Los vuelos de la Paloma
Las fiestas de la Virgen m¨¢s madrile?a son uns buena ocasi¨®n para descubrir el barrio m¨¢s castizo.
La calle de la Paloma es corta. Cuatro arbolillos dan entrada a sus escasos 100 metros. Al fondo est¨¢ el santuario de Nuestra Se?ora de la Paloma. Y delante de ¨¦l, la plaza de la Virgen de la Paloma. Tres nombres para una misma advocaci¨®n. Alrededor del santuario, apenas una docena de calles, con nombres entre mas¨®nicos y populares: calle del Oriente, del Mediod¨ªa Chica y del Mediod¨ªa Grande, calle del Luciente, del ?guila, de Calatrava, de Tabernillas, del ?ngel, del Humilladero...Aqu¨ª situ¨® Emilio Carrere la entrada a ese mundo subterr¨¢neo de la Torre de los Siete Jorobados. En la calle de Luciente puede verse el viejo caser¨®n, tal y como lo describi¨® el periodista tramposo y bohemio. Y aqu¨ª estuvo hasta hace bien poco la farmacia donde el autor de la Verbena de la Paloma se inspir¨® para dar vida al farmac¨¦utico don Hilari¨®n. Hace unos meses que se ha trasladado desde Calatrava esquina al ?guila hasta Bail¨¦n.
Dice Mesonero Romanos que ¨¦ste era un barrio de "artesanos, jornaleros, corredores, chalanes, vagos y hasta malhechores". Pero si fue as¨ª, hoy es una de las zonas m¨¢s tranquilas y donde mejor se conserva, como en una isla, la vida de barrio. Todos se conocen y saben de nacimientos y decesos, bodas y arrejuntamientos, desgracias y alegr¨ªas, que de todo se conforma esta vida pecadora.
Y alegr¨ªas, las que hoy empiezan. En la Paloma la gente se echa a la calle y apenas se duerme en la semana que duran las fiestas. Cada bar es un mundo que hay que recorrer, que aqu¨ª se conocen todos y de todos se toma nota si no se acude a probar la sangr¨ªa. Fama tiene el Mu?iz, en la calle de Calatrava, precisamente por la sangr¨ªa con que obsequia a amigos y clientes. La misma fama que por sus caracoles tiene el bar de Manuel Bueno, que de ellos toma su nombre: los Caracoles. Delante, en la parte de abajo de la calle de Toledo, casi pared por detr¨¢s del Santuario de la Paloma, tiene parada obligada la procesi¨®n de la Virgen. El bar ofrece como vi¨¢tico un refresco a los penitentes.
Tri¨¢ngulo de oro
Esta especie de tri¨¢ngulo de oro viejo que forma el trocito de la Paloma, conserva tradiciones tabernarias ya casi en el recuerdo. Copitas sirven todav¨ªa en El Ribero, en la calle de Mediod¨ªa Grande, y en El Once, en Calatrava (?hay que decir el n¨²mero?). Dos tabernas con todo el sabor castizo. En El Once conserva un frente de mostrador bell¨ªsimo, quiz¨¢ ¨²nico en Madrid. Las copitas son cortos vasitos de vino a 35 pesetas. Un valdepe?as suave que nada tiene que envidiar a blancos como el de Rueda, ese mismo vino y una cerveza magn¨ªficamente tirada lo da enfrente un bar con el castizo nombre de La Parpusa.Muy cerca, en la esquina de Tabernillas, la Taberna de J. Blanco, con un peque?o comedor donde se puede degustar un cocido de lujo, sabroso y barato. Pared con pared est¨¢ una de las instituciones del barrio: Casa Tom¨¢s. Su verm¨², de Reus, claro, es famoso. Casi tanto como los canap¨¦s que lo acompa?an. Y un poco m¨¢s all¨¢ est¨¢ El Polo, cerveza bien tirada y generosos aperitivos.
En esta semana grande, la gente se echa a la calle. Y los bares tambi¨¦n. Tabernas, cervecer¨ªas, pubs, y hasta restaurantes montan su chiringuito en las calles recuperadas una vez al a?o para los paseantes.
Manolo, el de La Sixta, un bar de copas en la calle de Calatrava, ha ganado un mont¨®n de halos en el adorno de fachadas. Todo el mundo da por supuesto que este a?o o ganar¨¢ o se quedar¨¢ entre los primeros. Ha construido una especie de retablo florido con una imagen de la Paloma, con sus farolillos y sus oros. Pero si hay que hablar de instituciones en el barrio, no se puede dejar de mencionar a Mercedes y a Lola, ni a su La Clave, refugio de peregrinos y solaz de los afligidos, en la calle de Calatrava, tambi¨¦n.
La Paloma est¨¢ muy presente en las oraciones y en la calle. Adem¨¢s del mes¨®n La Paloma, est¨¢ tambi¨¦n la pasteler¨ªa La Paloma, con unas milhojas como las de antes, y la cervecer¨ªa La Paloma, en la calle de Toledo, famosa por sus gambas y sus boquerones. Porque si se trata de tapear, hay para todos los gustos. Nada como acercarse a Casa Eugenio, en la misma calle de la Paloma. Unas tostadas y canap¨¦s magn¨ªficos para empapar los vinos y cervezas trasegados.
M¨¢s contundente, en El Marathon, esquina a El ?guila. Con el aperitivo casi se come: unas magn¨ªficas patatas revolconas con sus necesarios torreznos, por ejemplo. O irse en un vuelo hasta Humilladero a tomarse un pulpo a feira, en Xentes, o unas magn¨ªficas carnes en El Tormes. Si se apuesta por lo valiente, pedir en El Encinar del Bierzo, en la calle de Toledo, unas patatas al infierno, una cecina de Le¨®n o un bacalao con tomate. Y ya puestos, acercarse al Aviseu, en la misma calle, o a tomar un cordero asado de impresi¨®n en El Roncal o un pulpo con patatas que levantan el alma y acallan el cuerpo. Y para croquetas las de Domingo. Lo mismo que para el caf¨¦, el de Colima. Y para salsa, pero de baile, El Solar de los Aburridos, en Calatrava. La lista, adem¨¢s, resulta interminable. Y todo se termina. Hasta esto. Se acab¨®.
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