El te¨®rico de la anticipaci¨®n
Reconocemos a Merce Cunningham como el gran padre de la danza posmoderna. Sin embargo, es mucho m¨¢s. Sin ser responsable del vocablo deconstrucci¨®n, es el verdadero deconstructor de la danza contempor¨¢nea internacional y, puede aventurarse, de toda la historia activa y moderna de la especialidad. Con el sentido del humor que siempre ha caracterizado al viejo Merce, varias veces ha reconocido orgulloso que sus primeros pasos fueron en unas improvisadas clases de tap. Ahora, al cumplir 80 a?os y con m¨¢s de 90 coreograf¨ªas a sus espaldas, este hombre, verdadera mezcla de apocal¨ªptico e integrado, resulta un monumento vivo tan inclasificable como valioso.Hay, al menos, tres datos hist¨®ricos ineludibles que le dibujan definitivamente. El primero, su temprano encuentro con John Cage (que primero le llevar¨ªa a la clase que impart¨ªa la bailarina Bonnie Bird, una disc¨ªpula de Martha Graham); en segundo lugar, su llegada en 1937 a la escuela de verano de Oakland, donde conoci¨® a Horton, Holm y Weidman, entre otros, y, finalmente, su ingreso en la compa?¨ªa de Graham, donde curiosamente le toc¨® protagonizar a los cuatro grandes personajes masculinos que inventara esta creadora (la figura de Cristo, en El penitente; el March, en Carta al mundo; el Pegaso, en Punch, y el inspirado predicador, en Appalachian Spring). As¨ª, la personalidad de Cunningham poco a poco se centra en la b¨²squeda de una danza pura, grandemente influenciado por Cage, con quien colabor¨® toda la vida y a quien le debe su iniciaci¨®n en el zen.
Viaje a la poes¨ªa pura
Para Merce Cunningham, el cuerpo deb¨ªa moverse en el tiempo y en el espacio sin v¨ªnculo alguno con una historia o una expresi¨®n determinadas, era un viaje a la poes¨ªa pura dentro del movimiento que a¨²n contin¨²a, siempre imbricado y comprometido con la vanguardia est¨¦tica tanto en lo sonoro como en lo pl¨¢stico. Pintores como Robert Rauschenberg, Jasper Johns, Frank Stella o Andy Warhol realizaron junto a ¨¦l espl¨¦ndidos decorados y vestuarios que constituyen hoy d¨ªa piezas de museo vivas de un arte total e imperecedero, que en ning¨²n momento hizo detener en el core¨®grafo su esp¨ªritu experimentador.Desde los primeros a?os cincuenta Cunningham y Cage inician la t¨¦cnica aleatoria para crear independientemente m¨²sica y movimiento que luego eran unidos sobre el escenario, a partir de lo cual crearon una verdadera nueva gr¨¢fica de la danza y el aut¨¦ntico cimiento est¨¦tico de la era posmoderna en el baile. Casi al mismo tiempo, cuando la palabra v¨ªdeo pertenec¨ªa a¨²n a la ciencia-ficci¨®n, Cunningham hac¨ªa sus primeros experimentos con estos aparatos, confiando cual visionario en la validez de los procesos y en su gran importancia dentro del arte contempor¨¢neo.
La misma eterna inquietud le ha llevado a no abandonar la escena jam¨¢s. Desde principios de los a?os ochenta, aun con su salud muy debilitada, en casi todas sus creaciones hace una aparici¨®n simb¨®lica de continuidad, de ejercicio din¨¢mico eterno y cambiante, de verdadera confianza en el proceso creador y en su debate con el tiempo.
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