Una Legi¨®n de recuerdos en Kosovo
La a?oranza de la familia y las comparaciones con Bosnia Marcan la vida de los soldaos espa?oles
ENVIADO ESPECIALEl¨ªas Corral Saez, madrile?o de 28 a?os, fue padre por vez primera el pasado jueves. Ayer, a¨²n no hab¨ªa podido hablar con su mujer ni ver a su hijo, ya que ellos est¨¢n en el hospital de Villajoyosa (Alicante) y ¨¦l en el destacamento de Rakos, en el l¨ªmite de la zona de responsabilidad de la brigada italo-espa?ola. La noticia la recibi¨® al regresar de una patrulla que dur¨® toda la noche y lleg¨®, como no pod¨ªa ser de otra manera en el Ej¨¦rcito, a trav¨¦s de la cadena de mando: su jefe en Espa?a se lo comunic¨® a su jefe en Kosovo. Las noticias son tranquilizadoras: el parto se desarroll¨® sin problemas y tanto Bego?a como Adri¨¢n se encuentran perfectamente.
En el cuartel de Rakos, ubicado en una antigua escuela, no hay tel¨¦fono. Para llamar hay que desplazarse a la plana mayor de la Legi¨®n, en Istok, a unos 10 kil¨®metros, y aunque sus compa?eros le han cedido el turno, dadas las circunstancias, las comunicaciones a trav¨¦s del sat¨¦lite Hispasat no son f¨¢ciles y sus dos primeros intentos se han saldado sin ¨¦xito.
Corral, legionario de primera y conductor de BMR (Blindado Medio sobre Ruedas), adscrito al pelot¨®n de misiles contracarro Mil¨¢n, se enter¨® de que deb¨ªa marcharse a Kosovo cinco d¨ªas antes de que zarpara el barco desde el puerto de Almer¨ªa. A ¨¦l no le correspond¨ªa venir, ya que no pertenece a la s¨¦ptima bandera de la Legi¨®n, que ha sido la designada, sino a la octava, pero a ¨²ltima hora lo reclamaron porque hab¨ªa plazas vacantes. "La verdad es que me alegr¨¦, porque la m¨¢xima ilusi¨®n de cualquier miembro de la Legi¨®n es participar en una misi¨®n como ¨¦sta", reconoce.
Claro que hab¨ªa un inconveniente: su mujer sal¨ªa de cuentas el d¨ªa 27, justo cuando ¨¦l desembarcaba en el puerto griego de Tesal¨®nica. Pod¨ªa haber solicitado quedarse en Espa?a, pero no lo hizo, explica, "porque ¨¦sta es mi profesi¨®n". A¨²n no sabe cu¨¢ndo podr¨¢ reunirse con su mujer y su hijo. La misi¨®n es para seis meses y el permiso, de 15 d¨ªas, se toma hacia la mitad del periodo. Aunque en un caso como el suyo podr¨ªa hacerse una excepci¨®n: "Yo no voy a pedir nada, cuando me toque me ha tocado, no reclamo privilegios. Ahora, si me lo dieran, ser¨ªa una gran alegr¨ªa", agrega.
La lejan¨ªa de la familia es lo que peor llevan los militares. Mucho peor que la falta de comida caliente, electricidad o agua durante los primeros d¨ªas. O el retraso en la llegada de las letrinas, que obliga a salir al campo, con el arma reglamentaria a cuestas, para satisfacer las necesidades m¨¢s perentorias. En cambio, la distancia es m¨¢s dura.
"Nunca me acuerdo del cumplea?os de mi padre y justo hoy que no puedo llamarlo dar¨ªa cualquier cosa por poder felicitarle", se lamenta el alf¨¦rez Mat¨ªas Guti¨¦rrez Paris, de 33 a?os, natural de Almer¨ªa. Ni siquiera existe la posibilidad de enviar cartas, ya que a¨²n no ha entrado en funcionamiento el puente a¨¦reo que debe servir de correo con Espa?a. La inquietud se acent¨²a por las noticias, a su juicio exageradas, que ofrecen los medios de comunicaci¨®n sobre la situaci¨®n en la zona. "El problema es que por mucho que nosotros intentemos tranquilizar a nuestras familias y decirles que aqu¨ª no pasa nada no se lo creen. Piensan que lo decimos para no preocuparlos", afirma el cabo Jorge Capell¨¢n, un vallisoletano de 22 a?os.
M¨¢s tranquila se muestra Raquel Moreno Gonz¨¢lez, un granadina menuda, alf¨¦rez ATS de 25 a?os, destinada desde hace dos en la Legi¨®n. Soltera y "sin ataduras", tampoco ha conseguido hablar todav¨ªa con sus padres, porque "falta tiempo libre y sobran colas" en el tel¨¦fono. "Mis padres son lo m¨¢s valiente del mundo y me han animado a que venga. No me puedo quejar de ellos", explica. Se ha acostumbrado a ser la ¨²nica mujer, o casi (hay 21 entre los m¨¢s de 1.000 soldados) y ello no le supone ning¨²n problema. "Da igual", asegura, "llamarse Rafael o Rafaela". ?sta no es su primera experiencia en un pa¨ªs devastado por la guerra. El a?o pasado estuvo en Bosnia-Herzegovina, pero entonces "todo estaba montado y s¨®lo se trataba de mantener la rutina, mientras que aqu¨ª hay que partir desde cero" "Lo que m¨¢s me ha impresionado", reflexiona, "es c¨®mo un pa¨ªs lleno d
e recursos trata de destruir lo poco que le queda". En veteran¨ªa le aventaja Juan L¨®pez Anula, nacido en Bail¨¦n hace 38 a?os, casado y con dos hijos. En el oto?o de 1992 lleg¨® a Bosnia-Herzegovina con el primer contingente de la Legi¨®n, que inaugur¨® la presencia de tropas espa?olas en la ex Yugoslavia. "A m¨ª Bosnia me marc¨® mucho. Me ense?¨® a ver la vida de otra manera y a valorar lo que tienes", afirma. "Pero esto es distinto".
Las referencias a Bosnia son inevitables. La ¨²ltima llamada que el coronel Vicente D¨ªaz de Villegas, jefe del contingente espa?ol en Kosovo, recibi¨® antes de salir de Espa?a proced¨ªa de Stolac, en la zona serbia de Bosnia. Le llamaba el teniente Vicente D¨ªaz de Villegas, su hijo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.