Pol¨ªticas de integraci¨®n y r¨¦ditos electorales RAMON ESPADALER PARCERISAS
Bajo el t¨ªtulo El racismo interior, Xavier Riu-Sant publicaba anteayer en estas p¨¢ginas un art¨ªculo en el que sosten¨ªa la tesis de que el alcalde de Manlleu, el socialista Ramon Sitj¨¤, hab¨ªa perdido las elecciones a causa de la difusi¨®n de rumores acerca de la pol¨ªtica que el Ayuntamiento de Manlleu hab¨ªa impulsado para hacer frente al problema de la integraci¨®n magreb¨ª. Comparto sin matices la conclusi¨®n del art¨ªculo (el impulso de pol¨ªticas de integraci¨®n puede ser electoralmente contraproducente), pero no comparto las premisas a partir de las cuales el autor llega a tal conclusi¨®n en el caso de Manlleu. No es mi intenci¨®n profundizar en las causas de la derrota electoral del PSC de Manlleu (en las que con toda seguridad han pesado muchos otros factores), sino esclarecer la confusi¨®n existente entre dos modelos de integraci¨®n radicalmente distintos, hasta el extremo de que a menudo se presentan como iguales. Ciertamente, tanto en Vic como en Manlleu, nos encontramos con un elevado n¨²mero de menores magreb¨ªes en edad escolar (en torno al 9%, cuando la media catalana roza el 3%) y con un reparto de ¨¦stos entre las escuelas p¨²blicas y concertadas que evita la creaci¨®n de guetos con el claro objetivo de facilitar su integraci¨®n. Pero los procesos que han conducido a este modelo son radicalmente distintos. Para el caso de Vic, el planteamiento de partida es profundamente ideol¨®gico, el proceso que se ha seguido ha implicado a todas las instancias de la ciudad y, lo que es m¨¢s importante, ¨¦ste ha sido liderado y conducido por el Ayuntamiento, y en especial por su alcalde, el democristiano Jacint Codina. Nada de esto ha pasado en Manlleu. Profundamente ideol¨®gico, dec¨ªa, porque el punto de partida ha sido la asunci¨®n de lo que puede parecer una obviedad a finales del siglo XX: los derechos del ni?o, los derechos humanos. Ideol¨®gico, tambi¨¦n, porque se han conjugado estos derechos con el principio de subsidiariedad (tambi¨¦n en su aspecto de asunci¨®n de responsabilidades, es decir, sin eludir la responsabilidad municipal). ?C¨®mo? Pues instituyendo un F¨®rum para la Integraci¨®n desde la alcald¨ªa, con la participaci¨®n activa de padres, maestros, grupos pol¨ªticos, sindicatos y, naturalmente, representantes del colectivo magreb¨ª. Un f¨®rum que, dicho sea de paso, ha contado con la presencia en reiteradas ocasiones de responsables pol¨ªticos del anterior equipo de gobierno de Manlleu, y que ha servido en primer lugar de encuentro entre las partes, de catarsis entre posturas a menudo distantes, y que ha permitido dibujar las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica de integraci¨®n con el compromiso de todas las partes implicadas. Un f¨®rum din¨¢mico (y por lo tanto capaz de hacer el seguimiento de los acontecimientos y las pol¨ªticas) en el que el primer implicado ha sido la m¨¢xima autoridad local, el alcalde. S¨®lo a partir de aqu¨ª se ha podido aplicar una pol¨ªtica de integraci¨®n (que va mucho m¨¢s all¨¢ de la escuela), basando en el compromiso ciudadano la legitimidad para acudir a instancias pol¨ªticas y administrativas superiores, buscando su implicaci¨®n (que se ha encontrado). El caso de Manlleu ha sido m¨¢s bien lo contrario: reclamaci¨®n permanente por parte del gobierno socialista de aplicaci¨®n de un modelo de integraci¨®n por decreto, de arriba abajo. Aqu¨ª radica buena parte del fracaso. Mientras que en Vic se parte de un profundo y amplio debate, pero tambi¨¦n de un serio compromiso de las partes para aplicar, no sin dificultades, una pol¨ªtica (que tambi¨¦n genera incomprensiones y que con toda seguridad no es electoralmente rentable), en Manlleu ni se ha abierto el debate ciudadano ni ha sido el Ayuntamiento el que ha impulsado la integraci¨®n escolar para evitar los guetos, sino que han sido las mismas agrupaciones de padres de las escuelas concertadas las que se han hecho cargo
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