Olano avis¨® sobre el 'infierno del oeste'
Los corredores del ONCE ten¨ªan instrucciones de ir agrupados delante en el tramo peligroso
"Todo lo que sea por debajo de cinco minutos es bueno", repite de vez en cuando Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri. El director del Banesto est¨¢ sentado en la primera fila del autob¨²s de su equipo. Mira la televisi¨®n. Ve una etapa rota. Por delante, un pelot¨®n de unos 70, lanzado a una velocidad infernal, conducido por seis corredores del ONCE. Ninguno de su equipo. Por detr¨¢s, a un tiempo que aumenta casi en progresi¨®n geom¨¦trica (ahora tres minutos, cinco kil¨®metros m¨¢s all¨¢, tres minutos y medio, y creciendo), un grupo de unos 50, con cuatro de los suyos gastando sus fuerzas in¨²tilmente. Entre ellos, su l¨ªder, el suizo Alex Z¨¹lle, el hombre con el que pensaban ganar el Tour. Tambi¨¦n Manuel Beltr¨¢n, el escalador de Ja¨¦n que so?aba con hacerse grande. V¨ªctimas ilustres, no las ¨²nicas, de la batalla del pasaje del Gois, una desigual contrarreloj por equipos, el primer hecho notable de un Tour que regresa a marchas forzadas a sus esencias. Poco despu¨¦s, el belga Tom Steels cruza el primero la meta. Ech¨¢varri pone en marcha su cron¨®metro pero no se queda en el autob¨²s para ver por televisi¨®n llegar a los suyos. Se baja. Su alrededor se puebla de vencedores. Los norteamericanos del US Postal, bonhom¨ªa personificada, sonr¨ªen recostados en el cap¨® de sus coches mientras devoran bocadillos. Los h¨¦roes del ONCE, fatigados, sudorosos y a¨²n sonrientes, reciben un "muy bien, Rafa", "muy bien, Santos", seg¨²n van subiendo a su autob¨²s. Pasan m¨¢s de seis minutos antes de que llegue uno de los suyos. "Bien, recordemos que salimos de Luxemburgo en 1989 a m¨¢s de siete minutos del primero y acabamos en el podio", quiere recordar Ech¨¢varri. S¨ª, pero entonces fue Perico Delgado. Y entonces fueron v¨ªctimas de errores propios (el c¨¦lebre retraso del escalador segoviano en el pr¨®logo) y no de la mala suerte. Abraham Olano se acordaba bien de aquella carretera del Gois, una estrecha cinta de pav¨¦s de cuatro kil¨®metros de largo, sumergida bajo las fr¨ªas y saladas aguas del Atl¨¢ntico 18 horas al d¨ªa, s¨®lo practicable con la marea baja, que une la isla de Noirmoutiers con el continente. Un pasaje tur¨ªstico conocido por los cicloturistas como infierno del Oeste en imitaci¨®n al apelativo infierno del Norte con que se conoce los tramos de pav¨¦s de la Par¨ªs-Roubaix. "Todo estaba recubierto de agua salada, resbaladiza, una superficie grimosa, de marisma", describe Beltr¨¢n. "Nada m¨¢s entrar en ella supe que las ca¨ªdas iban a ser inevitables. Y encima soplaba el viento de costado. Y encima, los espectadores estrechaban m¨¢s la carretera, casi ten¨ªamos que pasar de uno en uno". "Fue como si rod¨¢ramos". Fue en ese terreno donde se acabaron, v¨ªa ca¨ªda, los sue?os de un joven Olano en 1993, en su primer Tour, al que llegaba para ayudar a Tony Rominger. "As¨ª que por la ma?ana le dije a Manolo que hab¨ªa que tener cuidado con ese tramo, que lo mejor ser¨ªa que todo el equipo estuviera por delante", cuenta el guipuzcoano. "S¨ª, nos dio una buena charla Manolo por la ma?ana", explica Rafa D¨ªaz Justo, uno de los duros del ONCE. "Ten¨¦is que poneros todos delante en el pasaje, y si sopla el viento, intentar romper la carrera, nos dijo".
La carrera, sin embargo, ya lleg¨® medio rota al pasaje salado situado en el kil¨®metro 80. Una ca¨ªda en el kil¨®metro 34 envolvi¨® en el suelo a 30 corredores. Cinco eran del Banesto. Uno de ellos, Beltr¨¢n. Tambi¨¦n gente importante, como el favorito holand¨¦s Michael Boogerd, o la revelaci¨®n norteamericana Jonathan Vaughters. La carrera termin¨® rompi¨¦ndose antes de que la locomotora del ONCE forzara la m¨¢quina. Una espectadora que no se aparta. Un ciclista que patina. 10 al suelo. "El Tour, como siempre, es as¨ª", cuenta el fatalista Z¨¹lle. "Y como siempre, una ca¨ªda por delante de m¨ª. El p¨²blico encima. Yo iba delante del pelot¨®n. No he tardado ni cinco segundos en levantarme. Arrieta y Txente, que iban m¨¢s delante, me han esperado. Y nos hemos puesto a tirar como locos. Pero s¨®lo ¨¦ramos el Polti y nosotros. Al final, perdimos tiempo. Pero hasta Par¨ªs esto no se ha terminado". "Tambi¨¦n a m¨ª me cort¨® la ca¨ªda", cuenta Fernando Escart¨ªn. "He hecho la contrarreloj m¨¢s a fondo de mi vida para enlazar". Enlaz¨®. Y eso que delante los del ONCE hab¨ªan organizado, para todo el mundo, espect¨¢culo sin fronteras, una exhibici¨®n especial.
"Nos hemos puesto a tirar sin saber qui¨¦n se hab¨ªa quedado detr¨¢s", explica Manolo Saiz. "Luego, hemos sabido que eran Gotti, Boogerd y Z¨¹lle, y no hemos dudado en ning¨²n momento para seguir a tope". El ONCE tira solo. Largos, largu¨ªsimos, relevos de Santos Gonz¨¢lez, D¨ªaz Justo, Luis P¨¦rez, Marcos Serrano, David Etxebarria y Andrea Peron. T¨ªmidas ayudas de los del Casino, US Postal y Cofidis, tambi¨¦n muy beneficiados por la situaci¨®n. "Pod¨ªa haber habido m¨¢s colaboraci¨®n, s¨ª", dice Saiz. "Pero no voy a dudar que cada equipo sab¨ªa lo que ten¨ªa que hacer. Lo bueno es que hay tres rivales menos, y uno de ellos, Gotti, muy peligroso".
Poco despu¨¦s llega Eusebio Unzue, el director del Banesto que ha seguido la etapa y ha visto c¨®mo poco a poco los suyos se iban distanciando de los de delante. "Parece que nos persigue la mala suerte", suelta. Y luego reflexiona: "Y tanto que dicen preocuparse de nuestra salud, y van los organizadores y nos meten por carreteras como el dichoso pasaje del Gois o como se diga".
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