Sopa de Cabra anima el ins¨ªpido y lluvioso inicio del Senglar Rock 3.000 personas en la primera jornada del festival
M¨¢s de 12 horas de m¨²sica en un campo de tierra rojiza rodeado de monta?as bajas perfiladas de verde. Prades (Baix Camp), segunda edici¨®n del Senglar Rock. Viernes, primera jornada. Doce bandas irradian m¨²sica desde dos escenarios para unas 3.000 personas con cara de esperar algo m¨¢s. M¨¢s p¨²blico, m¨¢s c¨®mplices para comprar churros a las cuatro de la madrugada, m¨¢s danzarines para soltarse en el chill out, m¨¢s acompa?antes para re¨ªr en la zona de acampada cuando sale el sol. Noche tibia la primera del Senglar. S¨®lo Sopa de Cabra anim¨® el inicio del festival.
Hubo voluntad, pero faltaron n¨²meros y realidades. Y encima llovi¨® de madrugada y los ¨¢nimos se acabaron de humedecer. La tarde comenz¨® solitaria, y bandas como Les Pellofes Radioactives y Glaucs s¨®lo encontraron tierra rojiza delante de sus canciones. El p¨²blico a¨²n no hab¨ªa llegado, el sol recalentaba el cerebelo y las sombras no abundaban frente al escenario principal. En la carpa, al menos, hab¨ªa sombra, pero S¨ªlvia Comes y L¨ªdia Pujol tampoco contaron con un apoyo de p¨²blico masivo. M¨¢s bien el contrario. Algo parecido ocurri¨® con Bars en el mismo espacio, aunque su vocalista, Montse Llar¨¤s, se movi¨® en escena alentada por una convicci¨®n absolutamente profesional. De todas maneras, su pop rock con resabios country no acab¨® de estimular a un p¨²blico que parec¨ªa estar all¨ª por casualidad. La cosa, menos mal, tom¨® algo de aire con Dusminguet, la excitante banda mestiza de La Garriga que hace del reggae y de la cumbia dos de sus muchas se?as de identidad. Con ellos y con su m¨²sica comenzaron a agitarse las camisetas descoloridas con lej¨ªa, los pa?uelos con senyera estelada y las camisetas de la selecci¨®n catalana de f¨²tbol que menudeaban entre una audiencia escolta que concibe el Senglar casi como ineludible experiencia inici¨¢tica. Acento latino Poco m¨¢s tarde Dani Nel.lo puso acento latino a la noche desde la carpa, ocupada entonces por un p¨²blico al que Dani tuvo que alentar a que abandonase las sillas donde estaba sentado. En fin, la cosa tampoco fue como para hacer repicar campanas. Fueron los Sopa de Cabra quienes finalmente llevaron el agua a su molino. Con toda la asistencia al festival concentrada frente al escenario principal, los de Girona volvieron a evidenciar que en Catalu?a est¨¢n por encima del bien y del mal, m¨¢xime si en directo airean canciones como El boig de la ciutat, Mai trobar¨¤s, Si et quedes amb mi y El far del sud. Ellos fueron a la postre los reyes de una jornada festivalera m¨¢s bien ins¨ªpida que arroj¨® alguna duda razonable sobre la propia existencia de un festival que quiz¨¢ vivir¨ªa mejor un solo d¨ªa. Porque, acabada su actuaci¨®n, se puede decir que poco m¨¢s comentable ocurri¨® en Prades. Desde Berga lleg¨® Brams con su carga reivindicativa formulada en t¨¦rminos de ska y rock enervado; desde Barcelona, los Smoking Stones con sus versiones. Y ya m¨¢s tarde, Pastora remat¨® a un p¨²blico que ya no estaba para bromas. Bien, no todos estaban rematados, porque en cualquier festival que se precie siempre hay un reducto de espectadores compulsivos capaces de bailar hasta el ?ngelus. ?sos, concretamente cuatro en el Senglar, despidieron en el chill out una noche que cerca del amanecer regal¨® lluvia a raudales a los que a¨²n continuaban la fiesta en sus tiendas.
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