?Hacia otro modelo de comportamiento de la econom¨ªa espa?ola?
El autor defiende que el actual modelo de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola es distinto al de finales de los ochenta,
Los datos de contabilidad trimestral del INE permiten comprobar que a lo largo de los ¨²ltimos tres a?os, en todos y cada uno de sus trimestres, el crecimiento de la econom¨ªa espa?ola ha sido superior al 3%. Una simple comparaci¨®n con la fase alcista del ciclo previo que abarc¨® el periodo 1986-1990, pondr¨ªa de manifiesto que, a pesar de que el crecimiento econ¨®mico medio en dicha fase expansiva fue superior —en el entorno del 4,5%—, la recuperaci¨®n actual muestra elementos propios diferenciados de los experimentados en la segunda mitad de los ochenta.
En primer lugar, la fase actual de crecimiento se ha visto acompa?ada de una ca¨ªda importante de la inflaci¨®n, de aproximadamente tres puntos, hasta el nivel presente, ligeramente superior al 2% En contraste, durante el ciclo previo, la inflaci¨®n se ubicaba obstinadamente por encima del 5% con un valor medio del 6% lo que marcaba un elevado diferencial negativo respecto a Europa. Por otro lado, en la fase previa de expansi¨®n, r¨¢pidamente surgi¨® un d¨¦ficit de balanza de pagos que, medido por nuestra necesidad de financiaci¨®n del resto del mundo, super¨® f¨¢cilmente el 3% del PIB, lo que contrasta con el equilibrio actual tras tres a?os de recuperaci¨®n. Por ¨²ltimo, aunque el ciclo anterior en su etapa alcista tuvo alg¨²n a?o de crecimiento intenso del empleo, como 1989, en que se super¨® el 4% de tasa de aumento, sin embargo, en valores medios el ritmo de creaci¨®n de empleo fue inferior al presente. Pero lo que m¨¢s resalta ahora es la extrema cercan¨ªa entre las tasas de aumento del PIB y del empleo, lo que pone de 'manifiesto que la capacidad generadora de empleo se ha elevado.
Estos elementos diferenciadores entre ambos ciclos permiten entrever un cambio en el comportamiento estructural de la econom¨ªa espa?ola, en el sentido de suavizar el profundo car¨¢cter proc¨ªclico de nuestro crecimiento en relaci¨®n con los pa¨ªses europeos y que se reflejaba en que crec¨ªamos m¨¢s que la media europea en las fases expansivas, pero nuestras recesiones eran m¨¢s profundas que las suyas, como ocurri¨® en el periodo 1992-1993, con lo que se dificultaba el logro de avances significativos en la denominada convergencia real.
Pero, tal vez el signo m¨¢s evidente de dicha modificaci¨®n de comportamiento se encuentre en c¨®mo la reciente crisis financiera internacional nos ha afectado en comparaci¨®n con nuestros socios europeos. No s¨®lo no se han producido los habituales efectos negativos sobre los diferenciales de tipos de inter¨¦s, el tipo de cambio y las expectativas de los agentes econ¨®micos, sino que el crecimiento del PIB apenas se ha visto contagiado por las turbulencias de los mercados financieros, a diferencia de lo acaecido en el resto de Europa. As¨ª, en los ¨²ltimos trimestres, nuestro ritmo de avance del PIB real ha duplicado la media europea.
La explicaci¨®n de esta nueva forma de comportarse de la econom¨ªa espa?ola reside, a mi entender, en tres hechos espec¨ªficos que suponen shocks de oferta positivos y que han impulsado al alza nuestra capacidad de crecimiento potencial. El primero de ellos viene dado por la fuerte ca¨ªda de los tipos de inter¨¦s reales de los ¨²ltimos a?os. Dicha ca¨ªda se deriva en gran parte del proceso de consolidaci¨®n fiscal llevado a cabo desde 1995, que ha superado los cinco puntos del PIB. Esta ca¨ªda del coste de utilizaci¨®n del capital origin¨® un fuerte tir¨®n de la inversi¨®n, el consumo privado y de la exportaci¨®n, que no s¨®lo m¨¢s que compens¨® el efecto contractivo de la desaceleraci¨®n del gasto p¨²blico, sino que adem¨¢s dio lugar a una evoluci¨®n de la demanda agregada m¨¢s equilibrada. A su vez, la reducci¨®n de los tipos reales est¨¢ favoreciendo una intensa acumulaci¨®n del capital f¨ªsico, tecnol¨®gico y humano que, a diferencia de lo acaecido en el pasado, no se deriva de la b¨²squeda de m¨¦todos de producci¨®n ahorradores de mano de obra. Al contrario, el proceso actual de formaci¨®n de capital, al impulsar la productividad del factor trabajo, eleva su demanda, lo que permite explicar la alta elasticidad del empleo al crecimiento econ¨®mico.
El segundo shock de oferta experimentado por nuestra econom¨ªa proviene del cambio en las expectativas de los agentes econ¨®micos. Esta modificaci¨®n ha sido especialmente evidente en el ¨¢mbito de la inflaci¨®n y parte de una serie de hechos que van desde el otorgamiento de un estatuto de independencia al Banco de Espa?a a la credibilidad que adquiri¨® la pol¨ªtica econ¨®mica del nuevo Gobierno, y sin dicho cambio dificilmente se podr¨ªa explicar el proceso de acercamiento de nuestra evoluci¨®n de precios a la media europea. En este sentido, la llegada del euro continuar¨¢ siendo una referencia muy ¨²til en el futuro para el mantenimiento de un comportamiento coherente en el proceso de determinaci¨®n de rentas y precios.
El ¨²ltimo factor explicativo se encuentra en las reformas acometidas en los mercados de bienes, servicios y factores, que han hecho posible un mejor funcionamiento de los mismos. Los procesos de privatizaci¨®n y liberalizaci¨®n de sectores que producen inputs, b¨¢sicos para el resto de la actividad han llevado a que el conjunto de la econom¨ªa se pueda beneficiar del proceso de avance tecnol¨®gico y de las consiguientes ganancias de productividad que se est¨¢n dando en ellos. A su vez, la mayor flexibilidad de las instituciones del mercado de trabajo y la reforma del IRPF son actuaciones propias que permiten explicar adicionalmente el mejor comportamiento respecto al resto de Europa.
La combinaci¨®n de todos estos elementos est¨¢ en el origen de la positiva evoluci¨®n reciente de nuestra econom¨ªa; sin embargo, no debemos olvidar que sus efectos, aunque profundos, ir¨¢n internacionaliz¨¢ndose gradualmente, por lo que seria un error considerar que todo est¨¢ hecho, especialmente a la luz de nuestro insuficiente nivel de partida en t¨¦rminos de renta per c¨¢pita y empleo. La prolongaci¨®n de nuestro crecimiento diferencial demandar¨¢ un marco de actuaci¨®n que aliente y facilite una evoluci¨®n correcta de los costes de producci¨®n como garant¨ªa de una elevada competitividad de la econom¨ªa. Al hilo de esto, en los ¨²ltimos meses se han producido numerosos avisos ante la ampliaci¨®n de nuestro diferencial de inflaci¨®n frente a la UE. Aun partiendo de que dicho diferencial es muy inferior al existente en el ciclo previo y que obedece en gran parte al mayor dinamismo de nuestra econom¨ªa y al proceso de convergencia de renta que estamos experimentando, no podemos olvidar que con la moneda ¨²nica, un comportamiento inadecuado de nuestros costes de producci¨®n se traducir¨ªa r¨¢pidamente en una ca¨ªda, primero de la exportaci¨®n y de la inversi¨®n privada, y, posteriormente, de la actividad y del empleo.
La gran ventaja de la situaci¨®n actual es que nuestra econom¨ªa se ha desembarazado de la r¨¦mora que supon¨ªa unos costes de financiaci¨®n muy superiores a los de nuestros competidores. No obstante, resulta imprescindible facilitar un conecto desarrollo del proceso de negociaci¨®n salarial que tenga en cuenta tanto nuestro todav¨ªa elevado nivel de desempleo y su dispersi¨®n geogr¨¢fica como la distribuci¨®n, que no ser¨¢ homog¨¦nea, de las ganancias de productividad diferenciales que, sin duda, se deben dar en la econom¨ªa espa?ola. Asimismo, siguen quedando sectores en los que resulta imprescindible para el resto de la econom¨ªa continuar introduciendo dosis adicionales de competencia. Tampoco podemos dejar de lado que el stock de capital p¨²blico en nuestro pa¨ªs sigue siendo muy inferior al de nuestros competidores, lo que limita nuestro potencial de crecimiento.
De cualquier modo, las posibilidades de la econom¨ªa espa?ola son evidentes.
Tan s¨®lo en menos de tres lustros desde nuestra incorporaci¨®n a la Uni¨®n Europea, la econom¨ªa espa?ola se ha convertido en una de las m¨¢s abiertas del mundo en t¨¦rminos de peso relativo de los intercambios comerciales y financieros, y, adem¨¢s, la llegada de la moneda ¨²nica nos proporciona un marco de estabilidad nuevo y claramente favorable.
Por ello, si se consigue culminar el proceso de reformas emprendido, la econom¨ªa espa?ola asentar¨¢ definitivamente este nuevo modelo de comportamiento, que nos podr¨ªa impulsar incluso m¨¢s all¨¢ de los niveles de bienestar econ¨®mico alcanzados en otros pa¨ªses europeos, que, hoy por hoy, pueden parecernos inalcanzables.
Luis de Guindos es director general de Pol¨ªtica Econ¨®mica y Defensa 'de la Competencia.
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