Cultura de jubilaci¨®n anticipada ANT?N COSTAS
Telef¨®nica pretend¨ªa hasta hace unos d¨ªas jubilar a cerca de 800 trabajadores de 42 a?os, y mantiene vigente su propuesta de jubilaci¨®n anticipada para m¨¢s de 8.000 empleados mayores de 52 a?os. Tabacalera se plantea prejubilar a 1.500 trabajadores mayores de 50 a?os. Otras empresas espa?olas han llevado a cabo o est¨¢n anunciando procesos similares de prejubilaci¨®n a edades extremadamente bajas. Ocurre, adem¨¢s, que muchas de estas empresas tienen fuertes beneficios y, en un buen n¨²mero de casos, han sido privatizadas recientemente. Las jubilaciones anticipadas fueron una medida excepcional de pol¨ªtica laboral que se introdujo en los a?os ochenta para facilitar los procesos de reconversi¨®n de empresas con p¨¦rdidas cuya supervivencia estaba seriamente amenazada. Pero esa pr¨¢ctica se ha mantenido con particular intensidad y persistencia en los a?os noventa, cuando la situaci¨®n financiera de las empresas ha cambiado y las amenazas de la competencia requieren otro tipo de medidas. El arraigo de esta conducta permite hablar de la existencia de una cultura de jubilaci¨®n anticipada en Espa?a. ?Nos debe preocupar esta pr¨¢ctica? ?Por qu¨¦ ha arraigado tanto? La prejubilaci¨®n es una pol¨ªtica laboral perversa. No s¨®lo por lo que significa de carga sobre las arcas del Estado (100.000 millones de pesetas este a?o) y sobre la viabilidad del sistema de seguridad social, ni tampoco por lo que supone de carga para las empresas, que deben dedicar recursos importantes a complementar los ingresos de los prejubilados. Lo que me parece m¨¢s perverso es otro tipo de efectos: por una parte, sobre la ilusi¨®n por el trabajo y la confianza en las capacidades de las personas de 40 o 50 a?os para adaptarse a las nuevas necesidades de formaci¨®n que impone el cambio t¨¦cnico y econ¨®mico. Por otra, sobre la percepci¨®n que la sociedad tiene del derecho a una pensi¨®n justa. ?Qu¨¦ est¨ªmulo puede tener un empleado de una empresa para mejorar su formaci¨®n y su rendimiento laboral si sabe que a la hora de llevar a cabo un ajuste de plantilla su empresa (como ocurre ahora) tomar¨¢ como criterio la edad y no su capacitaci¨®n y val¨ªa? Por otro lado, ?c¨®mo queda afectada la vieja idea tantas veces o¨ªda a nuestros mayores de que una pensi¨®n justa era la recompensa a una larga vida de trabajo? Pero m¨¢s all¨¢ de estos efectos que considero importantes, hay otros interrogantes. ?Por qu¨¦ los sindicatos y los mismos empleados aceptan de bastante buena gana las prejubilaciones? ?Por qu¨¦ los directivos de las empresas son tan proclives a esta pr¨¢ctica que, sin embargo, puede afectar al buen funcionamiento de la compa?¨ªa y a la calidad del servicio que suministra? Hasta donde conozco, la mayor parte de los empleados acaba aceptando la jubilaci¨®n anticipada porque los incentivos son demasiado fuertes para resistirse. Se gana lo mismo (o m¨¢s) prejubil¨¢ndose que qued¨¢ndose en la empresa. Los sindicatos, por su parte, han querido ver en las prejubilaciones un mecanismo para repartir el empleo y favorecer nuevas contrataciones. Pero los datos son tercos, s¨®lo se cubre uno de cada cinco puestos de trabajo que quedan vacantes por prejubilaci¨®n. Por su parte, las empresas (especialmente las que cotizan en bolsa y las privatizadas) se ven incentivadas a esta pr¨¢ctica por un miedo exagerado a la competencia y por el hecho de que los mercados ven con muy buenos ojos las reducciones de plantillas. Todos parecen tener motivos para aceptar esa cultura. Pero los resultados para la sociedad, la econom¨ªa y el Estado son malos. Por eso considero acertada y valiente la denuncia que est¨¢ haciendo el ministro de Trabajo, Manuel Pimentel. Las pensiones son demasiado importantes para el buen funcionamiento de la sociedad y el Estado como para que sigamos consinti¨¦ndola. El punto de partida para acabar con ella tiene que ser la anulaci¨®n de los actuales beneficios p¨²blicos. Despu¨¦s vendr¨¢ la sensatez en los comportamientos empresariales y sindicales.
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