La ciudad kafkiana
El Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona acoge una exposici¨®n sobre la Praga que conoci¨® el autor de 'El proceso'
?C¨®mo era la Praga de Kafka, esa ciudad que tanto le oprim¨ªa? Al principio de este siglo era una ciudad provinciana que conservaba, sin embargo, muchos rasgos y recuerdos de la ¨¦poca en que fue capital imperial. Viv¨ªan en ella los ciudadanos checos de tres etnias: eslavos, germ¨¢nicos y jud¨ªos: una combinaci¨®n menos complicada que la que presenta la Nueva York actual. Se hablaba alem¨¢n, yidish y checo. Como es sabido, la xenofobia acabar¨ªa con ese equilibrio; durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes exterminaron a los jud¨ªos, y despu¨¦s de la guerra los eslavos expulsaron a los alemanes. En esa ciudad provinciana, pero indudablemente "con estilo", se desarrollaba una vida cultural que, a juzgar por los nombres que permanecen, deb¨ªa de ser bastante intensa, una vida cultural que por un lado se volcaba hacia s¨ª misma, poniendo los cimientos del nacionalismo futuro (es hilarante la historia de los "descubrimientos" de antiguos cantares de gesta, redactados a escondidas por los poetas nacionalistas para dar pedigr¨ª de antig¨¹edad a una patria checa) y que, por el otro, se contemplaba en el espejo de las capitales del momento: especialmente en Par¨ªs y Viena, pero tambi¨¦n en Berl¨ªn.
El que muchos consideran el mejor cl¨¢sico del idioma checo, el sacerdote Jakub Deml (1878-1961), una especie de Moss¨¦n Cinto Verdaguer bastante m¨¢s extravagante y d¨ªscolo, empezaba a publicar sus primeros textos y a recibir los primeros castigos de su obispo. Jan Neruda (1834-1891) fundaba el realismo en la literatura checa y preconizaba el expresionismo centroeuropeo. Rainer Maria Rilke (1875-1926) publicaba sus primeros poemas y relatos y emigraba a Viena, como Leo Perutz (1884-1957), que luego, empujado por el ascenso del nazismo y el Anchluss austriaco, tendr¨ªa que huir a Palestina. Johannes Urzidil (1896-1970) tambi¨¦n emprender¨ªa el camino del exilio, en direcci¨®n a Inglaterra e Italia. Hasek a¨²n no hab¨ªa escrito su obra maestra, Soldado Svejk, pero ya beb¨ªa como un cosaco y dirig¨ªa su partido pol¨ªtico bufo, el "Partido moderado dentro de los l¨ªmites de la ley". En aquella ciudad relativamente peque?a (medio mill¨®n de habitantes en 1900), todos estos escritores se conoc¨ªan, y muchos se reun¨ªan en las mesas del caf¨¦ Slavia, donde Rilke ambienta El rey Bohusch, para escuchar, entre grandes carcajadas, a Kafka leer en voz alta el manuscrito de El proceso. Entre los artistas, el dibujante Mucha, el artista pl¨¢stico Kubista y el escultor Bilek son "checos universales". La banca, el comercio, la hosteler¨ªa, florec¨ªan en la Praga de 1900, y con ellos, la arquitectura derivada de la Secesi¨®n vienesa, que se extendi¨® por calles, por barrios enteros y que hoy constituye, junto con el barroco, el mayor atractivo tur¨ªstico de la ciudad.
Franz Kafka (1883-1924) vivi¨® casi hasta el final de su vida en Praga, tuvo all¨ª un padre al que tem¨ªa, una hermana que le mimaba, un par de novias de las que se escurr¨ªa con mil pretextos cuando le tocaba acompa?arlas al altar, un empleo oscuro, varios domicilios, muchos amigos. S¨®lo pudo emigrar hacia Berl¨ªn poco antes de morir. La topograf¨ªa de la ciudad s¨®lo aparece en Descripci¨®n de un combate, y en El proceso se reconocen algunos de los escenarios de la ciudad, el puente Carlos y el barrio del Castillo. A este escritor y a su relaci¨®n con Praga se dedica la tercera exposici¨®n que el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) homenajea en la serie que empez¨® con El Dubl¨ªn de Joyce y La Lisboa de Pessoa.
La ciudad de K re¨²ne fotograf¨ªas, instalaciones, animaciones de unos dibujos del escritor, citas de sus libros, primeras ediciones, manuscritos -el escritor ten¨ªa una caligraf¨ªa que los graf¨®logos calificar¨ªan de optimista, con las l¨ªneas ascendentes de izquierda a derecha-, m¨²sica, transparencias, proyecciones f¨ªlmicas y espacios laber¨ªnticos construidos para evocar el ambiente opresivo de los textos kafkianos. "Esta clase de eventos, en la frontera entre la exposici¨®n y otra cosa, siempre corren el riesgo de quedarse reducidos a una enorme farsa, pero tambi¨¦n pueden constituir un viaje al fondo de un combate espiritual", dijo el comisario de la exposici¨®n, Juan Ins¨²a. Seg¨²n el director del CCCB, Josep Ramoneda, con La ciudad de K se marca un punto de inflexi¨®n en la din¨¢mica expositiva del centro: "Hasta ahora, aqu¨ª y en otros centros, las necesidades hist¨®ricas, las lagunas a cubrir, han exigido que la tarea del CCCB tuviera una importante vertiente de distribuci¨®n de lo ya hecho en otras partes, de representaci¨®n en Barcelona de cosas que se organizaban fuera. Desde ahora, y a partir de septiembre, vamos a poner m¨¢s el acento en la creaci¨®n y producci¨®n propias".
La exposici¨®n estar¨¢ abierta hasta el 10 de octubre.
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