Las incoherencias del nuevo padr¨®n de habitantes
Los autores recalcan que los intereses del municipio, ligados a una mayor poblaci¨®n, suelen chocar con la realidad demogr¨¢fica
Y J. LEGUINAHace a?os que el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) viene preparando la puesta en funcionamiento del padr¨®n continuo. El padr¨®n de habitantes es un registro de poblaci¨®n cuyo mantenimiento est¨¢ encomendado a los municipios espa?oles, y hasta ahora era renovado bajo la supervisi¨®n del INE cada vez que se realiza el censo (en los a?os cuya cifra termina en 1 y tambi¨¦n en los a?os cuya cifra final es el 6). La ¨²ltima de estas renovaciones quinquenales tuvo lugar en mayo de 1996, y de ah¨ª en adelante, la actualizaci¨®n del padr¨®n se basa exclusivamente en un sistema de altas (nacimientos e inmigrantes) y bajas (muertes y emigrantes) que, supervisadas por el INE, dan lugar al padr¨®n continuo. El nuevo enfoque es loable y representa un avance en el sistema de estad¨ªsticas demogr¨¢ficas. Empero, su implantaci¨®n no carece de dificultades, y no es la menor el hecho de que buena parte de los ingresos municipales dependan de ese dato, es decir, del n¨²mero de habitantes que tenga cada municipio. Los intereses del municipio, ligados a una mayor poblaci¨®n, suelen chocar con la realidad demogr¨¢fica, y al hacerlo ponen en tela de juicio los datos padronales.
Puestas as¨ª las cosas, el trabajo del INE no s¨®lo resulta dif¨ªcil, a menudo es amargo. En todo caso, es arduo y complejo, pues implica una gran disciplina municipal (existen m¨¢s de 8.000 municipios en Espa?a) y tambi¨¦n solventar graves problemas t¨¦cnicos, pues las altas en unos municipios deben compensarse con las bajas en otros.
Pese a las dificultades brevemente descritas, el 18 de marzo pasado, el INE ofreci¨® los primeros resultados del padr¨®n continuo, que arrojan para el conjunto de Espa?a un crecimiento demogr¨¢fico anual del 2,8 por 1.000 desde el ¨²ltimo recuento oficial, efectuado el 1 de mayo de 1996. En el periodo anterior (1991-1996), el crecimiento hab¨ªa sido del 3,9 por 1.000. Los datos agregados son coherentes y confirman la tendencia hacia el declive demogr¨¢fico de Espa?a, debido, fundamentalmente, a la ca¨ªda de la natalidad. Empero, la coherencia global se viene abajo al comprobar los crecimientos observados en el padr¨®n continuo (1996-1998) en las comunidades aut¨®nomas.
En efecto, la poblaci¨®n de Catalu?a, que permaneci¨® casi estancada en el periodo 1991-1996 con un crecimiento por debajo del 1 por 1.000 anual, pasa a crecer a un ritmo del 6 por 1.000, el doble de la media espa?ola y muy alejado del crecimiento negativo que para estos a?os hab¨ªa previsto el INE. Por su parte, Andaluc¨ªa, cuyo crecimiento anual en el periodo 1991-1996 fue el doble del espa?ol, sufre, seg¨²n los datos reci¨¦n publicados, un par¨®n, coloc¨¢ndose en el 1,4 por 1.000 de crecimiento, contradiciendo tambi¨¦n la previsi¨®n del INE, que lo hab¨ªa estimado en el 4,2 por 1.000. Pero no acaban ah¨ª las sorpresas. El Pa¨ªs Vasco, cuya poblaci¨®n hab¨ªa disminuido en el periodo 1991-1996, crece ahora a un ritmo superior incluso al de Andaluc¨ªa.
Puesto que se dispone del n¨²mero de nacimientos y defunciones para 1996 y 1997, se pueden calcular los saldos migratorios en 1997 y compararlos con los saldos anuales del periodo anterior (1991-1996). Los datos as¨ª obtenidos resultan, simplemente, incre¨ªbles. Catalu?a, que hab¨ªa perdido por esta v¨ªa migratoria algo m¨¢s de mil habitantes por a?o a lo largo del quinquenio anterior, pasa a ganar en un solo a?o 56.438 habitantes, el 15,4 por 1.000 de su poblaci¨®n. Algo parecido ocurre en la Comunidad de Madrid, que pasa de perder m¨¢s de 8.000 al a?o a ganar, tan s¨®lo en 1997, nada menos que 50.860, que representa el 16,8 por 1.000 de su poblaci¨®n. A Andaluc¨ªa le ocurre lo contrario, pues, seg¨²n estos datos, multiplica por 10 las p¨¦rdidas migratorias.
Saltos tan bruscos como los aqu¨ª descritos es imposible que se den en condiciones normales, y hubiera sido prudente haber sometido esos datos a un proceso riguroso, y posiblemente largo, de validaci¨®n. Las cosas se complican y, lo que es m¨¢s grave, se contaminan pol¨ªticamente si se tiene en cuenta la resistencia que mantuvo el Gobierno cuando hubo de aprobar el padr¨®n de 1996. Resistencia y retraso que se tornan ahora en facilidad y rapidez para declarar oficiales unos primeros resultados, obtenidos mediante un sistema que a¨²n se encuentra en fase experimental. Tanta precipitaci¨®n deviene sospechosa y tambi¨¦n perniciosa.
Sospechosa porque arroja resultados "favorables" para algunas comunidades aut¨®nomas cuyos Gobiernos parecen m¨¢s afines al Partido Popular, y "desfavorables" para otras, como Andaluc¨ªa, a la que no se le quiso reconocer la poblaci¨®n del padr¨®n de 1996, con los perjuicios financieros que de ello se derivaron para esa comunidad aut¨®noma.
Y perniciosa, no por los resultados en s¨ª, que ser¨¢n analizados cr¨ªticamente por los profesionales del ramo cuando se publiquen con m¨¢s detalle, sino por la sombra de duda que se arroja sobre el nuevo sistema que se quiere implantar y que acabar¨¢ por ser una pieza clave en la estad¨ªstica espa?ola radicada en el INE.
Se dice, con raz¨®n, que las prisas no son buenas en ning¨²n caso; mas cuando con ellas se arriesga el cr¨¦dito de instituciones sobre las que descansa la percepci¨®n objetiva de la realidad social, las prisas suelen resultar matadoras.
El nuevo sistema de padr¨®n continuo que se est¨¢ implantando representar¨¢ un paso hacia la modernidad y acabar¨¢ por arrojar un saldo positivo, pero la oportunidad de hacer p¨²blicos estos resultados, cuya coherencia con los datos preexistentes no existen, es oportunismo, y no otra cosa.
Juan Antonio Fern¨¢ndez Cord¨®n y Joaqu¨ªn Leguina son dem¨®grafos.
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