A vueltas con la voluntad
IMANOL ZUBERO Todos lo recordamos. Tras casi tres d¨¦cadas de insistencia, Ram¨®n Sampedro consigui¨® por fin hacer su voluntad. Encadenado a un cuerpo muerto, dedic¨® toda su vida a reivindicar su derecho a una muerte digna de un ser humano. Su primera, fundamental y pr¨¢cticamente ¨²nica voluntad no era otra que la de poner fin a su existencia. De haberle resultado f¨ªsicamente posible, se hubiera suicidado. Pero su voluntad personal, libre y l¨²cida, chocaba con el derecho y la moral, expresi¨®n de esa voluntad general por la que el individuo pierde, seg¨²n se?alara Rousseau, su libertad natural. Por eso, si bien al final logr¨® cumplir su primera voluntad, no fue respetada la ¨²ltima que expresara en vida: ser incinerado y que sus cenizas se aventaran sobre la costa que le rob¨® el cuerpo. Por exigencias de la investigaci¨®n judicial, su cad¨¢ver fue enterrado, inmovilizado de nuevo en una caja de madera bajo un metro de tierra. En la pel¨ªcula de Kubrick Doctor Strangelove (distribuida en Espa?a con el t¨ªtulo Tel¨¦fono rojo: volamos hacia Mosc¨²), el tal doctor justifica la construcci¨®n de una m¨¢quina capaz de responder a una agresi¨®n sovi¨¦tica con un ataque nuclear masivo que extinga la vida en la tierra durante noventa a?os de manera autom¨¢tica, al margen de la voluntad humana; construcci¨®n t¨¦cnicamente posible, cuya realizaci¨®n depende s¨®lo de la voluntad de hacerla. La voluntad humana decide sobre la construcci¨®n de una m¨¢quina que permita hacer la guerra sin los inconvenientes de la voluntad humana. Parad¨®jica voluntad. Hay voluntades que se ennoblecen como empe?o y voluntades que se desprecian como empecinamiento. Hay voluntariado ensalzado y hay denostado voluntarismo. Hay tambi¨¦n un an¨¢lisis ingenuo que pretende sustituir las posibilidades hist¨®ricas con sentidos llamamientos a la capacidad creadora de la voluntad pol¨ªtica, como hay encendidas cr¨ªticas a la falta de voluntad como ¨²nico obst¨¢culo a la transformaci¨®n de la realidad. En los ¨²ltimos a?os, los nuevos intelectuales org¨¢nicos del nacionalismo vasco (los que habitan el tercer espacio y propugnan la segunda transici¨®n) parecen haber descubierto a Renan. M¨¢s all¨¢ de determinadas caracter¨ªsticas objetivas u objetivables, lo que realmente constituye al nacionalismo es la afirmaci¨®n de una voluntad nacional. La lectura del libro titulado Propuestas para un nuevo escenario, editado por el Instituto Manu Robles-Arangiz es, por encima de todo, un canto a la voluntad. ?ste es el concepto m¨¢s repetido. La reivindicaci¨®n del soberanismo, la defensa pol¨ªtica del denominado ¨¢mbito vasco de decisi¨®n, son presentadas no como recuperaci¨®n de algo que fue negado (como en el discurso nacionalista cl¨¢sico), sino como expresi¨®n libre de la voluntad del Pueblo Vasco. Para avanzar en la senda del soberanismo, se dice, ni siquiera es preciso reformar tal o cual ordenamiento jur¨ªdico, bastar¨ªa con tomar decisiones incondicionadas de acuerdo con la voluntad pol¨ªtica de la ciudadan¨ªa vasca. Es un avance. Pero no deber¨ªan olvidar que Renan siempre afirm¨® el poder de ruptura de la persona adulta, su capacidad para escapar de su contexto, para evadirse de la esfera nacional, de la voluntad general, sin plegarse a la totalidad de la que proviene: "No abandonemos el principio fundamental de que el hombre es un ser razonable y moral antes de estar instalado en tal o cual lengua, de ser miembro de tal o cual raza, de adherirse a tal o cual cultura". No olvidemos que la voluntad no existe si no es a partir de las voluntadaes y que ¨¦stas son diversas y, muchas veces, enfrentadas; que la voluntad con may¨²scula, la voluntad general, ha sido casi siempre "la voluntad del General". A no ser que pensemos que existe la buena (la nuestra) y la mala voluntad (la de los otros). Pero ¨¦sta es otra historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Eutanasia
- Nacionalismo
- Comunidades aut¨®nomas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Ideolog¨ªas
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Caso Ram¨®n Sampedro
- Suicidio no asistido
- Ram¨®n Sampedro
- Muerte digna
- Enfermos terminales
- Medicina paliativa
- Enfermos
- Asistencia sanitaria
- Especialidades m¨¦dicas
- Medicina
- Problemas sociales
- Sanidad
- Sociedad
- Salud