Nadie recuerda cu¨¢ndo lleg¨® ANA MAR?A MOIX
Todas las grandes ciudades tienen esa clase de personajes procedentes de otros pa¨ªses que forman parte del paisaje humano del lugar donde se han instalado. Todo el mundo sabe que nacieron en otra parte; pero nadie recuerda cu¨¢ndo llegaron ni a qu¨¦. Es m¨¢s, alguien a quien se le formulara semejante pregunta quedar¨ªa moment¨¢neamente desconcertado al cobrar conciencia de algo que hab¨ªa olvidado: que ese personaje al que lleva a?os encontr¨¢ndose en distintos c¨ªrculos de la ciudad, a quien todos sus amigos y los amigos de sus amigos conocen, no siempre estuvo ah¨ª: tiene unos or¨ªgenes y un pasado, m¨¢s o menos corto, ligados a otro pa¨ªs. ?Estamos hablando, pues, de un extranjero? No, en absoluto. Extranjero, no; digamos alguien que no naci¨® aqu¨ª y pas¨® los primeros a?os de su vida en otra parte, pero que es de aqu¨ª. A esa clase de personajes pertenece Fran?oise Cahuet. "Yo siempre digo que tengo dos pa¨ªses, lo que no deja de ser una ventaja y una suerte. ?Por qu¨¦ conformarse con uno, pudiendo tener dos?". Y tres y... Fran?oise da la impresi¨®n de poder con muchos pa¨ªses. Alta, rubia, simpatiqu¨ªsima, rebosa vitalidad y energ¨ªa. Naci¨® cerca de Burdeos, en la Gascu?a, "como Cyrano de Bergerac", y empez¨® a visitar Espa?a cuando era casi una adolescente, en sus a?os de estudiante. "Eran estancias para aprender el idioma, viajes de intercambio. A m¨ª me chiflaba venir aqu¨ª. Me encantaba el pa¨ªs. Y hab¨ªa algo m¨¢s". Suelta una sonora carcajada. "Da un poco de verg¨¹enza decirlo: aqu¨ª ten¨ªa m¨¢s ¨¦xito que en Francia. Por extranjera, claro. Es una tonter¨ªa; pero, a los 15 a?os, cuando te sientes torpe y poco agraciada, que te digan: "Oh, qu¨¦ rubia, qu¨¦ guapa", te importa". En los a?os sesenta, una rubia francesa (o inglesa o alemana, el caso es que fuera extranjera) era un aut¨¦ntico peligro para la estabilidad er¨®tico-emocional de los varones de esta ciudad. Y, a¨²n m¨¢s tarde, ya en el decenio de los setenta, recuerdo a m¨¢s de un hoy ilustre escritor, o arquitecto, o diputado -eso s¨ª, de izquierdas- subiendo por la calle de Aribau y doblar por la de San Eusebio, perdiendo el bofe, para llegar cuanto antes a Las Violetas, restaurante frecuentado en aquel entonces por gentes de la gauche divine, donde Fran?oise trabajaba como camarera. Corr¨ªa el a?o 1972. "Hab¨ªa terminado una licenciatura de letras en la Universidad de Lille, ten¨ªa 20 a?os y quer¨ªa vivir en Barcelona. Llegu¨¦ y Joan Fatj¨®, un amigo que muri¨®, me habl¨® de este trabajo. Fue mi primer trabajo en Barcelona". Dur¨® s¨®lo unos meses. Porque ocurri¨® como en las pel¨ªculas: un buen d¨ªa, un caballero que sol¨ªa ir a comer al restaurante le pregunt¨®: "?Por qu¨¦ no haces radio? Seguro que tendr¨ªas mucho ¨¦xito". Y as¨ª fue: Fran?oise se convirti¨® en la chica de la radio. El caballero era el productor del programa Mil por mil, que en la ¨¦poca emit¨ªa la ya inexistente Radio Juventud. Voz sensual, acento franc¨¦s, mezcla de m¨²sica cl¨¢sica, jazz y rock -osad¨ªa inusual en aquellos a?os-, y la arrolladora personalidad de Fran?oise, que se convirti¨® en un mito radiof¨®nico. A aquel programa en Radio Juventud siguieron, entre otros, La chica de la SER, A buenos horas (Radio Nacional) y La ventana, con Xavier Sard¨¤, que dej¨® hace dos a?os. Desde entonces, Fran?oise est¨¢ al frente del restaurante de la Fundaci¨®n Mir¨®. Despu¨¦s de casi 25 a?os dedicada a la radio, ha vuelto al que fue su primer campo laboral en Barcelona: la gastronom¨ªa. Las artes del buen comer y el buen beber las lleva, como dice, en la sangre. "Nac¨ª en una regi¨®n donde la gastronom¨ªa forma parte de la cultura, de la tradici¨®n, de las costumbres de la gente. Encargarme del restaurante de la Mir¨® me encanta porque no es el t¨ªpico restaurante burgu¨¦s. Est¨¢ en un sitio precioso, en una instituci¨®n dedicada al arte, dirigida por dos mujeres estupendas. Hubiera podido estrenarme en el restaurante haciendo un gran lanzamiento, una buena promoci¨®n, pero no he querido hacer un local de moda que dure poco, sino un lugar agradable donde se coma bien". Un lugar id¨®neo para un personaje un tanto inclasificable como es Fran?oise Cahuet, quien se ha movido siempre en una l¨ªnea no exactamente marginal, pero s¨ª anticonvencional, como demostr¨® en sus programas de radio. "No, no me cans¨¦ del mundo de la comunicaci¨®n, pero en los ¨²ltimos a?os el mundo de la comunicaci¨®n ha cambiado mucho. No quiero d¨¢rmelas de pureta, pero el precio que ten¨ªa que pagar para seguir en la radio era excesivo: hacer concesiones para mantener una audiencia elevada no va conmigo. La lucha para sumar audiencia es algo feroz que ha provocado un descenso de calidad en la radio y en la televisi¨®n que est¨¢ alcanzando l¨ªmites inaceptables y que ha arrastrado a los profesionales a hacer todos lo mismo. Me siguen proponiendo programas, y yo no he dicho un adi¨®s definitivo a la radio. Quiz¨¢ vuelva a hacer alg¨²n programa, alguna colaboraci¨®n, pero siempre y cuando no se me someta a las presiones del mercado. No estoy de acuerdo con el tipo de vida que se nos impone, y s¨®lo puedo rebelarme de una manera: siendo fiel a mis peque?os planteamientos vitales". "?Por ejemplo? Mi independencia profesional, mi guerra contra la propiedad inmobiliaria... me horroriza comprar pisos, comprar casas, pedir cr¨¦ditos bancarios... Hago proselitismo: que la gente no compre pisos ni pida pr¨¦stamos, ni haga trabajar el dinero invirtiendo en tinglados destinados a engrosar los beneficios de las multinacionales y de los superbancos...". Extra?a empresaria. "S¨ª, en teor¨ªa soy empresaria, ya que tengo empleados a mi cargo; pero no s¨¦ lo que soy". Fran?oise lleva en Barcelona m¨¢s de 25 a?os. ?Qu¨¦ cambios ha notado en la ciudad y en la gente a lo largo de este tiempo? "Cuando empec¨¦ a venir por aqu¨ª, a finales de los sesenta, hab¨ªa una gran diferencia respecto a Francia, que es de donde yo proced¨ªa. Ahora ya no. Barcelona est¨¢ a la altura de cualquier gran ciudad del mundo occidental, tanto en los aspectos positivos como en los negativos. Me refiero a que la gente, hoy en d¨ªa, vive reconcomida por el af¨¢n de ganar dinero, de consumir, de aparentar... Confunde lo que es con lo tiene, con las cosas materiales que posee, y consume sus d¨ªas luchando por logros muy mediocres y anodinos". Fran?oise Cahuet, la chica de la radio, est¨¢ casada con un catal¨¢n, con el actor Josep Comas. "Es m¨¢s joven que yo, claro. No podr¨ªa convivir con un hombre de nuestra generaci¨®n. Ning¨²n marxista de los sesenta aceptar¨ªa vivir en un piso de alquiler, no cambiar de coche cada dos a?os, no comprar una casa fuera de la ciudad, etc¨¦tera. He elegido otro tipo de vida. Trabajo y me gasto todo lo que gano en lo que m¨¢s me gusta: viajar".
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