?Cui prodest?
Desde que la clase pol¨ªtica franquista, con la complicidad de los estados mayores de los partidos pol¨ªticos, encerr¨® bajo siete losas la memoria de la lucha contra la dictadura para que su autotransformaci¨®n democr¨¢tica fuera posible, no se ha conseguido ni dar visibilidad a ese pasado ni quit¨¢rsela al franquismo que ha legitimado su bot¨ªn -familias, bancos y academias-, y sigue presidiendo muchas plazas y calles de Espa?a. A este implacable destino de ocultaci¨®n y sepultamiento ha venido a agregarse una serie de acciones cuyo prop¨®sito es denigrar la memoria de algunos grandes intelectuales dem¨®cratas espa?oles de signo progresista: Dionisio Ridruejo, Enrique Tierno, J.L. Aranguren. El primero ha dado cuenta, pienso que sobrada, de su evoluci¨®n intelectual y de su vida pol¨ªtica para que haya de a?adir yo nada; del segundo es lamentable que se haya escrito un libro para imputarle que en alg¨²n momento se pusiera una camisa azul o tergiversara su lugar de nacimiento; en cuanto al tercero, pretender abolir la integridad de una larga vida p¨²blica sacando de contexto unas declaraciones suyas relativas a un comportamiento en el que incurriera durante la guerra civil, s¨®lo puede responder a un ¨¢nimo de agravio y deshonra. Para las gentes de mi generaci¨®n, y para muchos de los que vinieron despu¨¦s, la lucha intelectual contra el franquismo pas¨® necesariamente por ellos. Respecto de J.L. Aranguren, he de dar testimonio que desde que lo conoc¨ª en 1956, y sobre todo desde que en la d¨¦cada de los sesenta tuvimos el privilegio de incorporarlo a CEISA, su presencia y su acci¨®n fueron capitales para que pudi¨¦ramos existir. Aranguren aunaba una radicalidad cr¨ªtica, sin acritud, con una respetabilidad que no pod¨ªa negarle el establishment y que era entonces necesaria para caber extramuros del franquismo. Con todo, lo m¨¢s admirable de Aranguren fue que viniendo m¨¢s bien del bando de los vencedores, quiso y supo decir "no" a la Espa?a oficial y a la Espa?a "social" pagando por ello un alto precio sin dejarse ganar por el reconocimiento que le tributaba el franquismo sociol¨®gico, contrariamente a lo que sucedi¨® con bastantes de sus pares, algunos de los cuales proven¨ªan del lado de los vencidos. Ese "no" Aranguren lo mantuvo con una intransigencia sin falla durante todo el proceso de la transici¨®n y despu¨¦s, cuando la persistencia en el poder de los franquistas conversos arrastr¨® hasta el l¨ªmite de la indecencia la autosatisfecha involuci¨®n de bastantes dem¨®cratas hist¨®ricos. Pero lo que hay que preguntarse ahora es de d¨®nde nace esa voluntad de desprestigio, qu¨¦ la motiva, a qui¨¦n favorece. Pues el prop¨®sito de los que estamos en la reivindicaci¨®n de la memoria democr¨¢tica es sacar a la luz la parte noble de la lucha de las libertades, no sus peque?as miserias, cuando las hubo. Lo que queremos es sumar lo positivo. Para la resta, ya est¨¢n ah¨ª, en posiciones de poder institucional y medi¨¢tico, los nost¨¢lgicos de la dictadura, los herederos del franquismo.-
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