Dario Fo propone un san Francisco juglar y rebelde en su nuevo espect¨¢culo
El premio Nobel estrena "Lu santo jullare Francesco" en el Festival de Spoleto
Un santo juglar irreductible y rebelde que habla un lenguaje complicado, mezcla de napolitano-veneto-toscano-umbro: ¨¦se es el san Francisco de As¨ªs que propone Dario Fo en su nuevo espect¨¢culo, Lu santo jullare Francesco, estrenado el jueves en el Festival de Spoleto. Fo, solo en el escenario, reina como el gran histri¨®n que es y reconstruye la peripecia hist¨®rica del santo preferido de Italia, perdida un poco la iconoclastia que hizo del premio Nobel un verdadero azote de la Iglesia.
En la fant¨¢stica fortaleza del siglo XIII conocida como Rocca Albornoziana, antigua residencia nobiliaria utilizada despu¨¦s como prisi¨®n, la representaci¨®n de Fo - que ayer tuvo que suspenderse a causa de la lluvia- adquiere toda la fuerza del teatro puro, pese a dejar un poco tibio al p¨²blico. El peri¨®dico de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Avvenire, se hab¨ªa curado en salud con una breve nota de repulsa en cuanto se supo lo que preparaba Fo. El actor-autor m¨¢s anticlerical de Italia se dispon¨ªa, de nuevo, a lanzar sus invectivas contra la Iglesia cat¨®lica. Fo se hab¨ªa defendido con energ¨ªa: "Mi texto es hist¨®rico, con much¨ªsima documentaci¨®n. Recuerdo que por un trabajo similar, mi libro sobre R¨¢vena, obtuve incluso los elogios de un cardenal. Lo que mi obra viene a decir es que, independientemente de su fe, Francisco provoc¨® la admiraci¨®n general por su coherencia, su fuerza y la poes¨ªa que emanaba de su provocaci¨®n, que se justifica con sus propias palabras: "Provoco para que todos me digan la verdad".
Contra la guerra
El espect¨¢culo se inicia con el discurso que san Francisco pronunci¨® en Bolonia en 1222, cuatro a?os antes de su muerte, ante no menos de cinco mil personas. Un discurso contra la guerra que se desarrollaba entonces en la regi¨®n de Romania, en el que, como destaca Fo, el santo se muestra cualquier cosa menos un pacifista. "Es una s¨¢tira grotesca sobre la ret¨®rica de la patria, de las madres sin hijos, de las muertes gloriosas. Su f¨¢bula fue tan efectiva que las masas corrieron a pedir a los poderosos que firmaran la paz inmediatamente". No es, pues, este juglar Francisco el santo dulce y meloso que describen las cr¨®nicas. Fo, que ha mantenido una posici¨®n cr¨ªtica con la guerra del Kosovo, habr¨¢ encontrado en ese texto apoyo a sus tesis no exactamente pacifistas, pero s¨ª contrarias a la mitificaci¨®n de la guerra.
Este y otros episodios de la vida del santo elegidos por Fo permiten comprender c¨®mo dominaba aquel fraile el sentido del teatro, de la escena, hasta qu¨¦ punto era un fabulador irresistible capaz de despojar al poder de sus falsas ret¨®ricas, convirti¨¦ndose en un peligroso rebelde. El mismo que contribuy¨® a derribar las torres de As¨ªs. ?Qu¨¦ clase de persona era? Un hombre polifac¨¦tico, desde luego. Un personaje que exige ser recreado con las dotes de fabulador de Dario Fo, que mezclan la m¨¢s rigurosa documentaci¨®n con la m¨¢s pura fantas¨ªa para apuntalar la tesis demasiado acabada de un san Francisco revolucionario.
Inevitablemente, trat¨¢ndose de una obra de Fo, hay un papa criticable, en este caso InocencioIII, que conmin¨® a Francisco a "predicar a los cerdos", y que viene a representar la incomprensi¨®n de las instituciones y del poder hacia el esp¨ªritu libre de la santidad. Pero Francisco no se pliega tampoco ante las presiones de las masas, ni cae en corporativismos defensivos de la regla franciscana. Demuestra hasta el final que est¨¢ dispuesto a ser un personaje inc¨®modo para todos. Menos para Fo, que asegura haber encontrado a un Francisco de As¨ªs superior al que pinta una historia ya de por s¨ª hagiogr¨¢fica: "He descubierto a un m¨ªstico superior, a un hombre dotado de una voluntad extraordinaria y a un humorista capaz de usar el lenguaje popular como ning¨²n otro lo ha hecho".
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