En la playa "de Madrid"
Madrid no tiene playa. "?C¨®mo que no? La de Alicante", intercede Adolfo P¨¦rez. Esta afirmaci¨®n, que podr¨ªa parecer una t¨ªpica bravata castiza, pierde prepotencia si la explica un madrile?o que lleva veraneando en Alicante desde que ten¨ªa dos a?os. "Alicante es la playa m¨¢s cercana a Madrid y la mejor comunicada. Coges el tren en Atocha y en cuatro horas apareces en la playa", destaca. Su experiencia personal derrumba los mitos sobre la enemistad entre madrile?os y valencianos. "El trato es muy agradable y humano. Alicantinos y madrile?os tienen una uni¨®n tal que es una simbiosis", dice. Mucho ha cambiado esta parte de Espa?a desde que Adolfo comenz¨® a visitarla. Las mejor¨ªas las nota, sobre todo, en las infraestructuras: la autov¨ªa, los accesos a la ciudad... Los otros cambios no son a peor, sino nostalgias del Alicante que descubri¨® de ni?o. "Echo de menos el puerto como estaba antes, cuando pod¨ªas ver a los barcos descargar atunes cuatro veces m¨¢s grandes que t¨², y tambi¨¦n el cine en la plaza de toros, el puesto de horchata que hab¨ªa frente al Mercado Central... los sitios t¨ªpicos de Alicante", enumera. Adolfo y su familia conocen bien Alicante, eso est¨¢ claro, pero aun as¨ª hay algo que el cabeza de familia asegura que jam¨¢s llegar¨¢ a entender: las fiestas populares. "Yo soy un t¨ªo tranquilo y cuando veo que alguien se gasta una millonada por ser capit¨¢n moro con la de hospitales que hay por hacer no lo entiendo", dice. En este ¨¢mbito le ha salido una enemiga en su propia casa, su hija Elena, que se ha echado novio alcoyano. "Es una leyenda que reviven todos los a?os", explica ella. Lo que m¨¢s les gusta. El clima. Francis, el hijo menor del matrimonio, destaca que sus amigos de aqu¨ª "son muy acogedores", ya que no les cuesta nada invitarle a sus casas en cuanto llega. Lo que menos. Adolfo, hijo, denuncia que su zona est¨¢ "en una especie de tierra de nadie, en el l¨ªmite con San Juan" y que el Ayuntamiento de El Campello no se ocupa de ella. Su padre a?ade que la zona de la playa "se est¨¢ desarrollando muy deprisa, sin que las v¨ªas de comunicaci¨®n se pongan a la altura de tanta edificaci¨®n". Es decir, que aqu¨ª se piensa m¨¢s en contruir que en urbanizar. Lo que m¨¢s les sorprendi¨® al llegar. A Francis, las palmeras. Su padre se maravilla ante la insospechada fertilidad de la tierra. "Aqu¨ª, como en Valencia, plantas cualquier cosa en cualquier lado y crece. S¨®lo tienes que echarle agua", asegura. "Vienes en coche hacia Alicante y ves ese paisaje lunar y piensas: "qu¨¦ tierra m¨¢s seca, ah¨ª no crece nada", y luego puedes encontrar el sitio m¨¢s f¨¦rtil en el trozo de monta?a m¨¢s abrupta". Asimismo, les sorprendi¨® descubrir el interior. "No conoc¨ªamos Alcoy y nos quedamos asombrados, parece Cercedilla, con bosques y todo. Tenemos amigos que s¨®lo van a Benidorm y creen que todo es igual", destacan. As¨ª nos ven. "Bastante abiertos, y m¨¢s los de Alicante que los de Valencia", se?alan. ?stos son, en su opini¨®n, m¨¢s parecidos a los ma?os: "brutos, noblotes, pero de trato ¨¢spero. Dicen las cosas a las claras, mientras que en Alicante, como en Madrid, se le dan m¨¢s vueltas a las cosas", asegura Adolfo. Conchita, su mujer, destaca que los valencianos de Alicante "son muy tranquilos en comparaci¨®n con los madrile?os". Adolfo argumenta que eso se debe a una "diferente filosof¨ªa de vida, ya que Alicante es una ciudad encantadora para la gente mayor: sin prisas, sin agobios, sin empujones...". Y por eso concluye: "despu¨¦s de Madrid, la ciudad a la que me vendr¨ªa a vivir ser¨ªa Alicante, eso est¨¢ m¨¢s claro que el agua".
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