Lecci¨®n magistral de Max Roach
En su tercera noche el Festival de Jazz donostiarra recuper¨® los espacios por los que ha deambulado en los ¨²ltimos a?os: el sal¨®n de plenos del Ayuntamiento y la plaza de la Trinidad, lugar emblem¨¢tico que ya acogi¨® los primeros conciertos en 1966. Regreso a las ra¨ªces que no signific¨® el abandono del flamante Kursaal donde, antes y despu¨¦s de los conciertos grandes, se ofrecen actuaciones gratuitas que no por la falta de pago dejan de ser interesantes. Los valencianos Sedajazz defendieron ese espacio ante un p¨²blico numeroso que se dej¨® arrastrar por sus magn¨ªficos arreglos latinos.Tambi¨¦n fue numeroso el p¨²blico que se acerc¨® a los conciertos de pago: las entradas se agotaron en la Trini. La expectaci¨®n se la repart¨ªan Branford Marsalis y Max Roach y no decepcionaron: la velada fue de aquellas que fatigan por la intensidad de lo escuchado.
Al mediod¨ªa, un Max Roach sonriente y afable hab¨ªa recibido el Premio Donostiako Jazzaldia por su trayectoria profesional (?m¨¢s de 50 a?os golpeando la bater¨ªa y tan joven como el primer d¨ªa!). Recibi¨® el galard¨®n a cuatro manos (en realidad, lo recibi¨® dos veces) del alcalde donostiarra, Od¨®n Elorza, y del director del festival,Miguel Mart¨ªn. Don Cheatham, Phil Woods, Hank Jones, Steve Lacy y Chick Corea tienen ya en sus vitrinas ese mismo premio (una reproducci¨®n de la plaza de la Trinidad), creado en 1994 tal vez en recuerdo de aquellos concursos de aficionados que marcaron la primera historia del festival.
Por la noche, Max Roach ejerci¨® de gran maestro y consigui¨® crear en la Trinidad un silencio de esos que se cortan con una hoja de afeitar tocando en solitario durante 40 minutos. Tras un concierto apabullante como el que hab¨ªa ofrecido Marsalis, una bater¨ªa perdida en el escenario parec¨ªa una provocaci¨®n, pero fue todo lo contrario. Roach explor¨® las infinitas posibilidades del instrumento en una master class tan fascinante como hipn¨®tica que concluy¨® con su hist¨®rico solo de charles dedicado a Jo Jones. Incre¨ªble: ?este abuelete, sentado ante un simple charles, es capaz de extraer mucha m¨¢s m¨²sica que toda una orquesta!
Tras ese alarde, Roach present¨® al pianista Randy Weston. Sonoridades africanas caminaron solas por el teclado mezclando un suave toque impresionista con la fuerza de unos ritmos envolventes y seductores. El toque de Weston es de los que marcan diferencias. Cuando Roach se le uni¨®, el primer recuerdo fue para Ellington y, a partir de ah¨ª, crearon un di¨¢logo como s¨®lo dos m¨²sicos grandes como un rascacielos son capaces de entablar, que arranc¨® una ovaci¨®n dif¨ªcil de olvidar. Los m¨²sicos acabaron tambi¨¦n aplaudiendo al p¨²blico; ambos se lo merec¨ªan. Al inicio de la velada, el mayor de los Marsalis le hab¨ªa regalado al p¨²blico donostiarra otro ba?o de jazz de la mejor factura. Branford Marsalis camin¨® por todos los senderos imaginables del jazz actual reescribiendo una historia de futuro en la que no caben referencias ni imitaciones. Marsalis posee una de las sonoridades m¨¢s bellas del momento y ha creado un estilo que huye de t¨®picos para zambullirse en sentimientos que le pueden llevar de las baladas de gran calado (l¨ªricas, densas y cargadas de silencios estremecedores) a los momentos m¨¢s libres. El saxofonista juguetea con el ritmo y alterna la calma y la tempestad con clarividente naturalidad y sus m¨²sicos le siguen fielmente all¨ª a donde va. Su concierto fue tambi¨¦n de los que se recuerdan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.