La crecida m¨¢s mort¨ªfera
Eran las seis de la tardel pasado 27 de julio. Lo que hab¨ªa comenzado como una excursi¨®n m¨¢s, te¨®ricamente segura, en Suiza, pa¨ªs emblem¨¢tico en sus normas, acab¨® en una enorme tragedia. Sin atender los avisos de la tormenta que se iba a producir en la parte alta de las gargantas de Saxet-Bach, cerca de Interlaken, un numeroso grupo de turistas, acompa?ados por monitores, se metieron en un callej¨®n cuya ¨²nica salida era la muerte casi segura. Las aguas bravas, pero a bajo nivel, del r¨ªo Flutschine se convirtieron en una catarata inmensa y acabaron llevando 21 cad¨¢veres con su fuerza. Los primeros momentos de la tragedia se empezaron a notar cuando el lago donde desembocaba el r¨ªo comenz¨® a recibir los cuerpos de los barranquistas.Una semana tardaron los servicios de rescate en identificar a todas las v¨ªctimas. Catorce australianos, dos surafricanos, dos brit¨¢nicos, dos suizos y un neozeland¨¦s fueron los fallecidos. Diecis¨¦is hombres y cinco mujeres.
El asombro por la cat¨¢strofe fue monumental, pues se trat¨® de una imprevisi¨®n organizada, no la muerte de un grupo sin control. A¨²n existe una investigaci¨®n en marcha para depurar responsabilidades.
Se sucedieron las muestras de condolencia y el gobernador general de Australia, sir William Deane, y su esposa, viajaron hasta Interlaken para estar presentes en una ceremonia ecum¨¦nica de homenaje a las v¨ªctimas, a la que asisti¨® la presidenta de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica, Ruth Dreifuss, y varios ministros.
Deane agradeci¨® los esfuerzos de las autoridades suizas en el rescate de las v¨ªctimas, pero no hubo ning¨²n tipo de acci¨®n legal oficial por parte del gobierno australiano tras la tragedia.
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