Un poblado a la deriva
Doscientos ochenta gitanos rumanos llevan una semana en un p¨¢ramo madrile?o pendientes de que las instituciones, que les expulsaron del poblado donde viv¨ªan, encuentren un lugar donde alojarles. Pero la soluci¨®n no es f¨¢cil. Las administraciones se enfrentan a su propia falta de previsi¨®n en temas de inmigraci¨®n y al rechazo vecinal. La sociedad madrile?a se escandaliza ante el espect¨¢culo de decenas de familias vagando con sus ni?os y reclama soluciones, pero lejos de su casa. Los vecinos de los barrios vapuleados por la marginaci¨®n no quieren aumentar su ya colmado cupo de problemas y los de las zonas acomodadas desean seguir disfrutando de sus privilegios.
La historia de estos inmigrantes acostumbrados al nomadeo comenz¨® hace un a?o cuando llegaron a un descampado del barrio de Malmea situado en Fuencarral, un distrito del norte de la ciudad, no muy lejos del hospital de La Paz. All¨ª se instalaron en sus furgonetas y tiendas de campa?a, entre escombros y con una s¨®la fuente para medio centenar de personas. Sobreviv¨ªan de la venta de peri¨®dicos para indigentes como La farola y La calle y de la mendicidad.
En la pasada primavera eran ya medio millar, entre ellos numerosos ni?os, y Unicef (el organismo de Naciones Unidas para la infancia) alert¨® a las instituciones del problema. Hasta entonces s¨®lo algunos grupos de voluntarios acud¨ªan al poblado a prestar apoyo social a estas personas.
La muerte de un peque?o, abrasado al arder la tienda de campa?a donde dorm¨ªa con una vela encendida, precipit¨® los acontecimientos. Las instituciones optaron por escolarizar a todos los ni?os, que no sab¨ªan lo que era un aula, en un colegio abierto de forma especial para ellos y en el campamento se instalaron duchas y letrinas.
Pero en el vecindario, una zona de clase media baja sin grandes conflictos sociales, exist¨ªa ya un fuerte rechazo a la presencia de los inmigrantes. Algunos residentes comenzaron a recoger firmas pidiendo el desmantelamiento del poblado y llegaron a reunir 2.500. Tambi¨¦n la comisar¨ªa local recib¨ªa cada vez m¨¢s quejas.
Los vecinos no acusaban a los inmigrantes de cometer grandes delitos. Les echaban en cara su suciedad y su "actitud chulesca" cada vez que les recriminaban algo. Tampoco soportaban su constante presencia en el ¨²nico parque de la zona.
"Dejan todo sucio y si les dices algo, encima se encaran contigo", manifestaban algunos vecinos que tambi¨¦n les acusaban de causar da?os en los coches aparcados por la zona y de peque?os hurtos. No lleg¨® a haber agresiones xen¨®fobas, ni pintadas alusivas, ni siquiera manifestaciones de protesta pero la actitud hacia los rumanos era cada vez m¨¢s hostil. Incluso quienes no se mostraban contrarios a estas familias, tem¨ªan que el campamento acabase siendo pura marginalidad como ha ocurrido en otros asentamientos chabolistas de la ciudad.
As¨ª las cosas, el 8 de julio, una vez pasadas las elecciones municipales y finalizado el curso escolar de los ni?os, el Ayuntamiento de Madrid y la Delegaci¨®n del Gobierno, ambos controlados por el PP, enviaron una fuerte dotaci¨®n policial al poblado. Seg¨²n las instituciones se trataba de una operaci¨®n destinada a limpiar el insalubre lugar y a retirar los coches abandonados.
Pero los inmigrantes y los voluntarios sociales que les apoyaban pusieron en solfa esta versi¨®n oficial. "Los agentes nos han dicho que o nos marchamos hoy de forma voluntaria o nos deportan a Ruman¨ªa por ser inmigrantes ilegales", explicaban los rumanos. Todas estas familias hab¨ªan solicitado el asilo en Espa?a, que les fue denegado, y ten¨ªan por ello interpuestos recursos.
"Para limpiar hacen falta barrenderos no decenas de polic¨ªas ?a qui¨¦n pretenden enga?ar?", apostillaban los voluntarios. La oposici¨®n municipal y las entidades de apoyo a inmigrantes como SOS Racismo o la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos manten¨ªan el mismo argumento.
Las familias se dispersaron. Unas emprendieron camino a Valencia, donde, como en Vitoria, existe otro campamento rumano. Otras vagaron por la ciudad sin saber d¨®nde ir. Las autoridades, como no reconoc¨ªan haber expulsado a estos inmigrantes - "se han ido voluntariamente"- tampoco les ofrecieron alternativa alguna. Pero, esa misma noche, una desgracia volvi¨® a juntar a buena parte de las familias. Una de ellas perdi¨® a un hijo de cinco a?os que muri¨® atropellado cuando, en pleno ¨¦xodo, hacia el norte de Espa?a, jugaba bajo un cami¨®n aparcado en un ¨¢rea de servicio de la carretera de Burgos.
Al d¨ªa siguiente un centenar de rumanos volvi¨® a juntarse en un parque junto al hospital de La Paz. Por la noche eran casi 200 y el problema pol¨ªtico ya hab¨ªa estallado. La ONG Mensajeros de la Paz se ofreci¨® a pagar 30 habitaciones en un hotel de cuatro estrellas para estas personas. Pero ellas tem¨ªan que al separarse se les expulsase.
El Ayuntamiento de Madrid, que hasta entonces no hab¨ªa aportado soluci¨®n alguna a estas familias, decidi¨® trasladarlas a la aislada vaguada donde se encuentran ahora, junto a la avenida de Burgos. All¨ª el ej¨¦rcito instal¨® cuatro tiendas de campa?a y unas letrinas. El compromiso era que el campamento permaneciese s¨®lo 72 horas. Al cabo de ese plazo se buscar¨ªa una soluci¨®n m¨¢s digna.
Transcurridos los tres d¨ªas, las instituciones madrile?as plantearon una alternativa: levantar cinco campamentos de tiendas de campa?a para un m¨¢ximo de 70 personas cada uno de ellos. Algunas ONG como Cruz Roja o la Comisi¨®n Cat¨®lica de Migraciones eran partidarias de esta opci¨®n, y no del alojamiento en edificios cerrados, por "el car¨¢cter n¨®mada" de estas familias. Los inmigrantes permanecer¨ªan en los campamentos tres meses durante los que recibir¨ªan apoyo social de las ONG. Pasado ese tiempo se evaluar¨ªan sus posibilidades de integraci¨®n y de ser buenas, recibir¨ªan un permiso de residencia temporal por razones humanitarias. El problema de este plan era encontrar solares adecuados para los campamentos: no muy alejados para favorecer la integraci¨®n y tampoco muy c¨¦ntricos para evitar el rechazo vecinal.
Se fij¨® un plazo de 24 horas para que el Ayuntamiento de Madrid encontrara los terrenos. Pero no lo consigui¨®. Cambiaron los planes: se buscar¨ªa un lugar cerrado para trasladar a estas familias de forma inmediata. La mudanza urg¨ªa porque al campamento iban llegando m¨¢s familias atra¨ªdas por los planes institucionales. Algunas nunca hab¨ªan vivido en Malmea. Donde hab¨ªa 280 inmigrantes un d¨ªa, despu¨¦s eran 360.
Cuartel semivac¨ªo
En unas horas se decidi¨® alojar a estos 280 inmigrantes en un cuartel semivac¨ªo del distrito de Villaverde. La decisi¨®n ten¨ªa grandes riesgos. Villaverde es un distrito obrero donde se concentran numerosas familias de escasos recursos por la abundancia de pisos sociales y por los menores precios de la vivienda en relaci¨®n a otros barrios. En la zona, situada en la ruta hacia Andaluc¨ªa, existe un poblado chabolista con 250 casetas, y hubo otro, ya desmantelado, que se convirti¨® en un de los principales puntos de venta de droga de la ciudad. Existi¨®, asimismo, un gueto de toxic¨®manos e indigentes en una nave industrial. Durante a?os las asociaciones de vecinos de Villaverde han vivido con la sensaci¨®n de estar olvidados de las instituciones que, seg¨²n cre¨ªan, s¨®lo se acordaban de ellos cuando se hac¨ªan planes de realojamiento de poblaci¨®n marginada. Este malestar, que en algunos sectores del vecindario se ha acercado en ocasiones a la xenofobia, ha estallado varias veces a lo largo de los a?os noventa en protestas masivas. Ahora, pese a los planes regionales para invertir 18.000 millones en seis a?os en el distrito, al conocer los planes de llevar las 280 familias rumanas a la zona, la caja de los truenos volvi¨® a estallar. Pero no del todo.Los vecinos, reunidos con las instituciones, aceptaron acoger a un m¨¢ximo de 80 inmigrantes en el cuartel. "Que vinieran los 280 causar¨ªa una explosi¨®n ciudadana porque en Villaverde ya tenemos bastantes problemas sociales", explicaba un representante vecinales. Tampoco se fiaban del criterio de provisionalidad. En los ¨²ltimos a?os se han levantado en Madrid no menos de una decena de asentamientos provisionales para alojar a familias chabolistas, la mayor¨ªa gitanas, y la mayor¨ªa no se han desmantelado a tiempo.
Ante esta postura, las instituciones retiraron el proyecto: ni 80 ni 280. Villaverde se descartaba. Las familias rumanas seguir¨ªan en la avenida de Burgos hasta tener unos terrenos donde levantar campamentos. El viernes el Ayuntamiento asegur¨® que ya ten¨ªa los solares. Lo que no dijo es d¨®nde. Por miedo al rechazo vecinal.
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