Un gran hallazgo de arqueolog¨ªa po¨¦tica en Santander
El ballet ha tenido como colof¨®n este a?o en la programaci¨®n de Santander una deliciosa obra maestra, uno de esos montajes que se convierten en un verdadero cameo de lo que fue la escena danz¨ªstica del siglo XVIII, un montaje en el que todo es muy franc¨¦s, en el buen sentido del t¨¦rmino. Para empezar, el tel¨®n de boca color azul sevres tiene dentro de un tono el retrato de Madame Theodore, la primera int¨¦rprete de este ballet legendario e hist¨®rico, y al subirse el tel¨®n el colorido demuestra la maestr¨ªa del dise?ador con un recuerdo directo a Boucher y Fragonard, a ese paisajismo buc¨®lico e id¨ªlico que la pintura francesa bord¨® en su tiempo.Los bailarines que asumen esta reconstrucci¨®n son exquisitos y serios, y han hecho un esfuerzo enorme para entrar en el estilo arcaico con fluidez, pues las brillantes soluciones cor¨¦uticas de Cramer basadas en el l¨¦xico ballet¨ªstico del 700 resultan endiabladamente dif¨ªciles para un ejecutante moderno. La emoci¨®n ir¨®nica del ballet pastoral al final del primer acto, junto a la estilizaci¨®n de los pas folcl¨®ricos, hacen de esta obra un verdadero marco viviente de un pasado al que parec¨ªa que el p¨²blico contempor¨¢neo no iba a tener acceso, y as¨ª hemos podido saber en la pr¨¢ctica esc¨¦nica c¨®mo esas danzas y su intenci¨®n llegan hasta, por ejemplo, Giselle.
Ballet de la ?pera Nacional del Rhin
La fille mal gard¨¦e. Coreograf¨ªa: Ivo Cramer (seg¨²n el original de Jean Dauberval); decorados y vestuario: Dominique Delouche; m¨²sica an¨®nima original en arreglo de Charles Farncombe. Orquesta del festival. Direcci¨®n musical: Marc Schaeffer. 48? Festival Internacional de Santander. Palacio de Festivales de Cantabria, 20 de agosto.
Atm¨®sfera del siglo XVIII
Ivo Cramer es quiz¨¢ de todos los core¨®grafos del siglo XX el que m¨¢s seriamente y con resultados m¨¢s brillantes ha asumido la reconstrucci¨®n del siglo XVIII, y buena prueba de ello es el Jas¨®n y Medea que tambi¨¦n y con gran ¨¦xito hizo con Delouche para esta misma compa?¨ªa en 1992. Hace falta para ello inteligencia, cultura y devoci¨®n para con la propia historia profesional. Este mismo esp¨ªritu lo tienen los bailarines y citemos especialmente a Sandrine Moreau en el papel de Lison, y Silvain Boruel en Colase; menci¨®n especial para Thierry Le Gall en su caracterizaci¨®n en travest¨ª de Ragotte, la avariciosa madre de Lison.La fille mal gard¨¦e de Cramer debe permanecer como el gran ejemplo de altura est¨¦tica que es, y en este sentido el actual director del Ballet del Rhin, Bertrand d"Art, ha tenido el buen tino de mantener en el repertorio activo estas obras precedentes a su mandato.
El p¨²blico que pr¨¢cticamente llen¨® el Palacio se mostr¨® caluroso y receptivo con una obra que deslumbra por su calidad y refinamiento y que a todas luces no es f¨¢cil, pero donde est¨¦ el verdadero ballet y su generoso esp¨ªritu en cualquiera de sus formas, el venerable sabr¨¢ reconocerlo.
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