De Herbert von Karajan a Simon Rattle
La Filarm¨®nica de Berl¨ªn interpretar¨¢ esta tarde, con la atenta direcci¨®n de Claudio Abbado, el R¨¦quiem de Mozart en la catedral de Salzburgo. No es un concierto m¨¢s, sino un homenaje a Herbert von Karajan a los 10 a?os exactos de su muerte. Hay quien dice que en 1989 empez¨® el siglo XXI: fallec¨ªa Karajan; ca¨ªa unos meses despu¨¦s el muro de Berl¨ªn. Diez a?os despu¨¦s, mill¨®n y medio de j¨®venes se re¨²nen bailando en las calles de Berl¨ªn, en una fiesta del amor, y la Filarm¨®nica ficha a Simon Rattle, de Liverpool, de 44 a?os, como su primer director titular del siglo XXI. Evidentemente, las cosas est¨¢n cambiando, y de qu¨¦ manera. Las sombras y luces de Karajan se multiplican. Jos¨¦ Luis P¨¦rez de Arteaga -qu¨¦ gran periodista musical- glosa magn¨ªficamente su figura en el ¨²ltimo n¨²mero de la revista Scherzo y adem¨¢s hace una sosegada entrevista a Lorin Maazel, quien opina con mucha lucidez sobre el carism¨¢tico director que ahora se recuerda. Uno de los ¨²ltimos intendentes de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, Ulrich Meyer-Schoellkopf, dec¨ªa que la m¨ªtica orquesta siempre ha tenido una especial habilidad para elegir en cada momento al director que m¨¢s le conven¨ªa. Con Hans von B¨¹low (1887 a 1894), la orquesta garantizaba la necesidad de encontrarse a s¨ª misma como organizaci¨®n aut¨®noma. Con Arthur Nikisch (1895 a 1922) eran tiempos de continuidad y consolidaci¨®n. Wilhelm Furtw?ngler (1922 a 1954) representaba un punto de vista filos¨®fico de la interpretaci¨®n musical. Herbert von Karajan (1955 a 1989) era la imagen del glamour, del director autoritario que fabricaba un sonido personal y posibilitaba la venta de millones de discos. Por contraste, Claudio Abbado (a partir de 1989) supon¨ªa el di¨¢logo, la tolerancia, el estilo c¨¢lido, la transparencia.
?Y Simon Rattle? ?Cu¨¢les son los motivos ¨²ltimos para la elecci¨®n de Rattle? Por encima de todo, un concepto de compromiso con los tiempos actuales, la constataci¨®n de que la funci¨®n de una orquesta en estos momentos demanda algo m¨¢s que la perfecci¨®n sonora y se integra en unas coordenadas sociol¨®gicas y culturales de gran alcance y complejidad. Ante la competencia directa de Daniel Barenboim, el s¨ªmbolo de una continuidad con la tradici¨®n del gran repertorio y unas maneras que en cierto modo recuerdan a Furtw?ngler, la Filarm¨®nica de Berl¨ªn ha tomado partido mayoritariamente por un director de ideas frescas, culto, comprometido hasta las cejas con la m¨²sica que se est¨¢ haciendo ahora mismo, al margen de las carreras de ¨¦xito dirigidas por las multinacionales del sector, como lo prueba su vinculaci¨®n ejemplar con la orquesta de Birmingham durante casi dos d¨¦cadas; un director, en suma, de ideas firmes y talante cordial, al que le gusta trabajar en pocos sitios, pero con mucha intensidad.
El rejuvenecimiento de la orquesta en los ¨²ltimos a?os ha tenido seguramente un peso decisivo en la elecci¨®n. No se han tanteado como hace una d¨¦cada nombres tan previsibles como los de Maazel, Levine o Mutti. La decisi¨®n ha sido r¨¢pida: un ingl¨¦s de pelo rizado y aspecto familiar, casi un heredero de Los Beatles, con el que la orquesta lleva trabajando espor¨¢dicamente desde 1987. Es el nuevo estilo, la gran esperanza. La Filarm¨®nica de Berl¨ªn ha ratificado por qu¨¦ es la orquesta m¨¢s importante del mundo a la hora de marcar tendencias. Ha visto con claridad que los tiempos de hoy requieren soluciones muy diferentes a las de hace 10 a?os. Y ha encontrado con Rattle el revulsivo que la m¨²sica orquestal estaba pidiendo a gritos.
Es interesante volver a leer ahora The making of a conductor, un libro sobre los primeros pasos de Rattle escrito por Nicholas Kenyon, el director actual de los PROMS de Londres, y publicado en 1989 por Faber and Faber (Londres-Boston). Las opiniones del joven director sobre la m¨²sica, las orquestas, el repertorio, el aprendizaje o la motivaci¨®n son esclarecedoras. Y no son menos interesantes los pasos precisos e imaginativos con que se fue cimentando su carrera. Quiz¨¢ algunos recuerden su deb¨² en Madrid, en el viejo Teatro Real, con la orquesta Philharmonia, en abril de 1981, interpretando la Sinfonietta de Janacek, o un concierto para piano de Ravel con Rosa Sabater, o unas maravillosas Variaciones de Elgar. Ten¨ªa entonces 26 a?os.
Rattle supone, adem¨¢s, la consagraci¨®n definitiva de una generaci¨®n de directores de orquesta nacidos en la segunda mitad de este siglo. Salonen, Chailly, Gergiev, Jannsons, est¨¢n imponiendo un nuevo estilo a pasos agigantados. En Espa?a, el ejemplo m¨¢s significativo es el de V¨ªctor Pablo P¨¦rez con su trabajo al frente de las orquestas de Tenerife y Galicia.
Claudio Abbado y los filarm¨®nicos berlineses homenajean hoy a Karajan en Salzburgo. Simon Rattle est¨¢ velando armas mientras prepara las maletas a Berl¨ªn. El viaje puede ser apasionante. Est¨¢ en juego nada menos que la m¨²sica orquestal del siglo XXI.
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