No hay una 'tercera v¨ªa' al mercado
Hoy d¨ªa se dice o bien que el mercado ha triunfado plenamente o bien que es una amenaza. Los pol¨ªticos de todo el mundo buscan una tercera v¨ªa que evite sus rigores, a?orando "h¨¦roes nacionales" en industrias como las telecomunicaciones, capaces de postergar la mundializaci¨®n. Sin embargo, el mercado es simplemente un mecanismo que se puede poner en marcha con diferentes prop¨®sitos. Dependiendo de la forma en que se emplee, el mercado puede contribuir al avance social y econ¨®mico o inhibirlo. La distinci¨®n fundamental no radica en utilizar o no el mercado. Todas las sociedades -comunistas, socialistas o capitalistas- lo utilizan. La distinci¨®n b¨¢sica es la propiedad privada. ?Qui¨¦nes participan en el mercado y en nombre de qui¨¦n operan? ?Son los participantes bur¨®cratas estatales que operan en nombre del Estado? ?O son individuos que operan en su propio nombre? Una vez, en una visita a China, un ministro adjunto pregunt¨®: ?qui¨¦n est¨¢ a cargo de la distribuci¨®n de los materiales en Estados Unidos? La pregunta me desconcert¨®, pero era l¨®gica. Porque era casi inconcebible que un ciudadano de una econom¨ªa dirigida entendiera que los mercados distribuyen los materiales entre millones de personas y para cientos de usos sin intervenci¨®n pol¨ªtica. La introducci¨®n de mecanismos de mercado privado m¨¢s amplios puede verse frustrada, en parte o en su totalidad, por un cambio excesivamente limitado, algo que deber¨ªa vigilarse en el supuesto auge de absorciones que est¨¢ teniendo lugar en Europa en la actualidad. Fij¨¦monos en la liberalizaci¨®n de las l¨ªneas a¨¦reas que tuvo lugar en Estados Unidos hace 20 a?os. Aument¨® la competencia, dando como resultado una reducci¨®n de precios y nuevos servicios. El volumen de tr¨¢fico a¨¦reo se increment¨®.
Aunque las l¨ªneas a¨¦reas de Estados Unidos se privatizaron -se las liber¨® de un control estatal general- no sucedi¨® lo mismo con los aeropuertos. Continuaron en manos del Estado y explotados por ¨¦ste. As¨ª, al tiempo que la liberalizaci¨®n potenciaba la demanda, los retrasos de vuelos se multiplicaban en los aeropuertos. El Estado culpaba a las l¨ªneas a¨¦reas privadas. Les exig¨ªa informar de los retrasos. Los esfuerzos por hacer que las fuerzas del mercado resistieran mediante, por ejemplo, la subasta de puertas y horas de vuelo se vieron obstaculizadas, en especial por l¨ªneas a¨¦reas con intereses creados. La mejor soluci¨®n ser¨ªa privatizar los aeropuertos, como ha hecho el Reino Unido y como est¨¢n pensando hacer Italia y Polonia. La privatizaci¨®n de algunas ¨¢reas de fabricaci¨®n al mismo tiempo que se mantienen los precios bajo control estatal es otro truco intermedio. La incapacidad de los precios para adecuarse a su valor de mercado hace el control privado -aunque sea eficaz- socialmente despilfarrador.
En la provincia india del Punjab hab¨ªa una f¨¢brica que produc¨ªa bicicletas. El Estado racion¨® el acero a los usuarios, en lugar de venderlo a precio de mercado. El productor de bicicletas no pod¨ªa conseguir la cantidad de acero necesaria al precio oficial. Sin embargo, hab¨ªa un mercado privado de productos de acero terminados o semiacabados. As¨ª que el fabricante completaba su cupo comprando productos de acero semiacabados y fundi¨¦ndolos; una forma muy poco eficaz de convertir mineral de hierro y carb¨®n en bicicletas. Para que la tercera v¨ªa resultase ¨²til, deber¨ªa centrarse en la forma de superar los obst¨¢culos pol¨ªticos a la ampliaci¨®n del mercado. No s¨®lo existe el peligro de que tales obst¨¢culos frustren los intentos de liberalizar el mercado, sino tambi¨¦n, en igual medida, de que la superaci¨®n de los obst¨¢culos pol¨ªticos destruya las ventajas de la liberalizaci¨®n del mercado. El reto est¨¢ en superar dichos obst¨¢culos sin incurrir en esas consecuencias.
La privatizaci¨®n del correo en Estados Unidos es un ejemplo. El Servicio Postal estadounidense tiene el monopolio de la correspondencia de primera categor¨ªa en virtud de una ley que convierte en delito que terceras partes ofrezcan servicios habituales de entrega de este tipo de correspondencia. La privatizaci¨®n se ha introducido sigilosamente en forma de United Parcel Service, Federal Express y otros. El correo electr¨®nico y otros avances tecnol¨®gicos tambi¨¦n representan en la actualidad un papel cada vez mayor. Los repetidos intentos de revocar la Ley del Servicio Postal siempre han dado lugar a violentas protestas de las asociaciones de trabajadores postales, de los directivos del Servicio Postal y de poblaciones rurales que temen verse privadas de los servicios. Adem¨¢s, pocas personas tienen un gran inter¨¦s por la revocaci¨®n de esa ley. Los empresarios que podr¨ªan optar al negocio postal no saben por adelantado que lo van a hacer. Los miles de personas que obtendr¨ªan indudablemente trabajo en las nuevas empresas tampoco tienen por adelantado la m¨¢s m¨ªnima idea de que eso ser¨ªa as¨ª. Una vez ped¨ª a un miembro del Congreso que revocara esa ley, y ¨¦l me replic¨®: "Usted y yo sabemos que hay grupos poderosos que declarar¨ªan contra dicha propuesta. ?Puede darme una lista de personas dispuestas a testificar y trabajar a favor de la misma?". No pod¨ªa, y ¨¦l nunca present¨® la propuesta de ley. En el monopolio postal se hab¨ªan erigido poderosos intereses creados; la oposici¨®n al mismo era dispersa.
Una forma de superar la oposici¨®n a la privatizaci¨®n es detectar los posibles rivales e introducirlos en el negocio por medio de la propiedad de acciones, por ejemplo, una especie de capitalismo populista en el que Margaret Thatcher era experta. Una trampa que hay que evitar aqu¨ª es la de endulzar el acuerdo mediante la conversi¨®n de un monopolio p¨²blico en un monopolio privado: algo que podr¨ªa significar una mejora, pero que queda muy lejos del resultado deseable.
El Servicio Postal de Estados Unidos ilustra esa trampa, as¨ª como la falacia de que con imitar la forma de la empresa privada se puede alcanzar el mismo resultado. Se estableci¨® como una sociedad independiente del Estado que no estar¨ªa sometida a influencia pol¨ªtica y funcionar¨ªa seg¨²n los principios del mercado. Como es l¨®gico, ¨¦se no ha sido el resultado. Sigui¨® siendo un monopolio y nunca desarroll¨® el fuerte inter¨¦s privado por la eficacia.
Los problemas de superar los intereses creados, de frustrar la b¨²squeda de la renta, son aplicables a casi todos los intentos de cambiar la pol¨ªtica estatal, tanto si el cambio hace referencia a la privatizaci¨®n de las telecomunicaciones como si se trata de reducir las subvenciones agr¨ªcolas. Esta "tiran¨ªa de lo establecido" es la principal raz¨®n de que los mecanismos pol¨ªticos sean mucho menos eficaces que los mecanismos del libre mercado a la hora de potenciar el cambio din¨¢mico y de producir crecimiento y prosperidad. Existen pocas reglas para superar la tiran¨ªa de lo establecido. Pero una de ellas est¨¢ clara: si se va a privatizar o eliminar la actividad de un Estado, hay que hacerlo del todo. No se debe plantear la privatizaci¨®n parcial o la reducci¨®n parcial del control estatal. Eso s¨®lo sirve para dejar un grupo de rivales determinados que trabajar¨¢n con diligencia (y a menudo tendr¨¢n ¨¦xito) para invertir el cambio.
Milton Friedman es investigador en la Instituci¨®n Hoover y premio Nobel de Econom¨ªa. ? Proyect Syndicate.
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