Maestros con muchos t¨ªtulos
Las primeras estrellas de la marcha espa?ola son ahora los entrenadores
La marcha ha sido un patio muy particular para el atletismo espa?ol y una loter¨ªa cada vez m¨¢s por su cruz de las descalificaciones. Espa?a, con una escuela catalana que ha hecho historia, se ha llenado de gloria en una modalidad que linda entre la admiraci¨®n por el esfuerzo y la sonrisa por los gestos t¨¦cnicos imprescindibles para su pr¨¢ctica. La marcha, que ha ganado la mitad de las medallas espa?olas en los Mundiales (8 de 16), ha dejado huella repetida en la ¨¦lite, y nombres legendarios como Jos¨¦ Mar¨ªn y Jordi Llopart forman parte de las escasas figuras del deporte nacional en la larga traves¨ªa del desierto previa a los Juegos de Barcelona 92.Antes del despegue general con aquella cita ol¨ªmpica, la marcha (como la vela o en su momento el pirag¨¹ismo) era una de las pocas parcelas en que Espa?a pod¨ªa aspirar al podio en cualquier gran competici¨®n. Su implantaci¨®n en la cumbre fue muy anterior a la llegada de t¨¦cnicos extranjeros y a la aplicaci¨®n de los m¨¦todos cient¨ªficos y m¨¦dicos con la ayuda del programa ADO. Buena prueba de ello es que actualmente los alumnos de entonces son los maestros de ahora sin necesidad de echar mano de extranjeros. Llopart es el entrenador de Jes¨²s ?ngel Garc¨ªa Bragado, el m¨¢ximo aspirante al podio el mi¨¦rcoles en los 50 kil¨®metros, y Mar¨ªn es el de Odriozola, que marcha hoy, y de Valent¨ª Massana, otro ilustre veterano, y de Santiago P¨¦rez, que completar¨¢n el tr¨ªo de 50.
Llopart, medallista ol¨ªmpico y europeo, no tuvo suerte en los Mundiales, pero Mar¨ªn gan¨® la primera medalla espa?ola en Helsinki 83, plata en 50, y en Roma 87 la de bronce en 20. Tras un par¨¦ntesis sin podios en Tokio 91, lleg¨® la explosi¨®n de Stuttgart 93, con los oros de Valent¨ª Massana en 20 y Garc¨ªa Bragado en 50. Adem¨¢s, ganaron bronces Daniel Plaza, en 20 (tras lograr el oro en Barcelona 92 y ahora otro reciente maldito con el dopaje), y Encarna Granados (la ¨²nica medalla femenina), en 10. En la edici¨®n siguiente, Gotemburgo 95, Massana volvi¨® a subir al podio, plata en los 20; y en la ¨²ltima, Atenas 97, tambi¨¦n fue subcampe¨®n Garc¨ªa Bragado en los 50. Total, cuatro podios en 20 y tres en 50. Otro gran m¨¦rito espa?ol ha sido la pureza del estilo, lo que ha permitido a la mayor¨ªa de marchadores, salvo Plaza, evitar las descalificaciones. Mar¨ªn y Llopart han sido precisamente modelos en su t¨¦cnica Redujeron al m¨ªnimo las eliminaciones, y la han inculcado despu¨¦s a sus alumnos.
Los jueces, repartidos a lo largo del recorrido de forma aleatoria para que los marchadores no puedan darse cuenta de su presencia, dan dos avisos y el tercero supone ya la descalificaci¨®n. El objetivo de la marcha es en s¨ª una suerte de frustraci¨®n. Mientras el corredor trata de hacerlo cada vez m¨¢s r¨¢pido sin otro l¨ªmite que sus propias fuerzas, el marchador llega un momento que, indefectiblemente, al andar muy deprisa, corre. Seg¨²n el reglamento, como corresponde al caminar, en todo instante debe existir contacto del marchador con el suelo. En la carrera esto no sucede. Entre el apoyo de uno y otro pie, a cada zancada, el cuerpo est¨¢ en el aire. Apreciar eso, tambi¨¦n es subjetivo, al menos con igualdad para todos los participantes. De ah¨ª que al igual que sucede en los deportes que no se miden con metro o cron¨®metro, tambi¨¦n se presta a discusi¨®n. Cuando es muy descarada la infracci¨®n, no surgen problemas, pero ante las dudas m¨¢s de una vez ha salido favorecido el atleta de casa. O los pertenecientes a pa¨ªses con m¨¢s peso espec¨ªfico en el concierto mundial, como pod¨ªan ser antes los marchadores de los pa¨ªses del Este europeo. M¨¢s o menos la misma historia que en la gimnasia o en el patinaje art¨ªstico sobre hielo, por ejemplo. Por ello, Espa?a, que pesaba bien poco en el pasado, tuvo que demostrar su calidad doblemente.
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