Al Aquarium lo que es del mar
La cita es excesivamente temprana para quien no est¨¢ acostumbrado a salir a la mar. A las seis de la ma?ana, una peque?a embarcaci¨®n bautizada con el nombre de Satan¨¢s sale del muelle donostiarra con rumbo a Getaria. A un par de millas n¨¢uticas de la costa, frente a la playa de Zarautz, el barco dej¨® la v¨ªspera un par de palangres y una nasa para nutrir al Aquarium de San Sebasti¨¢n, adem¨¢s de cebo, de peces vivos. Desde que la Sociedad Oceanogr¨¢fica inaugur¨® en agosto del a?o pasado uno de los mejores oceanarios de Europa, habitan en este fondo marino artificial m¨¢s de 3.000 ejemplares de unas 50 especies diferentes. Pues bien, el 80% de esa fauna ha sido capturada en las cercan¨ªas del litoral que se extiende desde el cabo H¨ªguer hasta Lekeitio. ?se es el campo de acci¨®n de Jokin Guilisagasti y Santiago S¨¢nchez, dos profesionales de la mar que llevan faenando juntos 14 a?os. Aunque ahora tambi¨¦n se dedican a pescar, su labor ya no tiene nada que ver con la del pescador. "Hemos pasado de meter el pescado para luego venderlo, a capturarlo para que siga vivo. Es un cambio de mentalidad total. Antes sal¨ªas a la guerra", comenta Guilisagasti mientras pone rumbo a la baliza donde se encontraban los aparejos. Este pescador lo vio claro a comienzos del verano pasado. El Aquarium necesitaba llenar sus vitrinas de peces. Por eso, su propuesta fue firme: ¨¦l, junto a su compa?ero y con el Satan¨¢s como herramienta de trabajo, podr¨ªan suministrar un tipo de pescado a la carta y dedicarse al nuevo proyecto del Aquarium en cuerpo y alma. Desde agosto, ambos forman una empresa de servicios, con dedicaci¨®n exclusiva, cuya labor no s¨®lo consiste en proporcionar todo tipo de peces y el 40% del cebo necesario para alimentarlos. Tambi¨¦n arreglan viveros, preparan aparejos, trabajan en el laboratorio y llevan a los buzos a rastrear los fondos marinos del Cant¨¢brico. Tras una placentera traves¨ªa que bordea el monte Igeldo, con la mar como un plato, el Satan¨¢s llega a la baliza. Comienza la recogida. A 40 brazas (72 metros de profundidad) est¨¢n diseminados 400 anzuelos provistos de un trozo de chipir¨®n que sirve de cebo. Fanecas, rayas, congrios y dem¨¢s especies se arrojan al vivero del barco. El 90% del pescado sube vivo, aunque algunos aparecen devorados por los sabirones que merodean en busca de alimento. Nada se desaprovecha. Lo que no va para el oceanario sirve para el restaurante. En plena subida, encuentran una pescadilla de gran tama?o. "?ste es un pescado muy dif¨ªcil de coger vivo. Nunca hab¨ªamos conseguido una tan grande", comenta Guilisagasti. No es el caso, pero en m¨¢s de una ocasi¨®n se han llevado sorpresas, como la captura de un tibur¨®n peregrino pegado a la costa que med¨ªa m¨¢s de cuatro metros. El Satan¨¢s regresa con la cesta llena despu¨¦s de seis horas. La pescadilla ha muerto. No podr¨¢ sumergirse en ese fondo marino del Aquarium repleto de especies capturadas por Jokin y Santiago.
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