Un gran toro

El cuarto de la tarde fue un toro con pitones (como todos sus hermanos), apret¨® en varas. En el ¨²ltimo tercio no par¨® de embestir. A cada serie que Juan Mora le plantaba la muleta, el toro tomaba el trapo con raza, con br¨ªos, como si estuviera bebi¨¦ndose los vientos de la franela. Toro de constante embestida, y lo hac¨ªa como un rel¨¢mpago caliente. Creemos que este toro se alz¨® como el gran protagonista, por encima de todos los toreros, sean de oro o de plata. A ese toro, Juan Mora lo tore¨® por derechazos largos, abierto el comp¨¢s, y por naturales de gran factura. Fue una faena vibrante, pero que falt¨® culminar como ese toro merec¨ªa. Es decir, llev¨¢ndolo a los medios y mat¨¢ndolo de una estocada a ley, cosa que el diestro no hizo. No queremos desmerecer la labor que Mora instrument¨® en su faena. Estamos remarcando la calidad de un toro y dando constancia de que a un toro de esas cualidades hay que torearlo de manera irreprochable. Esos toros no salen todos los d¨ªas por los chiqueros. Lo que s¨ª hizo fue estar por encima del otro toro.Manuel Caballero pas¨® ol¨ªmpicamente, aunque habr¨ªa que decir, locomotoramente, por la manera r¨¢pida de despachar a su primero. A su segundo tard¨® en darse cuenta de que el toro no mord¨ªa. Al final de la faena parece que quiso ser amable con su propia psique y empez¨® a torear. Pero la psique del toro no estaba para divanes de Freud. Algo le pasa a este torero cuando tiene esos dientes de sierra que le hacen estar bien, muy bien, mal o muy mal, seg¨²n los vientos, las t¨¦mporas o los divanes. Vicente Barrera fue la ant¨ªtesis de Manuel Caballero. Mostr¨® un comportamiento responsable, se entreg¨® en sus dos toros y, en general, tuvo una actuaci¨®n destacable. Tore¨® con ambas manos en sus dos toros, muy quieto, con el hieratismo acostumbrado. Algunas de sus series, tanto por naturales como por derechazos, merecieron una buena calificaci¨®n.

Fall¨® con los aceros. Es casi seguro que si mata bien hubiera ganado algunos trofeos, y adem¨¢s, con todo merecimiento. Todav¨ªa sigue estando presente en los espectadores, aunque no sean muy entendidos, y hablo en general, que en la suerte de matar debe prestarse la atenci¨®n que merece. Hay como un sexto sentido en las masas como para que el acero, como un material potente y serio, sea tenido muy en cuenta y con un respeto especial¨ªsimo. De ah¨ª los desencantos que a veces ocurren cuando una buena faena no acaba por finalizar como Dios manda.

Ten¨ªan pitones

Una de las consideraciones que sacamos de esta tarde vitoriana es que, por alguna raz¨®n, en el ambiente de los toreros se palpaba una cierta aprensi¨®n, porque los toros ten¨ªan pitones y movilidad. Pero, sobre todo, ten¨ªan pitones. Es verdad que uno s¨®lo de los toreros, en este caso Manuel Caballero, dio muestras de estar como alterado el ¨¢nimo por los pitones que sal¨ªan de los chiqueros. No deja de ser una apreciaci¨®n, tal vez demasiado subjetivista. Lo cierto es que suele ocurrir que cuando los toros andan bien de pitones no les funciona el motor, blandean, no tienen fuerza. Y, cosa contraria, cuando tienen fuerza, vigor, poder y br¨ªos, por lo general las cabezas las suelen amoldar en lugares muy poco recomendables. De ah¨ª que a veces haya toros que m¨¢s que sean hijos de vaca, parece que son hijos de alguna cuchilla de afeitar.Lo que aconteci¨® en Vitoria ayer no encajaba en las premisas antedichas. Ni se ca¨ªan, salvo uno al que pegaron algo m¨¢s fuerte, y adem¨¢s ten¨ªan alfanjes por pitones. Bueno, dice alfanjes, y dice los pitones que su padre y su madre fabricaron en una dehesa amorosa.

Damos noticia que Morante de la Puebla ser¨¢ sustituido por Jos¨¦ Ignacio Ramos en la quinta y ¨²ltima de feria de Vitoria, o sea, ni Eugenio de Mora ni David Urdiales, como se barruntaba el d¨ªa anterior.