Imaginaci¨®n y audacia
Sergio Garc¨ªa (Castell¨®n, 9 de enero de 1980) ya ha ganado su primer torneo profesional, que es la ¨²nica manera rotunda que tiene el deporte de satisfacer la atenci¨®n y expectativas puestas en un valor joven. Y, sin embargo, Garc¨ªa es mucho m¨¢s importante para el deporte del golf que un historial de ¨¦xitos. Garc¨ªa centra ahora la atenci¨®n del golf mundial, como lo hac¨ªa Tiger Woods -entonces todav¨ªa se llamaba Eldrick T.Woods- hace ahora casi tres a?os, poco antes de hacerse profesional; con el valor a?adido de que mientras el californiano y entonces estudiante de Stanford tiene varios ingredientes del tipo de persona que interesa en Estados Unidos, el nuestro es europeo y espa?ol, lo cual a los norteamericanos les queda un poco a desmano.
Y, sin embargo, el mundo anglosaj¨®n, que controla el deporte y el espect¨¢culo del golf, est¨¢ totalmente entregado a la admiraci¨®n y sorpresa que causan los formidables resultados de este chico espigado de 1,79 y 72 kilos que, despu¨¦s de una carrera amateur que har¨¢ historia, ha entrado con rotundidad no solamente en las filas profesionales, sino en los torneos del nivel m¨¢s exigente del mundo. El formidable nivel t¨¦cnico que han alcanzado los dos principales circuitos -Estados Unidos y Europa- y, en consecuencia, la tremenda competencia que hay en ellos -s¨®lo caben entre 144 y 156 jugadores en el torneo de cada semana- han convertido la alta competici¨®n del golf en una carrera de resistencia en la cual pr¨¢cticamente todos son favoritos y el mejor viene dado por su regularidad (el mismo d¨ªa que Garc¨ªa ganaba en Irlanda, Tiger Woods ganaba en Illinois, recuperando el primer puesto mundial, pero desde enero se ha discutido si el n¨²mero uno era David Duval, como marcaban las estad¨ªsticas, o Tiger Woods, que desata la pasi¨®n del p¨²blico).
As¨ª, el alto golf se juega con la precauci¨®n y la consciencia de que el ranking del circuito se construye a lo largo de casi cincuenta torneos, de enero a noviembre, que cada torneo dura cuatro d¨ªas, o cuatro vueltas de 18 hoyos, cada una de las cuales se juega en m¨¢s de cuatro horas para sumar cada d¨ªa, si todo va bien, alrededor de setenta golpes.
Con este panorama: 1) el ganador de cada domingo es aquel jugador, dentro de la ¨¦lite que tiene acceso a participar en el torneo, que tiene la fortuna de reunir los diferentes elementos que producen una victoria, y 2) todos, del primero al ¨²ltimo, han construido su swing y su tipo de juego para satisfacer par¨¢metros de regularidad: juegan siempre al 70-80% de su potencia, descartan el riesgo (por supuesto, el excesivo) en los golpes largos y se apoyan esencialmente en un juego corto de una precisi¨®n realmente abrumadora para cualquier golfista de dedicaci¨®n media que se debatir¨¢ toda su vida en el campo con la indescriptible l¨®gica cruel del chip, el bunker y el pat.
Por eso, el p¨²blico se entusiasm¨® con Tiger Woods, que dio un aire nuevo al deporte del golf: cuerpo de atleta flexible y potente para lanzar la bola en un vuelo alto de m¨¢s de trescientos metros, ahora que, precisamente, los fabricantes de palos provocan al golfista de fin de semana a conseguir mayores distancias. Hace 20 a?os, Seve Ballesteros tambi¨¦n apasion¨® al p¨²blico porque se met¨ªa en situaciones tan complicadas como cualquier hijo de vecino y las resolv¨ªa con esplendor.
Tiger Woods entr¨® en tromba en el golf mundial: el mismo a?o 96 gan¨® tres torneos y cuatro en el 97, incluido su hist¨®rico triunfo en el Master de Augusta. Luego sufri¨® el tormento del campo preparado a la medida del jugador constante y prudente, y de esa ¨¦poca tenemos sus im¨¢genes debati¨¦ndose con rafs de tupida hierba de 12 cent¨ªmetros que limitan calles de 15 metros de anchura.
Cada m¨ªnimo error de direcci¨®n le imped¨ªa alcanzar el green con el siguiente golpe y, con frecuencia, le costaba subir el par del hoyo. Woods decidi¨® acortar su swing para controlar mejor la direcci¨®n de los golpes, a costa de unos cuantos metros de distancia. Ha pasado unos meses inc¨®modo con su nueva manera m¨¢s convencional de desarrollar este deporte y ahora resurge con todo su potencial de t¨¦cnica y mentalidad ganadora.
Ahora aparece otro joven -tambi¨¦n, como Woods y Ballesteros, ha ganado su primer torneo en la ¨¦lite a los 19 a?os- que se toma el golf como un deporte de riesgo, potencia e imaginaci¨®n. Y todo aquel que ama y sigue este deporte interpreta que, despu¨¦s de los aldabonazos de aquellos dos, Sergio Garc¨ªa est¨¢ abriendo las puertas del golf a una dimensi¨®n renovada.
Este chico no se limita a jugar de manera convencional. Consciente de la fortaleza de su t¨¦cnica, est¨¢ constantemente persiguiendo el mejor golpe posible, y esto es el aire fresco que cautiva a todo aquel que sigue un espect¨¢culo deportivo.
Le tentar¨¢n para que se adapte a la norma; est¨¢ retando la carrera de muchos de sus colegas que llevan a?os amold¨¢ndose para triunfar en la vida. La realidad demuestra que se est¨¢ produciendo una trascendental evoluci¨®n en este deporte: rejuvenece porque cada d¨ªa son m¨¢s los veintea?eros en la cumbre, y se renueva, porque la imaginaci¨®n y la audacia alegran el espect¨¢culo.
Teresa Bagar¨ªa es directora de la revista S¨®lo Golf.
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