Itinerario de un futbolista PON? PUIGDEVALL
Cuando Arcadi Calzada inici¨® la presentaci¨®n del acto con un discurso que buscaba la complicidad popular, Pep Guardiola, a su lado en la mesa y repasando por ¨²ltima vez los papeles de la conferencia que deb¨ªa pronunciar al cabo de pocos minutos, puede que pensara que el papel social de los futbolistas de moda se cotiza muy alto. Y mientras Arcadi Calzada, con una ret¨®rica aprendida tanto de Pujol como de N¨²?ez, al borde del rid¨ªculo, apelaba a una sentimentalidad y un pa¨ªs imaginario que nadie sensato puede compartir, empec¨¦ a fijarme en el p¨²blico que se hab¨ªa reunido aquella tarde en la sala de actos de la Fontana d"Or, en Girona, para ver y o¨ªr a Pep Guardiola. Sin duda alguna, la mayor¨ªa de los asistentes eran aficionados extremos a las proezas del Bar?a y a la est¨¦tica del juego de Guardiola. Algunos no hab¨ªan resistido la tentaci¨®n de vestirse con ropa deportiva, y otros no quisieron que se pusiera en duda su fidelidad barcelonista y creyeron oportuno manifestarlo con escudos del club en las solapas de las americanas o exhibiendo, sencillamente, los colores azulgrana. Hab¨ªa hombres de negocio con maletines incluidos, y algunas butacas estaban ocupadas por aquellos individuos fatalmente enloquecidos gracias al magnetismo del f¨²tbol. Hab¨ªa muchas adolescentes, cosa que me sorprendi¨®, puede que alg¨²n futbolista de categor¨ªa regional, al menos un par de fil¨®logos, un pol¨ªtico que el domingo anterior hab¨ªa perdido las elecciones y, presidiendo de manera discreta el numeroso p¨²blico, el poeta Miquel Mart¨ª i Pol. Como dato curioso, no son¨® ning¨²n tel¨¦fono m¨®vil. A mi lado estaba Imma Merino, periodista y cr¨ªtica de cine del diario El Punt, entusiasta del Bar?a de Cruyff y apasionada tanto del Guardiola de los inicios como del Guardiola del presente y, previsiblemente, del Guardiola del futuro. Fue ella quien me inform¨® de la conferencia que pronunciaba el jugador con el t¨ªtulo de El Bar?a i altres d¨¨ries, y fue ella quien me convenci¨® para asistir. Ahora se lo agradezco, pero mientras habl¨® Arcadi Calzada m¨¢s de una vez tuvo que soportar alguna mirada de reproche. El ambiente, sin embargo, pronto cambi¨® de rumbo y, a pesar de mis reticencias, cuando lleg¨® el turno de Guardiola pronto experiment¨¦ algo parecido al encanto. A pesar de su experiencia delante de los micr¨®fonos y las c¨¢maras de los periodistas, no era dif¨ªcil detectar s¨ªntomas de nerviosismo en el tono de las palabras y en los gestos de las manos, en las pausas arbitrarias que acompa?aban la l¨ªnea de su narraci¨®n. El mismo Guardiola advirti¨® a los oyentes que ¨¦sta era su primera conferencia, y admiti¨® que era mucho m¨¢s f¨¢cil responder las preguntas de los otros que exponer con rigor, aunque fuera delante de la avidez de un p¨²blico entregado de antemano, los pasos esenciales de su trayectoria deportiva. Pero a medida que se centraba en la materia, a medida que captaba la fijeza y la atenci¨®n de las miradas del p¨²blico, la comodidad y la naturalidad se evidenciaban en la voz y en los gestos. El parlamento de Guardiola tuvo un car¨¢cter autobiogr¨¢fico, fue el relato de su evoluci¨®n como futbolista, la descripci¨®n de un itinerario privado al mismo tiempo que una autobiograf¨ªa moral de alguien que desde muy joven tuvo que aprender a transitar entre las turbulencias del ¨¦xito sin perder ni impostar su voz como persona. El papel social de los futbolistas de moda se cotiza muy alto, y esto Guardiola lo averigu¨® pronto, justo cuando empez¨® a familiarizarse con palabras como filtraciones, rumores y especulaciones. Tambi¨¦n descubri¨® que el camino del triunfo suele ir de la mano de los caprichos del azar. Al fin y al cabo, lo que estuvo explicando Guardiola, la trayectoria seguida desde los inicios en el patio del colegio de Santpedor hasta la situaci¨®n privilegiada de hoy, despu¨¦s de pasar por las ilusiones, temores y dudas de cualquier aprendizaje mientras su valor deportivo iba aumentando a su paso por los equipos filiales, no se aleja demasiado de las experiencias que conoce cualquier escritor cuando intenta ser fiel a los requisitos de su vocaci¨®n literaria. Y luego lleg¨® el turno de preguntas, el momento m¨¢s esperado por los asistentes a la conferencia, el momento en que se pod¨ªa cumplir el deseo de hablar directamente con el protagonista de la tarde. Hubo la mujer madura que s¨®lo fue capaz de balbucear su emoci¨®n, y hubo quien quiso transformarse en un periodista deportivo y plantear a Guardiola las preguntas rutinarias que debe responder en cada rueda de prensa. Hubo el ni?o que quiso conocer las estrategias adecuadas para acceder a La Masia, y hubo la adolescente que pregunt¨® el nombre de los locales nocturnos que frecuentaban los jugadores del Bar?a. Ahora ya no hab¨ªa ning¨²n nerviosismo, ahora Guardiola se mov¨ªa como si estuviera en el c¨¦sped de un estadio, respondiendo con seguridad, elegancia y habilidad de reflejos cada cuesti¨®n y completando ejemplarmente su imagen de joven artista del f¨²tbol: alguien que sabe qui¨¦n debe ser y c¨®mo comportase sin traicionar su car¨¢cter, alguien que intenta conocerse a s¨ª mismo a pesar de las exigencias y deberes p¨²blicos que corresponden a un futbolista de moda y que asume con dignidad su alt¨ªsima cotizaci¨®n social.
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