Racismo en Espa?a
Los acontecimientos de mediados de julio de este a?o en el Marem¨¤gnum de Barcelona, en Malmea (Madrid), en Terrassa (Barcelona), Banyoles (Girona) y Girona capital ponen en cuesti¨®n la pretendida inexistencia de racismo en Espa?a. Si de acuerdo con los eurobar¨®metros y otros datos de encuesta, los espa?oles se consideran muy poco racistas, la realidad es que esta autodefinici¨®n se ajusta a una situaci¨®n en la que apenas tienen contacto con el fen¨®meno de la inmigraci¨®n. La presencia en la sociedad y la competencia en el mercado de trabajo de un n¨²mero apreciable de marroqu¨ªes, senegambianos, filipinos o dominicanos es, por ahora, m¨ªnima. En el conjunto de Espa?a apenas alcanza el 1% de la poblaci¨®n. En la mayor¨ªa de los casos en que los inmigrados activos tienen empleo, substituyen a los espa?oles en tareas que ¨¦stos rechazan. El colectivo de gitanos que son ciudadanos espa?oles es el ¨²nico que alcanza, en datos significativos de las encuestas, el rechazo expl¨ªcito por parte de los espa?oles. ?nicamente a nivel de barrio o en zonas donde se concentra poblaci¨®n inmigrante, su presencia se convierte y es sentida como problema. Por otro lado, los enfrentamientos arriba mencionados se produjeron entre marroqu¨ªes, gitanos rumanos y espa?oles. Teniendo en cuenta la proximidad geogr¨¢fica e hist¨®rica de nuestro pa¨ªs, no resulta aventurado afirmar que, visualmente, todos ellos podr¨ªan pasar por tener rasgos ¨¦tnico-raciales parecidos. Una clara distinci¨®n por raza entre unos y otros es dif¨ªcil de especificar. As¨ª, las reacciones xen¨®fobas y racistas se polarizan en torno a la inmigraci¨®n, m¨¢s que a la raza. La categor¨ªa de inmigraci¨®n substituye a la de raza. Tanto la xenofobia (miedo a lo extra?o, a lo extranjero) como el racismo (miedo a lo diferente en funci¨®n de la raza, es decir rasgos f¨ªsicos diferenciales como el color de la piel o la forma de los ojos) denotan un grado m¨¢s o menos elevado de temor a lo desconocido y no controlable a priori. La substituci¨®n del significante biol¨®gico (raza) por el sociol¨®gico (inmigraci¨®n) en las representaciones sociales y prejuicios que se desarrollan ante este temor deriva en formas de discriminaci¨®n doble (por clase y por etnia) o triple (por clase, etnia y g¨¦nero), y marginaci¨®n impregnadas de estereotipos racistas que sufren tantos colectivos de inmigrantes extracomunitarios en muchas sociedades europeas, y occidentales en general, incluida la nuestra. Dado que la mayor¨ªa de los colectivos o grupos ¨¦tnicos extracomunitarios son de inmigraci¨®n econ¨®mica y, por lo tanto, trabajadores, la igualdad racial o ¨¦tnica sobre la base de la inserci¨®n en la estructura ocupacional conduce a una situaci¨®n de competencia real, o percibida como tal, especialmente entre los estratos ocupacionales inferiores y en los niveles de las clases sociales m¨¢s bajas. Es por ello que el mayor rechazo social a los extracomunitarios procede precisamente de la inmigraci¨®n interior. En los a?os sesenta fueron los lugare?os los que rechazaban a los reci¨¦n llegados murcianos, andaluces o gallegos. Hoy son ¨¦stos quienes rechazan a los marroqu¨ªes o senegaleses, que desempe?an las actividades que ellos mismos o sus padres ten¨ªan. En ambos casos, la competencia real en el mercado de trabajo es el factor objetivo para explicar los brotes de racismo en Espa?a, con una sociedad que hoy adem¨¢s cuenta con un Estado de bienestar que suple las querencias y demandas de una poblaci¨®n activa cada vez menos dispuesta a realizar cualquier tarea y a cambio de cualquier salario de subsistencia, y que, se da por supuesto, debe dar prioridad a los de aqu¨ª antes que a los de fuera. Existen tambi¨¦n factores subjetivos. Aparte de responsabilizar a los inmigrantes de las dificultades para acceder a un (buen) empleo, vivienda, bienes educacionales o culturales, es habitual en muchas sociedades europeas proyectar sobre ellos (sean inferiores o extracomunitarios) las deficiencias o problemas de orden p¨²blico, econ¨®mico, social cultural propios del funcionamiento del sistema. La proyecci¨®n es f¨¢cil, dada la visibilidad de los inmigrantes como personas con una apariencia f¨ªsica, una lengua o lenguas y una cultura distintas, y dada su situaci¨®n de ej¨¦rcito de reserva en un mercado de trabajo ante el cual est¨¢n pr¨¢cticamente indefensos sindicalmente y muestran escaso grado de organizaci¨®n propia.
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