La realidad
Agosto es el mes irreal. Los hechos que ocurren en su interior poseen una naturaleza propia y espectral, como si se desarrollaran al amparo de una construcci¨®n teatral que desaparecer¨¢ al final de mes, y con ella, bajo el mismo ensalmo, los sucesos se desintegrar¨¢n en el instante.No importa el tama?o de las noticias, cuanto m¨¢s desproporcionadas resulten m¨¢s capacidad mostrar¨¢n para explosionar como fantasmag¨®ricas. Desde el estallido de la guerra del Golfo a la crisis financiera del sureste asi¨¢tico, desde el ¨²ltimo desplome de la URSS a los aniversarios de la bomba at¨®mica o la muerte de Manolete, en cada agosto puede verse proyectada una pesadilla de la humanidad o alg¨²n sue?o err¨¢tico que flota a salvo de la represi¨®n.
?La pol¨ªtica nacional? Este a?o se representa sin cesar de crecer el trasgo dram¨¢tico de Jes¨²s Gil localizado sobre Ceuta y Melilla, las dos ciudades, por antonomasia, irreales. ?Los deportes? Todos los equipos son en agosto conjuntos de categor¨ªa espectral, obras de la especulaci¨®n, configuraciones volubles e intangibles que juegan varios partidos on¨ªricos en enfrentamientos amistosos. ?La secci¨®n de sociedad? Este a?o ha tocado nada menos que un eclipse de sol, ejemplo superlativo del m¨¢ximo surrealismo astral, capaz de convertir el d¨ªa en noche, poner puertas al sol. Pero, tambi¨¦n, en cualquier otra anualidad no faltan ahogados infantiles de color lila, docenas de muertos que pretendieron ganar unos segundos absurdos a la vacaci¨®n y actores famosos como Victor Mature que fallecen muriendo en segunda o tercera versi¨®n.
Concluido el mes, cualquiera siente de vuelta a casa la firme sensaci¨®n de haber visitado una espacialidad donde se registraban noticias extra?as, muy sospechosas de no ser reales, aun siendo servidas por los mismos medios. Desde que empieza hasta que termina agosto, cualquiera advierte que alg¨²n resorte en la articulaci¨®n de lo real se ha roto y se sigue una deriva exc¨¦ntrica. Nosotros mismos somos material exc¨¦ntrico, ubicados en los bordes de las aguas, desquiciados en las madrugadas, descoyuntados en las siestas, disgregados los recuerdos infantiles, los sentidos, los deseos, las ganas mismas de continuar siendo real.
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