Jazz en Terrassa FRANCESC DE CARRERAS
El conficto de Ca n"Anglada en Terrassa, seguido de otros brotes racistas en Banyoles y Girona, han suscitado inquietud en la pl¨¢cida sociedad catalana e incomodidad en la clase pol¨ªtica, que ha evitado, por el momento, tomar una posici¨®n clara y decidida ante las agresiones f¨ªsicas y morales sufridas por ciudadanos de origen magreb¨ª y africano. El mismo obispo de Girona, tan proclive a dar su opini¨®n en asuntos de pol¨ªtica catalana, ha guardado -que yo sepa- un significativo silencio ante el ataque a una mezquita situada en el territorio de su di¨®cesis. Tres son las opciones pol¨ªticas principales que pueden adoptarse ante el problema de la convivencia en un mismo territorio de personas -como sucede en este caso- con culturas netamente diferenciadas: la autonom¨ªa cultural, la asimilaci¨®n o la interculturalidad. La primera supone dejar que se consoliden las diferencias culturales y responde a la idea de que toda acentuaci¨®n de las mismas es buena y toda contaminaci¨®n de otras culturas es perjudicial. Se parte del gheto y se quiere permanecer en ¨¦l. En la actualidad, es el caso de cierto multiculturalismo norteamericano, del indigenismo en Am¨¦rica Latina o de la mayor¨ªa de fundamentalismos musulmanes. El modelo de asimilaci¨®n, el m¨¢s frecuente en el mundo occidental, implica sencillamente que la cultura mayoritaria de la poblaci¨®n debe ser la aceptada por todos y cualquier persona de otra cultura, o que cualquier inmigrante debe renunciar a su cultura propia y adoptar esta cultura mayoritaria. As¨ª se han homogeneizado muchos Estados europeos, con previa diversidad cultural interna, y, muy especialmente, ¨¦sta ha sido la pol¨ªtica del melting pot estadounidense respecto a la inmigraci¨®n europea, la cual deb¨ªa amoldarse al modelo anglosaj¨®n protestante. Un tercer modelo es el intercultural, que respeta las diferencias pero fomenta el di¨¢logo, el contacto y la fusi¨®n entre culturas porque cree que ello es enriquecedor para los individuos pertenecientes a cualquiera de ellas. Precisamente Terrassa tiene una especial conexi¨®n con uno de los mejores ejemplos producidos por este modelo: la m¨²sica de jazz. Desde una m¨ªtica y antigua cava de los tiempos heroicos hasta el magn¨ªfico festival que celebra cada a?o, Terrassa ha sido, en cierta manera, la capital catalana de la m¨²sica m¨¢s influyente del siglo XX. Muchos consideran al jazz como una m¨²sica africana, como una m¨²sica de los negros. Ello, sin embargo, no es as¨ª: el jazz es el producto del encuentro entre dos culturas, la africana y la occidental. Los or¨ªgenes del jazz, los hallamos en una primera fusi¨®n de ritmos provenientes de las distintas tribus africanas. Estas tribus, debido al aislamiento en el cual viv¨ªan en su ?frica natal, manejaban rudimentarios instrumentos que confer¨ªan a su m¨²sica una gran monoton¨ªa, notoriamente primaria. La mezcla de individuos de tribus diversas en la esclavista Norteam¨¦rica, cada uno de ellos aportando instrumentos de su cultura propia, enriqueci¨® notablemente la variedad y sutileza de estos ritmos africanos. Desde su miserable condici¨®n de esclavos, el canto y el baile r¨ªtmico eran una de las pocas v¨ªas de escape espiritual que ten¨ªan aquellos pobres desarraigados para manifestar sus viviencias, sentimientos y deseos. Estas primeras manifestaciones musicales eran ya, por tanto, producto de la mezcla cultural, aunque entre tradiciones todav¨ªa muy semejantes. Poco m¨¢s adelante, la adaptaci¨®n de los cantos religiosos de las iglesias protestantes a la tradici¨®n cultural africana produjo la gran m¨²sica de los espirituales negros. La fusi¨®n ya no era s¨®lo entre las diversas culturas africanas sino entre ¨¦stas y la cultura occidental. Pero el ¨²ltimo y definitivo pase se produjo con el fin de la esclavitud y el surgimiento, al cabo de unos decenios, de una clase media de color que pudo acceder, por su nivel econ¨®mico, a los instrumentos de los blancos: piano, trompeta, contrabajo y clarinete. Un instinto musical heredado desde muy antiguo, junto a los m¨¢s sofisticados instrumentos musicales de Occidente, dieron como producto final el jazz. La gran m¨²sica del siglo XX, la que probablemente mejor expresa los deseos de libertad de nuestro tiempo, surge, por tanto, no de la pureza cultural de una tradici¨®n cerrada en s¨ª misma sino del contacto, la mezcla, la contaminaci¨®n y la fusi¨®n entre culturas muy diversas. Terrassa, centro catal¨¢n del jazz, deber¨ªa reflexionar sobre su muy antigua pasi¨®n por la m¨²sica intercultural por excelencia. Quiz¨¢ de su actual inmigraci¨®n magreb¨ª y africana podr¨ªa surgir un producto cultural nuevo que ser¨ªa, a su vez, expresi¨®n de esta nueva Catalu?a que est¨¢ naciendo. Los aleda?os de la monta?a de Montju?c, una t¨ªpica zona del vergonzoso barraquismo de la Espa?a franquista, vieron nacer la rumba catalana, algo ya plenamente insertado en nuestra tradici¨®n popular de hoy, por mal que les pese a los noucentistes desfasados que gobiernan nuestra cultura oficial. De Terrassa podr¨ªa venir, por ejemplo, el ra? catal¨¢n: ser¨ªa, sin duda, un importante elemento de renovaci¨®n del subvencionado y poco creativo mundo de la can?¨® catalana de hoy.
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