Mozart y Boulez conquistan la periferia norte de Salzburgo

ENVIADO ESPECIALR¨¦pons sit¨²a al p¨²blico entre una orquesta de c¨¢mara en el centro y seis instrumentistas sobre diferentes plataformas en los extremos. Uno se siente envuelto por un sonido que viene de todas las direcciones. La obra se estren¨® en 1981 y tiene actualmente una duraci¨®n de algo m¨¢s de 45 minutos. En Salzburgo se realiz¨® en una nave industrial en las afueras.

R¨¦pons fue el acto central de un ciclo dedicado a Pierre Boulez, con el Ensemble Intercontemporain de Par¨ªs dirigido por Peter E?tv?s, y con el compositor, lesionado en una mano mientras dorm¨ªa, en funciones de organizador del sonido electr¨®nico. R¨¦pons estuvo precedida por Anth¨¨mes 2 (1997) para viol¨ªn (estupenda Hae Sun Kang), computador y seis altavoces, obra de belleza estremecedora, compuesta a partir de la partirura para viol¨ªn Anth¨¨mes de 1991. El concierto se convirti¨® en un homenaje espont¨¢neo a Boulez. Asistieron compositores como Berio y Sciarrino, pianistas como Pollini, directores de orquesta como Nagano y gente del teatro como Oll¨¦ y Padrissa de La Fura dels Baus. Si Boulez busca otras formas de di¨¢logo musical, con La flauta m¨¢gica en el extrarradio se ha pretendido establecer una correspondencia con un tipo de p¨²blico popular, siguiendo la idea que ten¨ªa el propio Mozart en el estreno de la ¨®pera. La publicidad ha destacado que se pon¨ªan a la venta 10.000 entradas entre 600 y 1.600 chelines, precios indudablemente m¨¢s ventajosos que los normales del festival. No se ha repetido el esc¨¢ndalo de hace dos a?os con la sonora divisi¨®n de opiniones suscitada por el imaginativo planteamiento teatral de A. Freyer en clave de circo y tampoco el rechazo a Dohn¨¢nyi al frente de la Filarm¨®nica de Viena. El p¨²blico aplaudi¨® pr¨¢cticamente todo y se encari?¨® especialmente con el Papageno de Matthias Goerne. La concepci¨®n esc¨¦nica de Freyer mantiene su especial¨ªsimo encanto, pero la versi¨®n musical no se ha beneficiado con el cambio. La Filarm¨®nica de Viena vivi¨® una jornada relajada, con una direcci¨®n correcta pero sin excesiva gracia de Dohn¨¢nyi. El entusiasmo se desat¨® en la Jovanchina de Mussorgski, con Gergiev dirigiendo a los solistas, orquesta y coros del Teatro Mariinski de San Petersburgo. Los cantantes sustitu¨ªan con el gesto y peque?os movimientos la ausencia de escenograf¨ªa. Pusieron mucho teatro y mucha emoci¨®n los Grigorian, Putilin..., pero sobre todo impresion¨® la voz profunda de V. Vaneev como Dosifei y el inmenso talento de Olga Borodina, que al final no pudo evitar que se le saltaran unas l¨¢grimas. Gran lecci¨®n interpretativa y magistral direcci¨®n de Gergiev, con una pasi¨®n y una interiorizaci¨®n turbadoras.