El humo del vecino

EL FUMADOR es libre de intoxicarse placenteramente con el humo de su cigarrillo o de su cigarro puro, pero no lo es para implicar en ese riesgo individual a terceras personas no fumadoras. Este principio de convivencia, basado en exigencias de salud p¨²blica, inspira el decreto sobre restricci¨®n de consumo de tabaco en los transportes p¨²blicos que aprob¨® ayer el Consejo de Ministros.No hay que esforzarse mucho para comprender que en los transportes colectivos -trenes, autobuses, aviones, barcos-, con espacios reducidos e insuficientemente ventilados, el derecho a fumar de unos debe ceder ante el m¨¢s fundamental de los dem¨¢s a la salud. En este sentido, es coherente y razonable la prohibici¨®n de fumar en todos los vuelos nacionales, sea cual sea su duraci¨®n, y en los autobuses urbanos e interurbanos, o la decisi¨®n de que en trenes y barcos s¨®lo se pueda fumar en vagones o zonas especialmente destinadas a fumadores. Espa?a se incorpora con retraso a pautas de comportamiento respecto del tabaco vigentes hace tiempo en otros pa¨ªses. En algunos de ellos, hace ya bastantes a?os.

La lucha contra el tabaco tiene muchas facetas, una de las cuales es la de preservar los espacios p¨²blicos cerrados de los efectos nocivos que provoca su consumo. Las administraciones est¨¢n obligadas a proteger la salud p¨²blica. Ser¨ªa deseable que esta responsabilidad se manifestara con igual contundencia en otros ¨¢mbitos tambi¨¦n relacionados con el tabaco, como la pol¨ªtica fiscal, cuya ambig¨¹edad hace dudar si no busca potenciar el consumo para recaudar m¨¢s. Si la actitud general de la Administraci¨®n acerca del tabaco fuera m¨¢s transparente y decidida tendr¨ªan sin duda mayor efecto sobre la sociedad las campa?as intermitentes que se realizan.

Cada vez son m¨¢s los j¨®venes que afortunadamente rechazan el tabaco, pero son muchos todav¨ªa -y especialmente mujeres, entre las que se observa un incremento espectacular- los que se inician desde una edad muy temprana en el h¨¢bito de su consumo. El tabaco tiene que ver con el 40% de las muertes en Espa?a, seg¨²n los expertos, y el tabaquismo acorta la vida del fumador en unos 23 a?os de media. Pero muchos j¨®venes no est¨¢n informados y otros relacionan estos datos con un mensaje sanitario m¨¢s bien piadoso, que entra en contradicci¨®n flagrante con los modelos de conducta que se le ofrecen en el cine y en la televisi¨®n en relaci¨®n con el tabaco.

Ninguna ley seca o pol¨ªtica prohibicionista cabe aplicar a un h¨¢bito o gusto privado como el fumar, y menos todav¨ªa cabe cualquier tipo de complacencia con actitudes de hostigamiento al fumador. Pero ninguna Administraci¨®n responsable puede dejar de informar sobre sus efectos nocivos, cada vez m¨¢s documentados y de consecuencias m¨¢s graves, y de prohibirlo en aquellos espacios p¨²blicos en los que se ponga en riesgo la salud de los no fumadores. Nadie puede ser obligado a fumar, aunque sea de forma pasiva.