Semillas de racismo FRANCESC DE CARRERAS
Ten¨ªamos que llegar al punto en el que ahora estamos. No hab¨ªa un racismo declarado porque no exist¨ªa una "masa cr¨ªtica" suficiente para que el problema se notara. A partir de lo sucedido estos d¨ªas, el problema de los inmigrantes africanos en Catalu?a ya est¨¢ en nuestra agenda c¨ªvica y pol¨ªtica. Habr¨¢ un antes y un despu¨¦s de este julio de 1999. ?Existe racismo en Catalu?a? Como dicen de las meigas en Galicia: haberlo, haylo. Y, adem¨¢s, es perceptible desde hace muchas d¨¦cadas. Lo han padecido -como en tantos otros lugares- los gitanos. Tambi¨¦n la inmigraci¨®n en los a?os cincuenta y sesenta. Era un racismo soterrado y sutil, pero muy real y concreto. En estos a?os conoc¨ª muy de cerca la sociedad -la "buena sociedad"- de una peque?a ciudad catalana que hab¨ªa doblado su censo de habitantes por una s¨²bita inmigraci¨®n, proveniente toda ella de un mismo pueblo de Andaluc¨ªa. Los que se consideraban antiguos due?os del lugar y los reci¨¦n llegados habitaban una misma ciudad, pero pertenec¨ªan -excepto en las horas de trabajo o de escuela- a dos esferas, separadas y distantes, en amigos, bares, costumbres y juegos. Los propietarios de la ciudad se irritaban porque los reci¨¦n llegados se compraban una gabardina o un transistor, lujos que consideraban excesivos y desmesurados para personas de aquella condici¨®n. Los noviazgos entre parejas, llam¨¦mosles, "mixtas", ocasionaban terribles dramas familiares y constitu¨ªan un esc¨¢ndalo social. Todo ello entre gentes civilizadas, cultas y, en lo dem¨¢s, tolerantes. Y con diferencias culturales m¨ªnimas: ni raza ni religi¨®n ni cuestiones que afectaran sustancialmente a la concepci¨®n general de la vida y de la muerte. Lo que ahora tenemos delante es m¨¢s fuerte. Quiz¨¢ estamos mejor preparados. Pero, por ahora, las reacciones son muy parecidas o peores. Lo sucedido en estas dos ¨²ltimas semanas constituye un serio aldabonazo. Una cierta reacci¨®n racista se hab¨ªa intuido en el resultado de las elecciones municipales de Manlleu. Pero los sucesos de Terrassa, de Banyoles y de Girona, lo han ilustrado con claridad meridiana. Los informes de SOS Racismo y del Consell del Audiovisual de Catalunya (CAC), aportan tambi¨¦n datos significativos. Por ¨²ltimo, la 35? cumbre de la OUA, que ha reunido en Argel a todos los jefes de estado y de gobierno africanos, ha denunciado al Ayuntamiento de Banyoles por "persistente desprecio cultural y racista" al no devolver a su pa¨ªs de origen al hombre disecado que durante tantos a?os ha figurado en su museo de ciencias naturales. Todo ha sucedido en pocos d¨ªas. Nada de ello, sin embargo, es anecd¨®tico, excepto la alucinante actuaci¨®n de algunos skin-heads. Todo ello es, en cambio, s¨ªntoma de que existe un latente racismo en nuestra sociedad, mucho m¨¢s amplio que el manifestado en las acciones concretas de estos d¨ªas, racismo que las autoridades parecen querer ignorar. El c¨®nsul de Gambia, que conocer¨¢ por su cargo diversas experiencias, lo expresaba as¨ª: "Parece que no quieren saber que existe una semilla de racismo". Este racismo se ha puesto de manifiesto, por ejemplo, en las opiniones de an¨®nimos oyentes en las radios de Catalu?a -especialmente la COM y Catalunya R¨¤dio- que, al comentar los sucesos, expresaban ideas claramente racistas, segregacionistas y xen¨®fobas. Personas de tono moderado y apariencia razonable dec¨ªan lo mismo que los racistas en Estados Unidos: son iguales, pero hay que mantenerlos separados. Los de tono m¨¢s radical iban m¨¢s all¨¢: que se vayan a su pa¨ªs, ¨¦ste no es el suyo. Muchos de ellos a?ad¨ªan: "Aix¨° ¨¦s casa nostra". Esta expresi¨®n coincide -y seguramente no es casualidad- con una de las preferidas de los medios de comunicaci¨®n de la Generalitat al referirse a Catalu?a: se la llama, enga?osamente, "casa nostra", otorgando as¨ª al subconsciente del ciudadano un t¨ªtulo de propiedad sobre una tierra que en absoluto se corresponde con una visi¨®n democr¨¢tica de ciudadan¨ªa. Las palabras casi nunca son inocentes. Por otro lado, las autoridades, en general, no han sabido estar a la altura de las circunstancias. Es m¨¢s, han estado muy por debajo de las mismas. En todo ello, lo m¨¢s grave ha sido la actitud del alcalde de Banyoles que ha considerado como simple "gamberrada" (bretolada, ha dicho) las heridas a una embarazada y las quemaduras y roturas de las manos y piernas de otra mujer africana, producido todo ello por un incendio nocturno de una casa habitada por gente de color. Por cierto que algo pasa en Banyoles: ?por qu¨¦ no retornan al botsuano disecado a su tierra de origen? ?Por qu¨¦ el Ayuntamiento todav¨ªa no ha otorgado el permiso a una mezquita que hace nueve a?os que funciona? Las cosas casi nunca suceden por casualidad. La sociedad catalana en general debe iniciar una toma de conciencia de estos problemas y las autoridades pol¨ªticas deben comenzar a ponerles remedio actuando, como dice SOS Racismo, de manera "contundente en defensa de la cultura del di¨¢logo y en el dise?o de una pol¨ªtica global". En otro caso, estaremos incubando el huevo de la serpiente.
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