El arte de no ligar
Anda preocupado el PP por el hecho de que en varios puntos de la geograf¨ªa peninsular haya habido una erupci¨®n de alianzas en su contra, y el hecho merece que ¨¦l mismo le dedique, a un tiempo, sosiego y reflexi¨®n. El primero parece imprescindible porque la reacci¨®n torrencial e intemperante de sus dirigentes puede resultar mucho m¨¢s contraproducente y beneficiosa para el adversario que revitalizadora de la propia postura. Como esos jovencitos que acusan a los compa?eros de pandilla de los fracasos propios en los primeros escarceos amorosos sin tomarse la molestia de solucionar antes su problema con el acn¨¦ juvenil, los dirigentes del PP multiplican la habitual paranoia de los pol¨ªticos, olvidando su ventaja y sin darse cuenta de que tienen en sus manos la soluci¨®n de sus muy modestas desdichas. Vistas las encuestas de opini¨®n, parecen protagonistas de aquel chiste de los cien mil gallegos asustados porque una persona les rodeaba. A poco que se detengan en pensar un momento, se dar¨¢n cuenta de que el PSOE no ha logrado tanto. Los pactos que ha hecho no contienen promesa de estabilidad ni tampoco garant¨ªa de rentabilidad en el caso de que frag¨¹en de forma definitiva, pues es muy posible que beneficien al aliado. Nacen, incluso, de la conciencia de la debilidad relativa del PSOE. Por tanto, lo l¨®gico habr¨ªa sido tratar con despego ir¨®nico y promesa de hacer un balance en el futuro un modesto revolc¨®n que no debiera provocar tantos nerviosismos. El pacto es consustancial a la democracia; denominarlo fraude es algo as¨ª como quejarse de que tengan branquias los peces.
El problema del PP es que resulta dif¨ªcil imaginar una situaci¨®n mejor para ¨¦l que la presente. Excepto nombrar al duque de Feria como candidato a la presidencia del Gobierno, el PSOE ha hecho casi todo lo posible para dar todas las ventajas al adversario. Por eso tiene ¨¦ste que pensar seriamente en sus propias deficiencias, que son de dos tipos, de estilo y de fondo. El centro no es s¨®lo un estilo, pero tambi¨¦n consiste en tenerlo. En general, un pol¨ªtico inteligente sabe que es tarea diaria hacerse perdonar el ¨¦xito. Recu¨¦rdese el mejor Adolfo Su¨¢rez, el de los a?os 1976 y 1977. De ¨¦l pudo decirse que, como la Alicia de Lewis Carroll, sab¨ªa crecer y menguar seg¨²n las conveniencias para pasar todos los obst¨¢culos. El llamado "h¨¦roe de la retirada" -Enzensberger dixit- si por algo se caracteriza es porque a base de insistir en su propia insignificancia acaba demostrando su grandeza real. Ahora, en cambio, da la sensaci¨®n de que el sustitutivo de esta ¨²ltima consiste en que los medios adictos -los oficiales hasta la m¨¢s vergonzosa desfachatez- hinchen el perro. Pero eso resulta tan poco convincente como la prepotencia del jovencillo que, padeciendo acn¨¦, intentara demostrar que est¨¢ de moda. Lo curioso del caso es que en el estilo personal de Rajoy, Arenas, Mayor o Rato habr¨ªa de sobras donde aprender.
La segunda cuesti¨®n se refiere al fondo doctrinal del PP. Habiendo quedado sin ulterior concreci¨®n en qu¨¦ consiste el "centro reformista", este partido sigue siendo tan s¨®lo liberal, lo que, a estas alturas, es o bien una obviedad, porque lo somos todos, o bien un desvar¨ªo anacr¨®nico, porque Thatcher fue un fen¨®meno de los setenta, asumido tambi¨¦n por todos en lo que tuvo de bueno. Esta indefinici¨®n no se produce tan s¨®lo en el nivel doctrinal, sino que ha aparecido tambi¨¦n en muchos otros aspectos m¨¢s concretos. Los indudables ¨¦xitos del PP por lo que ha hecho en econom¨ªa y lo que ha dejado de hacer en el Ministerio del Interior no pueden hacer olvidar que en regeneraci¨®n pol¨ªtica ni tan s¨®lo ha hecho un gesto y en otras materias, como las relativas a la pluridad espa?ola, se ha dedicado a una mezcla de confrontaci¨®n y pacto que prolonga una agon¨ªa, pero no resuelve nada.
Pactar es seducir y con estos mimbres es muy dif¨ªcil que se perciba la atracci¨®n del partido que gobierna. Instalado s¨®lidamente en todo el espacio de la derecha, incluso si no existiera el peligro de aparici¨®n de una extrema derecha -ahora existe y se llama GIL-, debiera intentar seriamente al avance hacia el centro. Ha perdido tiempo, mucho tiempo, y ha cometido errores gratuitos e innecesarios. Pero en su mano est¨¢ todav¨ªa remediar sus pecados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.