La Fundaci¨®n Cartier aborda el cambio de milenio con visiones art¨ªsticas sobre el futuro
El centro de Par¨ªs expone las propuestas de Burden, Bodys Isek Kingelez y Lee Byars
Par¨ªs La ciencia-ficci¨®n comenz¨® a desarrollarse a finales del sigloXIX. La cita del a?o 2000 ha sido, durante d¨¦cadas, la de la inauguraci¨®n del futuro, tanto para Arthur Clarke como para George Meli¨¦s. Pero el 2000 ya est¨¢ ah¨ª y el futuro se acaba, ya sea porque hemos alcanzado la fecha m¨ªtica como porque ahora habr¨¢ demasiado futuro, porque aparece ante nosotros inabarcable, difuso. La Foundation Cartier, de Par¨ªs, presenta, hasta el 14 de noviembre, una exposici¨®n titulada Un monde r¨¦el (Un mundo real), que nos habla de ese futuro que nos ha alcanzado.
En la planta baja, en dos espacios bien diferenciados, dos obras gigantescas. Por un lado, Medusa's head, un globo terrestre de casi cinco metros de di¨¢metro suspendido del techo; en el otro, una cinta sin fin por la que desfilan m¨¢s de 60 robots bajo la vigilancia atenta de varias minivideoc¨¢maras. El mundo o planeta imaginado por Chris Burden est¨¢ enteramente surcado por carreteras, t¨²neles y v¨ªas. En ¨¦l no hay ni ¨¢rboles ni agua, ni ciudades ni hombres. Es una Tierra sin vida que se ha autodestruido. Y los robots son la constataci¨®n de algo parecido, de la desaparici¨®n del hombre, engullido por m¨¢quinas que ocupan su puesto. Son dos fantasmas recurrentes en la construcci¨®n imaginaria del futuro. Despu¨¦s de la I Guerra Mundial, la ciencia-ficci¨®n se ha vuelto pesimista y no cesa de pronosticar el apocalipsis: nuclear, ecol¨®gico, moral o social. Antes de las trincheras de Verd¨²n y de la primera gran carnicer¨ªa tecnol¨®gica, futuristas, cubistas o constructivistas compet¨ªan en pintar los a?os venideros con unas m¨¢quinas que iban a liberarnos de las viejas ataduras, desde el trabajo hasta los sentimientos. S¨®lo los sovi¨¦ticos conservar¨¢n durante un tiempo la confianza en el futuro, embarcados en el poderoso tren de la revoluci¨®n, en el v¨¦rtigo de un cambio tan radical que iba a devolverles a la Academia. El resto, de Picasso a Marinetti, tuerce el gesto, y cuando ve un avi¨®n ya s¨®lo lo imagina bombardeando.
Otras dos maneras de tratar el cambio de milenio: en clave humor¨ªstica, el congole?o Bodys Isek Kingelez propone su maqueta para la ciudad de Kinshasa en su tercer milenio, una parodia coloreada de Manhattan hecha de lat¨®n y cajetillas usadas de tabaco, del reciclamiento de basura consumista, mientras 200 dibujos del dibujante y guionista Moebius remiten a una iconograf¨ªa de la desolaci¨®n asociada tambi¨¦n al futuro. La iron¨ªa o el humor tambi¨¦n inspiran a Panamarenko, que inventa para su soldado del ma?ana un helic¨®ptero individual, port¨¢til, con las h¨¦lices suspendidas pocos cent¨ªmetros por encima de su cabeza y espeso abrigo. Todo en vano, pues la figura, a pesar de los mensajes optimistas que la acompa?an y de la sonrisa de su rostro, aparece atada al suelo, incapaz de cumplir su promesa.
La exposici¨®n incluye obras de otros artistas -Alberola, Beaurin Domerq, James Lee Byars- y objetos (como un gigastesco meterorito famoso) o dibujos vinculados a la producci¨®n de dos cl¨¢sicos del cine de anticipaci¨®n: 2001, una odisea del espacio, y Solaris, de Andrei Tarkovsky. De la cinta del ruso se muestran tambi¨¦n dos secuencias que fueron desechadas en curso de montaje. Adem¨¢s, se presenta un tercer largometraje -Out of the present-, del ruso Andr¨¦i Ujica, protagonizado por el astronauta Sergu¨¦i Krikalev.
Es un documental sobre la estancia de 10 meses del navegante del espacio en la estaci¨®n Mir. Krikalev fue v¨ªctima de la desaparici¨®n de la URSS y de la incapacidad del nuevo sistema ruso para ir a buscarle en el plazo previsto. Mientras est¨¢ en el espacio, "fuera del presente", girando alrededor de la Tierra, la URSS decide disolverse, y cuando Krikalev regresa a su ciudad natal, ¨¦sta ya no se llama Leningrado, sino San Petersburgo.
Esta vuelta atr¨¢s es otra manera ir¨®nica de cerrar el c¨ªrculo del viaje al futuro no s¨®lo f¨ªsico, sino en un sentido mucho m¨¢s amplio, no en vano el comunismo es la utop¨ªa del siglo XX, y cuando empez¨® a perder poder de fascinaci¨®n social se quiso volver cosmunismo y lograr victorias tecnol¨®gicas.
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