El "canalla" vuelve a casa
El t¨¦rmino rogue (canalla), aplicado en el Reino Unido para calificar a Nick Leeson, de 32 a?os, el intermediario financiero que perdi¨® 850 millones de libras (212.500 millones de pesetas) a cuenta de su patr¨®n, el Banco Barings, tiene otra acepci¨®n m¨¢s acorde con la situaci¨®n actual del agente ca¨ªdo. Significa tambi¨¦n solitario, estado en el que ha permanecido en una c¨¢rcel de Singapur desde 1995. Su inminente liberaci¨®n y traslado a Londres, adonde espera llegar el pr¨®ximo domingo, abren una nueva etapa de su vida para la que los diccionarios no tienen, de momento, una descripci¨®n tan clara. Leeson vuelve a casa cansado y enfermo de c¨¢ncer, es cierto, pero no piensa enmudecer. El rotativo The Daily Mail le ha ofrecido m¨¢s de 25 millones de pesetas por el relato de su experiencia carcelaria y ¨¦l est¨¢ dispuesto a aceptar dicha suma. Los inversores brit¨¢nicos arruinados por sus manejos cuando operaba desde las oficinas de Barings en el sureste asi¨¢tico se han puesto furiosos. Con la cortes¨ªa propia de los que un d¨ªa confiaron en el banco mercantil m¨¢s antiguo de su pa¨ªs, han calificado de "desafortunado" el pago del diario. Cualquier recompensa, ha se?alado Simon Forster, portavoz de los accionistas afectados, deber¨ªa entregarse a los miles de ciudadanos "hundidos con la entidad burlada".
El causante de sus desdichas contables espera despertar, sin embargo, m¨¢s simpat¨ªas entre el resto de la poblaci¨®n. Nick Leeson ya no es un intr¨¦pido profesional de las transacciones financieras m¨¢s vertiginosas. Hasta ha desaparecido la arrogancia que le traicionaba cuando atendi¨® en su celda de Francfort a David Frost, uno de los periodistas m¨¢s respetados de la BBC, mientras luchaba por evitar la extradici¨®n a Singapur. Hace cuatro a?os era un joven ansioso de triunfar que calcul¨® mal, no fue supervisado a tiempo y destruy¨® un venerable y respetado banco casi familiar. Superada la verg¨¹enza de ver c¨®mo su antigua casa era vendida por una simb¨®lica libra al banco holand¨¦s ING, Leeson ha sufrido luego p¨¦rdidas a¨²n mayores en el terreno personal Mientras estuvo encerrado plasm¨® sus recuerdos en un libro titulado precisamente Rogue trader, reci¨¦n adaptado al cine. Su esposa, Lisa, acab¨® divorci¨¢ndose al leer detalles ¨ªntimos de su vida en com¨²n en lo que supon¨ªa una biograf¨ªa de su marido. A Lisa Leeson le fastidi¨® que el mundo entero averiguase el color de su ropa interior. Todav¨ªa le gust¨® menos que su Nick incluyera pasajes sobre sus relaciones sexuales, una licencia literaria para la que no fue consultada. Pero lo que m¨¢s le molest¨® fue descubrir los secretos de unas operaciones bancarias de las que nunca habl¨® con su esposo.
Tras una oscura etapa en la que trabaj¨® como camarera, Lisa Leeson contrajo nuevas nupcias con Keith Horlock, otro operador financiero que trabaja en la City londinense. Para William, el padre de Nick, las cosas tampoco han sido f¨¢ciles. Viudo desde hace 13 a?os, est¨¢ enfermo de c¨¢ncer, como su esposa, muerta, y ahora su hijo pr¨®digo. Reside en la misma casa de Watford, localidad cercana a Londres donde creci¨® tambi¨¦n el resto de la prole, Victoria, Sara y Richard. Un grupo que, junto con sus amigos de toda la vida, le espera con m¨¢s compasi¨®n que ira. "Encima de su propia enfermedad est¨¢ la de su padre. En lo que a nosotros se refiere, ha pagado m¨¢s que de sobra sus deudas", han asegurado, conciliadores, sus vecinos. Su buena voluntad tardar¨¢ de todos modos alg¨²n tiempo en verse recompensada. Leeson hijo regresa el domingo de Singapur con su abogado, Stephen Pollard, que ha cerrado el trato con The Daily Mail. El avi¨®n de la compa?¨ªa British Airways en el que viajar¨¢n va repleto, y algunos asientos los ocupan periodistas de otros medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos deseosos de captar hasta al ¨²ltimo detalle del emotivo retorno. Astuto, Pollard ha pedido que no se les moleste. Las exclusivas period¨ªsticas est¨¢n sujetas a una estricta regla de confidencialidad, y su cliente podr¨ªa verse obligado a ocultarse para repeler el asalto de la competencia.
Lo que tal vez no pueda evitar el abogado de Leeson sea la censura de la Comisi¨®n de Quejas a la Prensa. Su c¨®digo deontol¨®gico, aceptado por todos los peri¨®dicos brit¨¢nicos, impide a criminales convictos lucrarse con el relato de sus delitos. En el caso de Nick Leeson, su enfermedad podr¨ªa convertirse en la salvaguardia que precisa. El dinero que reciba costear¨ªa su tratamiento oncol¨®gico. Un acto compasivo que nadie se atrever¨ªa a criticar.
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