Independencia para juzgar a Pinochet
Como ciudadanos chilenos-espa?oles valoramos con enorme inter¨¦s las declaraciones del canciller socialista Juan Gabriel Vald¨¦s en el sentido de que se dan las condiciones para que Augusto Pinochet sea procesado en Chile por las acusaciones sobre delitos a partir del a?o 1973, destacando que, en cambio, la causa que instruye en Espa?a el juez Baltasar Garz¨®n est¨¢ limitada a los casos posteriores a 1988, en cumplimiento del fallo de la Corte de los Lores brit¨¢nicos.El loable prop¨®sito expresado por el ministro de Exteriores debe traducirse en medidas irrefutables y concretas. El Gobierno chileno tiene que convencer previamente a la opini¨®n p¨²blica nacional e internacional y acometer sin dilaci¨®n las modificaciones legales pertinentes que garanticen la total independencia de los tribunales civiles para juzgar al ex dictador, sin interferencias ni amenazas a la estabilidad del pa¨ªs. La incertidumbre sobre las ventajas de que el "senador vitalicio" sea liberado y enjuiciado en Chile contin¨²an sin disiparse. Ni siquiera en el tiempo transcurrido desde su detenci¨®n en Londres, los partidos de centro-izquierda han podido consensuar acuerdos con los pol¨ªticos m¨¢s inmovilistas de la derecha con el fin de introducir los ajustes legales que permitan revertir la situaci¨®n de entrampamiento: modificar la Constituci¨®n de 1980, derogar la Ley de Amnist¨ªa, eliminar la figura de los senadores designados, disminuir poderes a las Fuerzas Armadas... Los reiterados obst¨¢culos en el Parlamento han bloqueado los intentos de cambios legislativos relevantes y decisivos que saquen al pa¨ªs de esa especie de transici¨®n en libertad condicional y cuya fragilidad ha quedado en evidencia con el caso Pinochet.
Resultar¨¢ saludable para la evoluci¨®n del proceso democr¨¢tico chileno que Pinochet se responsabilice de sus actos como instigador del golpe de Estado de 1973 y que sea juzgado por las querellas sobre genocidio y terrorismo que instruye el juez chileno Juan Guzm¨¢n.
Pero su eventual proceso en Chile no excluye que tambi¨¦n se someta a la acusaci¨®n popular en el sumario que se sigue en Espa?a. Con ello se fortalecer¨¢ el principio de la independencia judicial y ser¨¢ un elemento ejemplarizante en la protecci¨®n universal de los derechos humanos y un escarmiento para los dictadores (o candidatos) que pululan por el mundo.
Aplicar el resquicio de "razones humanitarias" para liberar a Pinochet no es precisamente un acto de justicia ni una demostraci¨®n de equidad y solidaridad hacia las v¨ªctimas del r¨¦gimen que ¨¦l dirigi¨®. Sus problemas de salud y los riesgos de graves enfermedades son los normales en cualquier persona de 83 a?os. El supuesto "grave deterioro f¨ªsico y ps¨ªquico" que aducen sus allegados no le ha afectado la arrogancia y la soberbia que le caracterizan. Ni tampoco le han impulsado a pedir perd¨®n por sus acciones.
Los acontecimientos en torno al caso Pinochet est¨¢n tomando un cariz y velocidad imprevisibles. Confiamos en que los valores ¨¦ticos se impongan sobre los econ¨®micos, que la justicia avance en su camino progresista y que el Gobierno espa?ol no se desv¨ªe de la l¨ªnea que ha mantenido de respeto al Estado de derecho.
El pueblo chileno y quienes lucharon para terminar con la dictadura se merecen empezar el nuevo milenio con las heridas del pasado sanadas y con la ilusi¨®n de una sociedad en que nunca m¨¢s se atropellar¨¢n los derechos fundamentales de las personas.-
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