Viaje en el 'tren de la muerte'
Cuando el tren 1001 atraviesa el primer t¨²nel del Atlas, los pasajeros que han salido al amanecer de Argel con destino a Or¨¢n disimulan su miedo. Atr¨¢s quedan las estaciones de Bufarik y Blida, nombres que a¨²n tienen manchas de sangre, varadas entre los naranjos de la Mitiya, la f¨¦rtil llanura entre las monta?as y el Mediterr¨¢neo, escenario de las peores matanzas en siete a?os de conflicto civil en Argelia. La v¨ªa f¨¦rrea que atraviesa el tri¨¢ngulo de la muerte que rodeaba a Argel es hoy una ruta relativamente segura para quienes recorren, en cerca de siete horas, los 450 kil¨®metros que separan las dos principales ciudades argelinas. Conocido como el tren de la muerte, el expreso Argel-Or¨¢n ha sufrido desde 1992 dos docenas de atentados con bomba que produjeron descarrilamientos con muertos y heridos. El regreso de los argelinos a las estaciones del ferrocarril de la Mitiya y el Atlas es un signo de la aparente normalizaci¨®n del pa¨ªs. A pesar de ello, el tren 1001 sigue siendo uno de los m¨¢s vigilados del mundo. En el primer tramo del recorrido, hasta la ciudad de Ain Defla, el formidable despliegue del Ej¨¦rcito, de los diferente cuerpos policiales y de decenas de miles de civiles armados por el Gobierno parece haber expulsado de la zona central del Atlas a los comandos integristas.
Pero a partir de esa ¨²ltima estaci¨®n, y hasta las cercan¨ªas de Or¨¢n, al menos 20 polic¨ªas destinados en el servicio de protecci¨®n de ferrocarriles comenzaron a circular por los vagones armados con escopetas. En cada parada del tren, los agentes se apeaban para montar guardia a ambos lados del convoy. La ¨²ltima parte de la ruta, la regi¨®n de Reliz¨¢n, al sureste de Or¨¢n, ha sido una de las ¨²ltimas zonas castigadas por los ataques del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA) contra los habitantes de las aldeas aisladas en las monta?as.
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