El carisma de Pl¨¢cido Domingo
Fue en 1982 la ¨²ltima vez que se represent¨® Sans¨®n y Dalila en Madrid. Dirigi¨® entonces Garc¨ªa Navarro y encarn¨® el personaje de Sans¨®n Pl¨¢cido Domingo. Ah¨ª acaban las coincidencias con el estreno de anoche en el Teatro Real. La vida sigue igual, pues, hasta cierto punto. Eran tiempos aqu¨¦llos en que los directores espa?oles de teatro de prosa empezaban a sentirse tentados por la ¨®pera. Con Sans¨®n y Dalila debutaba en la l¨ªrica Llu¨ªs Pasqual. Fue un trabajo est¨¢tico, pero atisbaba ya ciertas inquietudes en la dramatizaci¨®n de un g¨¦nero muchas veces anquilosado en el terreno esc¨¦nico. Pl¨¢cido Domingo volvi¨® ayer a demostrar su carisma. ?l mismo es consciente de que lo tiene, como le dijo a la periodista Sol Alameda en la magn¨ªfica entrevista que public¨® el pasado domingo El Pa¨ªs Semanal, con un Pl¨¢cido m¨¢s reflexivo de lo que en ¨¦l es habitual. El tenor madrile?o, en efecto, tiene carisma, y una maravillosa l¨ªnea de canto en el registro central de la voz, y compone teatralmente los personajes con mucha pasi¨®n, y tiene mucho conocimiento de lo que se trae entre manos, como demostr¨® ayer en el segundo acto, y derrocha mucha musicalidad instintiva y hasta racional.
Sans¨®n y Dalila
?pera en tres actos de Camille Saint-Sa?ns. Director musical: Garc¨ªa Navarro. Director de escena y escen¨®grafo: Beni Montresor. Con Pl¨¢cido Domingo (Sans¨®n), Carolyn Sebron (Dalila), Alain Fondary (Sumo Sacerdote), Jean-Philippe Courtis (Abim¨¦lech) y Stefano Palatchi (Viejo hebreo). Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Coro de Valencia. Director: Francisco Perales. Ballet de la Comunidad de Madrid. Director: V¨ªctor Ullate. Producci¨®n del Teatro Col¨®n de Buenos Aires. Teatro Real, 28 de junio.
La voz ha perdido, en cualquier caso, brillantez, y en el registro m¨¢s agudo ayer hizo aguas. El final de la ¨®pera qued¨® deslucido, y en el segundo acto tambi¨¦n las limitaciones salieron a flote. Pero Domingo es Domingo: un tenor c¨¢lido, pr¨®ximo y con vena dram¨¢tica, al que tal vez el paso del tiempo est¨¢ empezando a pasar factura. Digo todo esto, para que no haya malentendidos, desde la admiraci¨®n. Pl¨¢cido Domingo tiene a¨²n mucho que cantar. Su Sans¨®n sigue siendo de una gran clase -lo ha sido siempre-, pero la necesidad de una dosificaci¨®n contin¨²a, de un autocontrol de cada situaci¨®n, introduce un elemento de distancia que anta?o no exist¨ªa. Y el p¨²blico de la ¨®pera se resiste a no sentir de Pl¨¢cido lo que otras veces ha sentido.
La mezzosoprano americana Caroly Sebron tiene buen gusto, un centro opaco pero atractivo y un impulso mel¨®dico natural. Su Dalila es bella, aunque necesitar¨ªa de un punto mayor de arrebato, de fuerza. Del resto del reparto vocal, m¨¢s que correcto en l¨ªneas generales, destacar¨ªa la impecable actuaci¨®n de Stefano Palatchi.
El director, Garc¨ªa Navarro, y la Sinf¨®nica de Madrid hicieron una lectura precisa, llena de climas, bien acentuada, teatral y equilibrada de los dos primeros actos de Sans¨®n y Dalila.
El tercero fue, incomprensiblemente, m¨¢s banal, como acusando una p¨¦rdida de concentraci¨®n en el detalle. Buen trabajo, en cualquier caso, como tambi¨¦n lo fue el del Coro de Valencia, puntillosamente preparado por Francisco Perales. La sensaci¨®n de conjunto, de canto matizado, de flexibilidad, emerg¨ªa en cualquier pasaje, cuerda a cuerda y globalmente.
Montaje "kitch"
Lo musical se impuso sobre lo esc¨¦nico. Los amantes de kitch tuvieron ayer su d¨ªa so?ado. Dorados, espejos, oropeles, brillos, colorines, plumas y lujo a raudales punteaban una ambientaci¨®n m¨¢s propia de una revista de variedades o de un plat¨® de televisi¨®n en s¨¢bado noche. Es cuesti¨®n de elecci¨®n. Un planteamiento as¨ª da a la ¨®pera un encanto na?f y disparatado que har¨ªa las delicias, no s¨¦, de mi amigo Fernando Savater, por poner un ejemplo. Se ve el g¨¦nero l¨ªrico desde su lado m¨¢s desorbitado (y quiz¨¢ m¨¢s aut¨¦ntico), fuera de tiempo y cartado de convencionalismos. Tuvo Beni Montresor m¨¦rito en algunos detalles teatrales: la primera aparici¨®n del coro, si uno hace abstracci¨®n de la escenograf¨ªa; la estudiada simetr¨ªa de las composiciones; el trabajo con Domingo en el tercer acto. La bacanal fue un modelo de erotismo blando, descafeinado, por muy bien bailada que estuviese por los chicos y chicas de V¨ªctor Ullate.
Visualmente, fue un espect¨¢culo antiguo, pasado. Musicalmente, hubo detalles de mucho m¨¦rito, pero no acabaron de redondear la noche m¨¢gica que se esperaba.
Babelia
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