Consagraci¨®n 'gay'
El cambio del que ha disfrutado la mentalidad en este pa¨ªs en una o dos generaciones y, sobre todo, el sprint de los ¨²ltimos a?os hacia el final de los m¨¢s represores prejuicios pudo constatarse con claridad en Madrid el pasado d¨ªa 26, durante las celebraciones del D¨ªa del Orgullo Gay. Para empezar, lo que hace muy pocos a?os era una t¨ªmida congregaci¨®n de audaces, que se manifestaban exigiendo el derecho a la libertad sexual en peque?os actos p¨²blicos que supon¨ªan m¨¢s bien el riesgo de dar una cara que pod¨ªa aparecer en televisi¨®n, en los peri¨®dicos o, simplemente, ser reconocida por los muchos curiosos o morbosos que acechaban desde las aceras a los que no lleg¨¢bamos a un centenar, ha pasado a ser un encuentro de miles de personas, una cabalgata de llamativas carrozas, un acto casi municipal al que asisten pol¨ªticos y famosos, en cuyos estrados ya no se leen crispados manifiestos, sino textos casi conmemorativos de la alegr¨ªa general. El s¨¢bado pasado sal¨ªa de la Puerta de Alcal¨¢ una manifestaci¨®n que se puede decir que ya no lo es en aquel serio y antiguo sentido de la necesidad: ahora es una fiesta callejera y colorista que da a entender, al que todav¨ªa no lo entienda, que cada vez menos gente (homosexuales o bisexuales o heterosexuales o amigos o primos o cu?ados) sufre por la intolerancia de los que sufren intolerancia cr¨®nica, es decir, dudosa inteligencia. Ya casi son innecesarios las pancartas, las octavillas o los rictus de concentraci¨®n de aquella lucha tensa. Ahora queda muy claro que la libertad es alegre, divertida y tranquila, as¨ª que las miles de personas que llegaron desde el Retiro hasta la Puerta del Sol lo hicieron en su mayor¨ªa bailando al ritmo de la m¨²sica que ofrec¨ªan las enormes carrozas que desfilaron felizmente ataviadas de guapos y de guapas.
Yo ten¨ªa en Valladolid unos t¨ªos muy queridos, militares y gallegos, que cuando era peque?a y eran las fiestas me sub¨ªan a la carroza de la Casa de Galicia vestida de gallega con todo el equipo. Para m¨ª era un privilegio emocionante, pero hay que reconocer que aquello era lo m¨¢s parecido al travestismo que ha alcanzado mi movida existencia. As¨ª que el otro d¨ªa, cuando en una de las carrozas vi que iba una ni?a de unos seis o siete a?os, sin pa?oleta y sin delantalillo, rodeada de gente libre y sonriente, pens¨¦ que, ahora s¨ª, Espa?a por fin era diferente. Porque entre la multitud hab¨ªa de todo: padres con sus hijos, encantadoras se?oras encantadas con tanta belleza musculada, relajados espont¨¢neos, pandillas variopintas, gays militantes (y, me consta, tambi¨¦n militares: ?Ar!) o simplemente aficionados. Y todo el mundo estaba de muy buen humor. Aquella vieja consigna de "no somos machos pero somos muchos" puede ya aplicarse sin masculino error. "Esto es la consagraci¨®n gay", me dijo Jota Ele Sideral. Porque hab¨ªa mucha gente y de muy distinto pelaje y plumaje.
Pero lo que confirma que algo, aunque a¨²n inacabado, ha sucedido en lo m¨¢s profundo de nuestra mentalidad es que al d¨ªa siguiente la prensa nos inform¨® de algo hist¨®rico y regocijante: por primera vez desde que recuerdo, la polic¨ªa dio unas cifras de asistencia a una manifestaci¨®n (30.000 personas) mayores que las que daban los propios organizadores (20.000 personas, seg¨²n el Cogam -Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid-). Polic¨ªa que, por cierto, andaba por all¨ª de turno, porque resultaba a todas luces innecesaria su presencia excepto para abrir paso a los alegres.
Para corroborar todo lo que digo, no hab¨ªa m¨¢s que pasarse un rato del fin de semana por el barrio de Chueca, en el que el D¨ªa del Orgullo Gay se ha convertido, literalmente, en las fiestas del barrio y con todas sus consecuencias: todos los vecinos, allegados y simpatizantes en la calle, carreras de sacos y tacones (sic), desfile de perros, escenarios con actuaciones al aire libre, elecci¨®n de misses y misters, actividades infantiles. En fin, lo que se dice una fiesta popular. A m¨ª me horripilan las fiestas populares, pero he de confesar que esta de mi barrio me parece distinta y necesaria y me llen¨® de un orgullo, gay o no, por lo que supone de paso hacia delante. Y lo que a¨²n falta (muchos derechos legales, cierta aceptaci¨®n total y real) tiene que estar seguro y pronto por venir.
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