Hola a todo eso
-El verano y el concepto barriga. Avi¨®n hasta Palma. Nota mental sobre los retrasos a¨¦reos: si en vez de una tarjeta Iberia Plus tuviera una Iberia Pus, a estas alturas poseer¨ªa suficientes puntos como para volar al hiperespacio, ser el segundo astronauta del lugar y, snif, ligar como un cafre. Bueno, es verano. En invierno puedes esconder la barriga. En verano, no. A los pa¨ªses les sucede algo parecido. En verano, zas, les sale la barriga y las met¨¢foras de s¨ª mismos. En verano se averigua que al general Clark le va la rumba. En verano, en la India, las personas mueren en pack de 500 unidades. En verano, por aqu¨ª abajo, Gil intenta sobornar a un protodiputado sociata de Melilla, y Matutes quiere hacer un apa?o con lo de Pinochet. Oropesa es una barriga veraniega que explica tics que en invierno no son tan latentes. Palma, pues tambi¨¦n. De hecho, hasta la canci¨®n del verano es una barriga de verano, que explica, glups, los gustos de una sociedad en invierno.-La transici¨®n y la barriga.Esta semana se est¨¢ produciendo la transici¨®n veraniega en Palma. Un bloque informativo -bloque a)- sucede a otro -bloque b)-, ante el desinter¨¦s de los mallorquines que, estad¨ªsticamente, se van de vacaciones y dejan esta ciudad en dep¨®sito para que la humanidad la convierta en uno de los parques tem¨¢ticos del verano. El gran tema-barriga de la isla -o bloque a)- era la visita de Michael Douglas, que con la inestimable ayuda de la se?orita Zeta-Jones bati¨® el r¨¦cord insular de acoplamientos, hasta ese momento en poder de un roedor de Calvi¨¤. Hace pocos d¨ªas empezaron las fiestas-con-se?or-que-paga-una-fiesta. Tambi¨¦n han empezado las fiestas guarris. En una discoteca se eligi¨® la chica Play-Mate. El p¨²blico, masculino sector reci¨¦n-divorciado, recibi¨® a todas las candidatas a grito pelado, de manera que aquello parec¨ªa una fiesta de marines, Saig¨®n, 1972. Ayer ten¨ªan que venir cinco misses / modelos / lo que sea a otra fiesta, pero se sintieron indispuestas. Quiz¨¢s el d¨ªa anterior almorzaron la misma gamba. Se trata, en fin, de primeros tanteos de agosto. Lo gordo -o bloque b)- acaba de empezar. Es la Copa del Rey de vela. La vela es, a su vez, otra met¨¢fora.
-A dos velas. Con eso de la vela, Palma se llena de otros usuarios. Por cierto, una infanta fue sorprendida por un fot¨®grafo tomando el sol en una playa mallorquina en estado de gestaci¨®n avanzado. Su marido hizo lo posible por proteger la barriga del objetivo. Finalmente, el editor de una revista del cuore ejerci¨® la defensa definitiva, y no public¨® las fotos. Meditaci¨®n: en un Estado cuya jefatura se transmite por sucesi¨®n, un embarazo real es, digo yo, como unas primarias, por lo que deber¨ªa ser sensible de ser fotografiado. Bueno. El epicentro de las regatas es el Club N¨¢utico. A los taxistas les mosquea ir al Club N¨¢utico. Uno me dice que para acceder a un muelle han puesto unas pr¨®tesis en el asfalto, de manera que los coches botan tanto que, al final de la carrera, el taxista y el cliente han intercambiado su ropa interior. A la presentaci¨®n de la Copa -barra libre de canap¨¦s y unos coros y danzas mallorquines- asistieron los regatistas -entre ellos, el rey de Noruega, que habla con el t¨ªpico acento noruego- y su entorno. El entorno es el que acude a ver despedirse a los barquitos no chiquititos que cada ma?ana se van a regatear, o como se diga: se?oras que parece que asistan al III Congreso Mundial del Pelo a Mechas, se?ores con el polo en cuyo cuello, etc¨¦tera -aqu¨ª, esos polos los llevan aficionados a la vela; en mi ciudad, chicos con el pelo rapado y un bate de b¨¦isbol, de lo que se deduce que se trata de un polo para sportmen-, chicas tan morenas que est¨¢n a cinco minutos de la liofilizaci¨®n, chicos vestidos de regatistas, pero que no son regatistas. Una regata, descripci¨®n somera: los regatistas salen, zarpan o como se diga, no se les ve, vuelven, esperan un par de horas a que aparezcan los resultados y luego se enojan y juran en arameo. La Copa es rara. Aparentemente, no sucede nada. Tiene su cosa postmodern: nadie sabe lo que pasa -de hecho, visualmente, no pasa casi nada- y eso es lo que pasa. Por eso hay tantos periodistas. Vienen a hablar de otras cosas. Y a no hablar de otro tipo de cosas. Ya les ir¨¦ explicando.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.