Baja el apoyo de los norteamericanos a la prensa

Hartos de lo que entienden como explotaci¨®n sin medida de informaciones escandalosas, muchos norteamericanos piensan que los medios de comunicaci¨®n no utilizan su libertad como deber¨ªan. Los ciudadanos se enfrentan a una campa?a electoral, la de las presidenciales del a?o 2000, con una amplia carga de escepticismo hacia los medios despu¨¦s del caso Lewinsky, con el que han sido machacados durante a?o y medio con informaciones a veces contrastadas y a veces inventadas. Ahora, seg¨²n un sondeo patrocinado por el Foro de la Libertad y la Fundaci¨®n de la Primera Enmienda, un 53% de los estadounidenses considera que la prensa tiene "demasiada libertad". Hace dos a?os, el porcentaje de los que manten¨ªan la anterior afirmaci¨®n era del 38%. El objetivo del sondeo era el de conocer el grado de apoyo a la Primera Enmienda constitucional, que garantiza la libertad de religi¨®n, expresi¨®n, reuni¨®n y comunicaci¨®n. Sin dejar de respaldarla, la encuesta arroja resultados preocupantes para los medios. El 65% cree que los peri¨®dicos deben publicar libremente lo que quieran, sin que haya ninguna cortapisa del Gobierno, frente al 80% que defend¨ªa ese mismo grado de libertad en 1997.

La vida privada

Una amplia mayor¨ªa cree tambi¨¦n que "los medios de comunicaci¨®n no deber¨ªan respaldar a candidatos o partidos", una costumbre muy arraigada, sobre todo en los peri¨®dicos; ni publicar informaciones secretas del Gobierno, y que los periodistas no deber¨ªan usar c¨¢maras u otros artefactos escondidos. Casi dos terceras partes consideran que los medios "no tienen derecho a investigar la vida privada" de pol¨ªticos u otras personalidades. Los periodistas, por su parte, reconocen la distancia que les separa de oyentes, telespectadores y lectores de prensa. Y asumen que la responsabilidad en el declive de audiencias es suya debido, fundamentalmente, a la p¨¦rdida de credibilidad, seg¨²n refleja otro sondeo distinto, a cargo del Centro de Investigaci¨®n Pew, realizado entre ejecutivos de prensa y periodistas.

En 1989, s¨®lo un tercio de los preguntados cre¨ªa que la principal sangr¨ªa en sus audiencias se deb¨ªa a la falta de credibilidad. Ahora, el porcentaje se eleva al 50%. El centro Pew recurre a otros sondeos recientes fuera de la profesi¨®n period¨ªstica para afirmar que la valoraci¨®n de la credibilidad ha descendido, desde 1985 hasta ahora, un 17% en el caso de los peri¨®dicos y entre un 11% y un 12% en el de las televisiones.

En la pol¨¦mica sobre las l¨ªneas divisorias entre informaci¨®n y agitaci¨®n, la mitad de los periodistas y directivos de prensa admiten que los medios, cuando informan sobre la vida personal o el comportamiento ¨¦tico de figuras p¨²blicas, tienen tendencia a "provocar la pol¨¦mica m¨¢s que a informar de los hechos". De la pol¨¦mica entre periodistas no se libra ni siquiera Bob Woodward, uno de los reporteros que destap¨® el esc¨¢ndalo Watergate en el diario The Washington Post. Una columnista de este mismo peri¨®dico acaba de cuestionar, en las p¨¢ginas del mismo, los m¨¦todos profesionales de Woodward, a prop¨®sito del ¨²ltimo libro escrito por este ¨²ltimo, Sombra: cinco presidentes y el legado del Watergate, en el que el periodista recrea escenas, detalles y citas textuales como si hubiera estado presente en las conversaciones que reproduce o como si tuviera una garganta profunda que le proporcionase todo tipo de detalles sobre aquellas.