y se considera un "intelectual contemplativo". En Marbella eligi¨® para sus interminables paseos diarios a Juan Ram¨ªrez Rodr¨ªguez, entonces oficial de los juzgados, un hombre al que conoci¨® por casualidad y que le ha sido de gran utilidad. Tanta, que se convirti¨® en su asesor personal. En un veh¨ªculo m¨¢s humilde pero no menos ostentoso, lleg¨® a la Costa del Sol su lugarteniente Gianni Mennino, 50 a?os, experto karateka, de formas y maneras m¨¢s agresivas que las de su jefe, Cultrera, pero con un gran coraz¨®n hacia los m¨¢s humildes y necesitados, seg¨²n lo definen sus amigos m¨¢s incondicionales. Est¨¢ casado con Carla Simocelli, una arquitecta italiana, tiene dos hijos propios y otros tres adoptados. Le encanta comprar pescado en el mercado y exhibe una extraordinaria habilidad y picard¨ªa para los negocios.
Los dos italianos se establecieron en Casa Blanca, una urbanizaci¨®n de lujo marbell¨ª. Cultrera, m¨¢s exquisito y educado, bautiz¨® Quo Vadis a su mansi¨®n. Mennino levant¨® la suya frente a la de su amigo. Se arraigaron en la ciudad y comenzaron a invertir importantes cantidades de dinero en solares y urbanizaciones. Pronto su nombre corri¨® de boca en boca entre la jet-set marbell¨ª. El de Cultrera por su exagerada ostentaci¨®n y elegancia; una noche orden¨® sembrar de p¨¦talos reci¨¦n cortados la habitaci¨®n de un hotel venezolano donde esperaba a una mujer; y el de Mennino, por su don de gentes y su arrogancia.
Pero ambos huyeron como de la peste de la prensa del coraz¨®n. Quer¨ªan mantenerse al margen de la popularidad. Y lo consiguieron. Las autoridades italianas los vinculaban a la organizaci¨®n mafiosa liderada por Benedetto Nitto Santapaola, familia dominante de Cosa Nostra en Catania, la provincia donde naci¨® Cultrera. Los dos ten¨ªan una pila de antecedentes penales tan grande como el maletero del Rolls verde en el que Felice se sigue paseando en libertad, en compa?¨ªa de su esposa, Ana Mu?oz Oriol.
Los antedecedentes de Cultrera lo abarcan casi todo: control de casinos de juego, organizaci¨®n internacional de tr¨¢fico de estupefacientes, estafa, falsedad de t¨ªtulos, extorsi¨®n, chantaje, amenazas, coacciones, blanqueo de dinero procedente del tr¨¢fico de hero¨ªna y tr¨¢fico de armas. De muchos de ellos sali¨® indemne con la ayuda de buenos abogados; de otros est¨¢ pendiente de juicio.
Los paseos de Cultrera frente al mar junto al oficial de juzgado fueron cada d¨ªa m¨¢s largos. Tan largos e interesantes que en 1989 Juan Ram¨ªrez pidi¨® la baja y abandon¨® su trabajo entre los legajos. Un trabajo que le apasionaba y que hab¨ªa conseguido por oposici¨®n a los veinte a?os. Primero trabaj¨® en Sevilla y luego en Marbella, en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero uno, donde lleg¨® a actuar de secretario y se convirti¨® en una instituci¨®n respetada por unos y criticada por otros, que le acusaban de tener un "despacho paralelo". Algo que ¨¦l niega con rotundidad.
El clan familiar
Hijo de un guarda forestal, Ram¨ªrez consigui¨® impregnar a toda su familia la pasi¨®n por las leyes. Su hija Pilar logr¨® ser juez a los 22 a?os. Sac¨® las oposiciones a la primera y con buen n¨²mero. Su primer destino fue Barcelona, y luego Ceuta, Lucena, Estepona y, por fin, Marbella, en la misma sede judicial en la que sirvi¨® su padre durante casi 30 a?os y de la que ahora es decana. Alicia aprob¨® Derecho y se colegi¨® de procuradora, tambi¨¦n en Marbella. Y Juan Carlos se convirti¨® en abogado. Todo un clan, ampliado con su sobrino, el letrado Diego Jim¨¦nez, en una ciudad como Marbella que roza los 100.000 habitantes. "Vieron algo positivo en m¨ª y siguieron mis pasos", dice ¨¦l. Ram¨ªrez hizo el servicio militar en la secretar¨ªa particular de Franco y reconoce que tuvo una estrecha "relaci¨®n" con el franquismo que no desea confesar. Se declara amigo de Jos¨¦ Luis Manzanares, ex vicepresidente del Consejo General Poder Judicial (CGPJ) y actual consejero de Estado. "Compr¨® una casita aqu¨ª hace muchos a?os y yo le pagaba la contribuci¨®n o la preparaba para cuando ven¨ªa", relata. Adem¨¢s, dice tener amistad con otros "importantes" magistrados y ha organizado las jornadas judiciales que financia Gil en Marbella.
En 1987, antes de que se conocieran sus prolongados paseos con Cultrera, una inspecci¨®n ordenada por el juez Baltasar Garz¨®n, destinado entonces en el Servicio de Inspecci¨®n, se fij¨® en este hombre de estatura media, extremadamente delgado y con un fino bigote, de los que se llevaban en los a?os cincuenta. Se le abri¨® un expediente por incompatibilidad con el trabajo de su hija Alicia, colegiada como procuradora en Marbella, pero fue archivado. M¨¢s tarde, la joven falleci¨® en accidente de tr¨¢fico.
Poco despu¨¦s, Ram¨ªrez pidi¨® la jubilaci¨®n anticipada y abandon¨® el juzgado. Ten¨ªa 59 a?os y, seg¨²n relata, dej¨® ese entorno, donde se mov¨ªa como pez en el agua, no por sus negocios con Cultrera y Mennino, sino por una "alergia que me imped¨ªa trabajar". Ahora dice que desde entonces no ha desarrollado ninguna actividad. Pero una investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n demuestra lo contrario.
El antiguo oficial de juzgado es un hiperactivo. Desde que dej¨® su trabajo en la judicatura ha creado, a solas y junto a su hijo Juan Carlos, numerosas sociedades instrumentales en las que figur¨® en calidad de administrador ¨²nico o como accionista. En algunas aparecen vinculados Cultrera, Mennino y otros, como la esposa de Albert Chamas, al que Ram¨ªrez aval¨® un cr¨¦dito y a quien Egipto reclama por tr¨¢fico de drogas y Francia por asesinato frustrado.
La actividad societaria de Ram¨ªrez y el despacho que compart¨ªa con su hijo y su sobrino hicieron sonar la alarma y en 1994 lleg¨® la primera denuncia contra la juez Pilar Ram¨ªrez. Pero el CGPJ la archiv¨® "porque no existe constancia de intereses econ¨®micos de alguna entidad ostentados por el se?or Ram¨ªrez".
La decisi¨®n del Poder Judicial iba a¨²n m¨¢s lejos: "Ni la instrucci¨®n inicial ni la posterior han confirmado que el padre de do?a Pilar tenga intereses econ¨®micos de entidad suficiente como para generar tal arraigo y, con ¨¦l, entorpecer la independencia judicial de su hija". En aquellos a?os, Manzanares era vicepresidente del CGPJ.
Dos a?os m¨¢s tarde, en 1996, el fiscal anticorrupci¨®n, Carlos Jim¨¦nez Villajero, volvi¨® a denunciar a la juez decana ante el CGPJ por las actividades de su padre y de su hermano, pero de nuevo aqu¨¦l archiv¨® el expediente incoado. La juez declar¨® al instructor del expediente: "Mi padre no tiene ninguna actividad".
El fiscal volvi¨® a la carga y denunci¨® a Juan Carlos Ram¨ªrez, hermano de la magistrada, ante el Colegio de Abogados de M¨¢laga por ejercer en la misma ciudad que la decana. Villajero relataba que el letrado trabajaba en Marbella en un despacho bajo el r¨®tulo de Alicia Ram¨ªrez Balboteo, su hermana fallecida. El Colegio la desestim¨® al no aportarse pruebas de "peso espec¨ªfico".
Ahora, la denuncia de Villarejo vuelve a repetirse en el instante en el que la decana pretend¨ªa apartar a su colega Santiago Torres de la instrucci¨®n del caso Atl¨¦tico por una supuesta irregularidad en el reparto del mismo.
Pero en esta ocasi¨®n, la denuncia de la Fiscal¨ªa aporta m¨¢s datos. El m¨¢s grave es que Pilar Ram¨ªrez, la decana de 39 a?os, casada con un farmac¨¦utico y madre de tres hijos, no se abstuvo en 16 procedimientos civiles en los que eran parte personas o sociedades vinculadas profesionalmente a su padre, hermano y primo hermano, o de las que eran socios o representantes. Su hermano y su primo son abogados de Cultrera.
La juez decana es la responsable del reparto de los casos y a este respecto la Fiscal¨ªa destaca que de 33 procedimientos civiles que afectaban a partes vinculadas a su familia, 16 fueron a parar al juzgado n¨²mero 3, del que ella es titular. La juez no quiere manifestarse, pero su padre responde: "Soy un ¨ªdolo para ella en todos los aspectos. Nunca me ha preguntado por mis actividades. Cuando he figurado en alguna de estas sociedades ha sido sin cobrar. S¨®lo por amistad".
La Fiscal¨ªa demuestra lo contrario. La empresa Giamar de la que fue administrador ingres¨® divisas por m¨¢s de 500 millones. Adem¨¢s, Ram¨ªrez cobr¨® casi 30 millones de pesetas del grupo empresarial Gioacchino del Din y de las cuentas de Cultrera y Mennino. Los presuntos mafiosos estafaron a Del Din mediante la venta ficticia del casino de Marbella y est¨¢n procesados por estafa. Este caso condujo al padre de la juez decana en 1993 hasta la c¨¢rcel de M¨¢laga. All¨ª permaneci¨® dos meses. Est¨¢ procesado y pendiente de juicio. "Mi hija fue a verme y me apoy¨®", dice mientras exhibe la orla de la Universidad de Granada, en la que se gradu¨®.
Ram¨ªrez, camisa negra brillante y aparatoso reloj de oro, defiende a capa y espada a sus amigos italianos. "Mire, mire, un tribunal de Roma orden¨® que se cancelaran las anotaciones de Cultrera que le vinculaban con la Mafia. Y aunque fueran mafiosos, mientras no est¨¦n condenados seguir¨¢n siendo mis amigos". El padre de la juez decana no renunciar¨¢ a sus "paseos" con Cultrera.
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