Que el lector juzgue
En su Con desagrado respondo (EL PA?S, 10 de julio), Javier Mar¨ªas se ve obligado a reconocer que en su escrito El art¨ªculo m¨¢s iluso (EL PA?S, 26 de junio) escribi¨® cosas que no eran ciertas sobre nuestro padre, Jos¨¦ Luis L. Aranguren. Para empezar, Mar¨ªas se justifica diciendo que escribi¨® "de memoria". Grave ligereza y falta de profesionalidad, ciertamente, el acusar p¨²blicamente a alguien de delator ("tarea delatora" es el t¨¦rmino que ¨¦l emplea) citando "de memoria". Mas sigamos analizando su respuesta. Mar¨ªas escribe que su "¨²nico error" fue "un error de fechas". ?Es eso cierto? En respuesta a nuestra exigencia de precisi¨®n, Mar¨ªas cita algunas informaciones aparecidas en diarios espa?oles en 1993 y 1995. ?Y qu¨¦ es lo que encontramos all¨ª? Encontramos a un soldado (sujeto, por tanto, a la disciplina militar, y, adem¨¢s, en tiempo de guerra) en San Sebasti¨¢n a quien sus superiores militares le ordenan que redacte algunos informes sobre exiliados espa?oles que han solicitado volver a Espa?a, utilizando para ello los datos de que disponen las propias autoridades -?d¨®nde si no los podr¨ªa obtener un soldado, y en plena guerra civil? (A prop¨®sito, nuestro padre siempre dijo que sus informes fueron sin excepci¨®n favorables a los solicitantes, y no hay raz¨®n ni informaci¨®n objetiva alguna para dudar de su palabra). Comparemos a este soldado que cumple ¨®rdenes redactando unos informes sobre personas que desean regresar a su pa¨ªs con el profesor universitario, sobre quien escribe Mar¨ªas, que delata a compa?eros y colegas sospechosos de oposici¨®n al r¨¦gimen franquista. ?Es esto un simple "error de fechas"? ?Es que Mar¨ªas no ha entendido lo que ¨¦l mismo cita? No s¨®lo son las fechas distintas; lo realmente importante es que son totalmente diferentes las acciones del acusado, la situaci¨®n en que se halla y las circunstancias que enmarcan esa actividad. Que el lector juzgue si esto es o no, cuando menos, manipulaci¨®n tergiversadora de la realidad por parte de Javier Mar¨ªas. Acerca de la conexi¨®n entre la actividad delatora de Aranguren y la representaci¨®n de Tabacalera -econ¨®micamente muy provechosa, seg¨²n Mar¨ªas-, responde que somos nosotros, y no ¨¦l, quienes hemos establecido esa relaci¨®n directa en nuestra r¨¦plica anterior. Como aqu¨ª la cuesti¨®n se reduce a leer e interpretar unos textos, nuestra ¨²nica reacci¨®n es sugerir al lector todav¨ªa interesado en este tema que relea ambos, el primero de Mar¨ªas y nuestra contestaci¨®n (EL PA?S, 3 de julio), y decida por su cuenta.
Queremos subrayar que la fuente original de los datos supuestamente tan comprometedores que Mar¨ªas maneja en respuesta a nuestra cr¨ªtica de imprecisi¨®n es el propio Aranguren. Aqu¨ª no ha habido investigaci¨®n period¨ªstica por parte de Mar¨ªas ni de ning¨²n periodista; estos ¨²ltimos se han limitado a reproducir, con mayor o menor exactitud, las palabras de Aranguren en conversaciones o entrevistas. Muestran estas palabras a un hombre que voluntaria y p¨²blicamente, con toda honestidad y transparencia, cuenta acontecimientos de su vida, lo que ha hecho y por qu¨¦ lo ha hecho, c¨®mo y por qu¨¦ han cambiado y evolucionado sus ideas y actitudes pol¨ªticas, aun a riesgo de que lo que dice sea distorsionado. Por mucho que se esfuerce Mar¨ªas, ahora o en el futuro, en echar borrones sobre el nombre de nuestro padre, la realidad es que son innumerables las personas de toda clase, condici¨®n y origen territorial que sienten un profundo respeto cuando no una gran admiraci¨®n por Aranguren y por lo que ha significado y representado en la sociedad espa?ola en el ¨²ltimo tercio de este siglo.
Son ya dos los escritos de una y otra parte sobre la conducta de Aranguren que Mar¨ªas ha hallado tan reprobable. Pensamos que el lector tiene suficiente informaci¨®n para juzgar tal comportamiento, y tambi¨¦n, de paso, la conducta e intenciones de Javier Mar¨ªas. No deseamos, pues, continuar esta discusi¨®n, a la que nos hemos visto forzados porque Mar¨ªas ha preferido esperar a que nuestro padre hubiera muerto para censurar su comportamiento. Pero, naturalmente, nos reservamos el derecho a una nueva respuesta si as¨ª lo requiere una nueva carta de Mar¨ªas que EL PA?S decida publicar.- y sus hermanos y hermanas.
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