Ni Indur¨¢in ni Pantani: Armstrong
El norteamericano recupera para el ciclismo el protagonismo de los ciclistas medios
Parec¨ªa que despu¨¦s de Miguel Indur¨¢in todo en el ciclismo tendr¨ªa que ser extremo. En imitaci¨®n del navarro, parec¨ªa que el tipo de corredor ideal para el Tour deber¨ªa ser un tipo grandote (Indur¨¢in mide 1,88 y pesaba 80 kilos), con una gran capacidad aer¨®bica (se dice que el consumo m¨¢ximo de ox¨ªgeno del navarro es legendario) y una potencia en vatios descomunal, casi cercana a los 600.A imitaci¨®n de Indur¨¢in, surgieron en todos los pa¨ªses ciclistas grandes que destrozaban a sus rivales en las contrarreloj llanas, donde les favorec¨ªa sobre los considerados escaladores su mayor potencia m¨¢xima para combatir con m¨¢s econom¨ªa de fuerzas la resistencia del aire, y soportaban como el mejor las etapas de monta?a con sus grandes y pesados motores diesel. De Dinamarca lleg¨® Bjarne Riis; y al a?o siguiente de Alemania vino Jan Ullrich. Mientras, en Espa?a se segu¨ªa la misma pauta y se analizaban sin parar las posibilidades de mejora en monta?a de Abraham Olano, reputado contrarrelojista. Y en Suiza, ?lex Z¨¹lle. Como si el ciclismo fuera baloncesto o cualquier otro deporte de pensamiento ¨²nico en lo que respecta al morfotipo ideal, el Tour parec¨ªa s¨®lo al alcance de las superpotencias capaces de mover desarrollos de 10 metros a 90 pedaladas por minuto y contra el viento.
Llegaron 1998 y una fr¨ªa y lluviosa etapa en el Galibier. Un peso ligero, Marco Pantani (1,72 metros, 56 kilos) hundi¨® en su m¨¢s grave crisis al gigante Ullrich (1,85 metros; 74 kilos). Repentinamente, la b¨²squeda del ciclista perfecto se convirti¨® en un asunto casi perseguible de oficio. Volv¨ªa a ser el modelo el viejo y buen escalador, el ciclista capaz en la monta?a de marcar las mismas diferencias que el contrarrelojista en el llano gracias a su mejor relaci¨®n potencia/peso (vatios/kilos), muy favorable para volar en cuanto la carretera anduviera por largos tramos en porcentajes cercanos al 10% y alcanzar repetidamente sus topes de esfuerzo m¨¢ximo. Ven¨ªa, adem¨¢s, con el valor a?adido de representar la figura del David y su min¨²scula honda frente al Goliat del misil nuclear. Y eso le encant¨® a la gente. Hasta Madonna di Campiglio y un hematocrito del 52%.
La moda de los escaladores espectaculares ha generado este a?o recorridos desmesurados, como el del Giro y el que se ha anunciado para la Vuelta. Ha empujado a los cient¨ªficos tambi¨¦n a acelerar sus estudios y a preguntarse por qu¨¦ son capaces ambos tipos de corredores, el de 1,85 y 75 kilos, y el de 1,70 y 58 kilos, de ser los mejores sobre recorridos y trazados pr¨¢cticamente iguales. Las conclusiones empiezan a llover y vienen a coincidir en que para ser un gran ciclista es fundamental tener una grand¨ªsima capacidad aer¨®bica (resistencia para esfuerzos muy prolongados). La capacidad de escalar est¨¢ determinada, m¨¢s que por sus condicionantes antropom¨¦tricos, por factores fisiol¨®gicos, como la capacidad de reclutar determinados tipos de fibras musculares para los esfuerzos que son entrenables y no determinados gen¨¦ticamente (eso explica por qu¨¦ Jos¨¦ Mar¨ªa Jim¨¦nez, que se acerca m¨¢s al tipo grande con su 1,80, no anda m¨¢s que en monta?a). Y la capacidad de andar contrarreloj est¨¢ sobre todo en relaci¨®n con factores t¨¦cnicos, de tipo biomec¨¢nico (t¨¦cnica de la pedalada) y aerodin¨¢micos (posici¨®n). (Eso explica por qu¨¦ El Chaba no anda nada contrarreloj). Y tras esa explicaci¨®n llegamos a Lance Armstrong.
Armstrong, seg¨²n los expertos, ha devuelto al ciclismo el tipo de corredor que huye de los extremos. Es el futuro, dicen quienes antes profetizaban Induraines a granel y luego Pantanis por doquier. El futuro son corredores de 65 kilos (Armstrong pesa cerca de 70) y de entre 1,75 y 1,80 (1,80 mide el tejano), que cuando est¨¢n en forma son los mejores en la monta?a y los m¨¢s fuertes en la contrarreloj. Es el ciclista de compromiso. El resto es entrenamiento, valent¨ªa y cabeza.
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