Venganza p¨®stuma de "La Pagoda"
Taciana Fisac es una de las pocas personas espa?olas que conoce la cultura china a fondo. Es una sin¨®loga acreditada, vicerrectora en la Universidad Aut¨®noma, que domina los aqu¨ª tan desconocidos circuitos de ese modo milenario de entender la vida. Taciana es, asimismo, hija del arquitecto Miguel Fisac, autor del edificio de los Laboratorios Jorba cuya planta, un juego giratorio de planos, procur¨® a los madrile?os argumentos para bautizarlo con el nombre de La Pagoda, pese a que Miguel Fisac le niega inspiraci¨®n china.No s¨®lo sus pisos rematados en picos alzados y su porte ins¨®lito, entre desconocido y dialogante con su contorno,han otorgado a esta construcci¨®n una denominaci¨®n tan oriental, desde que entre 1965 y 1968 fuera erigida junto a la autopista de Barajas. En las ¨²ltimas semanas, en su agon¨ªa bajo la piqueta, la torre china de Fisac parece haberse vengado de sus matadores, haciendo aflorar pacientemente, casi d¨ªa a d¨ªa y a la manera oriental, buena parte de las contradicciones que aguijonean la gesti¨®n del urbanismo en Madrid.
La paradoja que la lenta muerte de La Pagoda ha puesto de relieve es simple: un edificio singular de arquitectura contempor¨¢nea, caracter¨ªstico de la evoluci¨®n de la periferia de una ciudad en expansi¨®n como Madrid, puede desaparecer de un plumazo en medio de un turbi¨®n burocr¨¢tico-administrativo urban¨ªstico, sin que los ciudadanos sepan a ciencia cierta ni qui¨¦n ni porqu¨¦ decidi¨® su demolici¨®n.
Cuando Luis Armada, gerente municipal de Urbanismo, se apercibi¨® de la entrada en funcionamiento de la piqueta contra aqu¨¦lla, se exculp¨® en principio con el argumento de que el edificio de Miguel Fisac nunca fue catalogado para su protecci¨®n por los dos expertos, Julio Cano Lasso y Javier Carvajal (a los que la Oficina Municipal del Plan encomend¨® la precatalogaci¨®n de edificios de arquitectura contempor¨¢nea en 1993). Los hijos del difunto Cano Lasso mostraron al poco pruebas de que La Pagoda fue propuesta su protecci¨®n integral en el informe presentado por su padre a la Comisi¨®n Asesora, de la que la Oficina Municipal del Plan formaba parte.
Hoy, se sabe adem¨¢s que La Pagoda, que alberg¨® los Laboratorios Jorba, fue incluida en el Proyecto de Cat¨¢logo de Edificios y Conjuntos de Madrid, con el registro ISBN n¨²mero 84-500-2402-1 y Dep¨®sito Legal M.42111-1977, catalogada como Elemento de Car¨¢cter Singular, dentro de la relaci¨®n elaborada por el arquitecto Juan L¨®pez Ja¨¦n entre los a?os 1974 y 1977, quien lo ha atestiguado, con documentaci¨®n, a este peri¨®dico. Pero, adem¨¢s, ese elemento singular fue homologado como tal por el Ayuntamiento de Madrid en Pleno, en su sesi¨®n celebrada el 30 de septiembre de 1977 "como prueba documental b¨¢sica para preservar la ciudad de demoliciones salvajes, escamotear o provocar declaraciones de ruina y otras acciones que perjudican al conjunto urbano", seg¨²n se dijo en la sesi¨®n municipal. El acuerdo plenario que catalog¨® La Pagoda fue publicado en el Bolet¨ªn Oficial de la Provincia de Madrid, de fecha 8 de noviembre de 1977, junto con la relaci¨®n de Elementos de Car¨¢cter Singular y sus planos, a escala 1: 5.000.
Es decir, que un Ayuntamiento de la predemocracia protegi¨® un edificio que consistorios ulteriores, seg¨²n versi¨®n de la actual Gerencia Municipal de Urbanismo, no protegieron, pese a que la tal cautela urban¨ªstica, con el grado m¨¢ximo, integral, fuera propuesta por Julio Cano Lasso y Javier Carvajal en 1993 a pesar de la negativa inicial de Luis Armada a reconocerlo. Posteriormente, las cosas se embrollaron m¨¢s todav¨ªa con un baile de fechas distintas brindadas por Luis Armada y el concejal de Urbanismo, Ignacio del R¨ªo, a prop¨®sito de una reuni¨®n de la Comisi¨®n de Patrimonio, a la que, por un circuito no aclarado, lleg¨® la alarma sobre la inminente destrucci¨®n de La Pagoda.
Entretanto, la pol¨¦mica sub¨ªa de tono al denunciar el propio Miguel Fisac una persecuci¨®n contra su persona, que ¨¦l basaba en motivos ideol¨®gicas por su anterior adscripci¨®n al Opus Dei. Su salida de este instituto, seg¨²n dijo, se transform¨® en venganza contra su obra arquitect¨®nica. Al poco, el catedr¨¢tico Carlos Sambricio suger¨ªa una confusi¨®n, por contig¨¹idad, de las fichas de la Pagoda y el edificio de Martini& Rossi, que s¨ª se ha salvado de la piqueta. "En medio de este laberinto", bromea un arquitecto madrile?o, "quiz¨¢ sea preciso contratar como asesor de la Gerencia a otro sin¨®logo -no Taciana Fisac, claro- para impedir desmanes como el cometido contra La Pagoda".
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