M¨¢s fugas para el GIL
Una nueva tr¨¢nsfuga del PSOE, esta vez en Ceuta, abre la posibilidad de que el GIL se alce con la presidencia de esa ciudad aut¨®noma mediante una moci¨®n de censura contra la coalici¨®n formada con el exclusivo objetivo de evitar que gobernase el GIL precisamente. Ello ocurr¨ªa el mismo d¨ªa en que el presidente de la Asamblea de Melilla hac¨ªa caso omiso de la resoluci¨®n de la Junta Electoral Central que devolv¨ªa al PSOE el esca?o necesario para que prosperase otra moci¨®n de censura, ¨¦sta contra la coalici¨®n formada en torno al GIL.Dondequiera que aparece la singular formaci¨®n pol¨ªtica creada por Jes¨²s Gil a su imagen y semejanza est¨¢n aseguradas la moci¨®n y la emoci¨®n, y tambi¨¦n la confusi¨®n: la propia y la que crea a su alrededor. La mezcla entre intereses p¨²blicos y privados es la esencia del gilismo. Pero para imponerse necesita a su alrededor competidores susceptibles de ser comprados.
La diputada ceut¨ª Susana Berm¨²dez ha justificado su pase al Grupo Mixto -desde el que votar¨¢ la moci¨®n de censura- con argumentos similares a los utilizados por Malika Mohamed en Melilla para explicar su voltereta: el desconocimiento de la realidad local por parte de los dirigentes que hab¨ªan decidido "desde Madrid" un pacto PP-PSOE que consideran contra natura, y la necesidad de responder al "clamor popular". En ambos casos se trata de razones insustanciales. No es tan dif¨ªcil saber lo que pasa en Melilla o en Ceuta. Que existe una relaci¨®n dif¨ªcil entre el PP y el PSOE y una considerable distancia entre los programas respectivos no es ninguna originalidad de esas ciudades: pasa en todas. Y si hay incompatibilidad entre el PSOE y el PP, m¨¢s la hay entre cualquiera de esos partidos y el de Gil.
En Marbella, por ejemplo, no es posible evitar que gobierne, porque tiene mayor¨ªa absoluta. Pero es l¨®gico que donde sea posible impedirlo lo intenten las fuerzas responsables. Especialmente en ciudades como Ceuta y Melilla, donde est¨¢n en juego intereses que desbordan los puramente locales. La fantas¨ªa de Gil de hacer de Ceuta una especie de Hong Kong mediterr¨¢neo aumenta la aprensi¨®n.
La diputada tr¨¢nsfuga ha a?adido una raz¨®n moral: que una de las primeras decisiones de los miembros de la nueva Asamblea de Ceuta fue subirse el sueldo. No parece muy prudente hacerlo, pero una forma decente de mostrar la oposici¨®n a esa medida habr¨ªa sido renunciar al esca?o, dejando que lo ocupe el siguiente en la lista. Lo que no resulta coherente es invocar motivos morales y marcharse con el esca?o puesto, y menos para ponerlo al servicio del GIL.
El problema vuelve a afectar al PSOE. De entrada, ese partido deber¨ªa pedir excusas por la reiterada ruptura por parte de sus electos de los compromisos contra¨ªdos: por dos veces en Melilla y una m¨¢s ahora en Ceuta. Parece existir, adem¨¢s, un problema de comunicaci¨®n con la direcci¨®n. La anterior ejecutiva ceut¨ª ya dimiti¨® en desacuerdo con la decisi¨®n de pactar una coalici¨®n alternativa con el PP, constituy¨¦ndose una gestora, de la que formaba parte la diputada tr¨¢nsfuga. Todo un c¨²mulo de desprop¨®sitos que dejan en muy mal lugar a la direcci¨®n socialista.
La Junta Electoral Central ha desestimado los recursos presentados contra la decisi¨®n de la Junta de Zona de Melilla, que no acept¨® el intento de recuperar el esca?o por parte de Malika Mohamed. La discusi¨®n jur¨ªdica era si deb¨ªa prevalecer la normativa general prevista en el Reglamento de Organizaciones Locales -que considera que la renuncia ha de presentarse ante el pleno-o la espec¨ªficamente contemplada en el Reglamento de la Asamblea de Melilla -que establece que se presenta ante la Mesa de la Asamblea-. La Junta considera que debe prevalecer la norma espec¨ªfica. El criterio parece m¨¢s l¨®gico que el contrario, entre otras cosas, porque Melilla no es un municipio como los dem¨¢s, sino una ciudad aut¨®noma. Tambi¨¦n parece l¨®gico que se rechace la pretensi¨®n del presidente de la Asamblea, Mustafa Aberch¨¢n, de aplazar la decisi¨®n hasta que dictamine el secretario general de la misma: ese dictamen no es ni preceptivo ni vinculante.
Malika Mohamed hab¨ªa alegado haber recibido presiones. La Junta se limita a considerar poco cre¨ªble esa raz¨®n a la vista de las cuatro semanas que tard¨® en darse cuenta. Pero si se entrase a considerar eventuales presiones habr¨ªa que empezar por investigar los 20 millones con que quisieron sobornar, seg¨²n propia denuncia, a quien ocupaba el lugar siguiente en las listas del PSOE. No es posible que acusaciones tan graves pasen a ser consideradas componente ineludible de la vida pol¨ªtica cuando el GIL est¨¢ por medio.
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