Profesionales
Cuando yo estudiaba periodismo bajo la excelente tutela de don ?ngel Benito y otros tutores no tan excelentes, los aprendices ten¨ªamos una idea perfectamente clara del buen profesional. Era ¨¦ste un individuo de mediana edad, barba de dos d¨ªas, un cigarro bailando en la comisura de la boca y la botella de whisky mediada en un caj¨®n de la mesa de redacci¨®n. El buen profesional desconfiaba de absolutamente todo el mundo, pero muy en especial y por orden decreciente de los pol¨ªticos, de los polic¨ªas y de los jueces. La informaci¨®n verdadera, aquella que sus lectores les exig¨ªan, era la que se ocultaba tras las mentiras de los pol¨ªticos, los chantajes de la polic¨ªa y las corruptelas de los jueces. El buen periodista serv¨ªa a sus lectores y sab¨ªa que el peor enemigo de la verdad es un pol¨ªtico, un polic¨ªa y un juez. No todos, claro est¨¢, s¨®lo uno. O de uno en uno. A lo mejor aquellos periodistas nunca han existido m¨¢s que en las pel¨ªculas de Billy Wilder, pero recuerdo muy bien el crujir de dientes y la saliva emponzo?ada que produjeron en los magnates del franquismo y en sus herederos algunas informaciones aparecidas en Triunfo, en Intervi¨², o incluso en este peri¨®dico hace quince a?os. En la actualidad los periodistas parecen tomar la informaci¨®n oficial de los partidos, de las agencias estatales, de la polic¨ªa y de los juzgados como dogma de fe.
S¨®lo de ese modo se comprende que un hom¨ªnido del tipo Gil y Gil, su jueza, el padre de la jueza y el clan de los sicilianos s¨®lo aparezcan en la prensa acusados de lo m¨¢s obvio cuando as¨ª lo decide otro juez, otro Gil, otro padre o madre de juez o jueza, y otro clan de los sicilianos, que es cuando (y s¨®lo cuando) suelen aparecer. Les aseguro que anta?o el mism¨ªsimo Gil se habr¨ªa echado a temblar tras ser informado por un sicario de que hab¨ªa sido avistado, ape¨¢ndose en la estaci¨®n de Marbella, un individuo de mediana edad con barba de tres d¨ªas, un cigarro bail¨¢ndole en la boca y el gollete de una botella asomando por el bolsillo de la desastrosa americana. Eran otros tiempos.
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