Se ofrece velocista r¨¢pido, muy r¨¢pido
?Qui¨¦n le quiere? "?No ir¨¢n por casualidad los ferrocarriles franceses a patrocinar un equipo ciclista con su tren de alta velocidad por bandera? ?O UPS, DHL o cualquier otro servicio de mensajer¨ªa r¨¢pida? Aqu¨ª estoy para lo que quieran". Bromea Mario Cipollini. Podr¨ªa pensarse que larga con la jovialidad t¨ªpica del sprinter que segundos antes ha pasado por 500 metros a 195 pulsaciones por minuto, a 70 kil¨®metros por hora, a dos pedaladas por segundo sobre dos tubulares estrechos como medio dedo (a lo largo) en perfecta alianza entre su inconsciencia y el placer que produce la liberaci¨®n inmediata de toda su fuerza. 20 segundos apenas en los que ha hecho funcionar a su equipo, sus piernas, su cabeza, sus brazos, sus hombros y su valor. ?C¨®mo no decir uf y contar un chiste? Y m¨¢s si no s¨®lo se ha salido vivo de la situaci¨®n, sino vivo y victorioso. Y m¨¢s si su ¨²ltimo golpe de ri?¨®n le ha servido no s¨®lo para evitar por media rueda la remontada del segundo, de Erik Zabel, sino tambi¨¦n detener el cron¨®metro de la etapa en 3 horas 51 minutos y 45 segundos, lo que distribuido por los 194,5 kil¨®metros recorridos da una media de 50,356 kil¨®metros por hora. R¨¦cord absoluto en una etapa en l¨ªnea del Tour. Superada, ya, la barrera de los 50. Una gesta que hace que Johan Bruyneel, el belga que ten¨ªa la anterior plusmarca desde 1993 y que ahora dirige el US Postal, exclame una frase que puede pasar a la historia: "Como yo digo, los r¨¦cords est¨¢n para ser batidos".
No bromea Mario Cipollini. La chica que en tanga y casmiseta ajustada le sonr¨ªe eternamente, pegada en estampa al manillar de su Cannondale colorada, es algo olvidado una vez cruza la meta. Es su inspiraci¨®n para la locura, no cuando habla con sensatez. "S¨ª, hablo en serio", se hace o¨ªr, el sprinter m¨¢s alto, desde sus 189 cent¨ªmetros, perfectamente ajustados a sus 79 kilos, casi tan cuidados como su melena y sus ademanes de donju¨¢n. "Saeco va a rebajar el presupuesto y me han dicho que yo soy muy caro. Bueno, vale, quiz¨¢s dramatice. En realidad tengo varias ofertas y las voy a meditar, pero me da pena porque con ello se va a deshacer el tren rojo del Saeco, la maquinaria m¨¢s perfecta para las llegadas. Fagnini, Scirea, Calcaterra... mis hombres. Cada uno se ir¨¢ por un sitio y no ser¨¢ f¨¢cil formar otro equipo as¨ª".
Nost¨¢lgico el rey le¨®n. Histri¨®n. Celoso de sus compa?eros (su anterior lanzador fetiche, Martinello, tuvo que cambiar de equipo porque Cipollini no aceptaba que pudiera ganar tambi¨¦n etapas. Fagnini, su actual ¨²ltimo lanzador, casi m¨¢s r¨¢pido que el jefe, ya ha firmado con el Telekom). Eg¨®latra. Aunque diga "con ¨¦sta, mi novena victoria en el Tour, ya igualo a Coppi y me da verg¨¹enza poner mi nombre a su lado". Aunque a?ada "me da la impresi¨®n de ser un coche viejo que consume demasiado y cuyo conductor piensa que es mejor dejarlo en el garaje". Eg¨®latra porque resume: "Tengo 32 a?os, pero el viejo le¨®n est¨¢ vivo. Dejo huella en el ciclismo". ?nico. El m¨¢s r¨¢pido en la etapa m¨¢s r¨¢pida.
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