Sarcasmo en Ceuta
EL GIL ya controla Ceuta, tras desalojar, con el voto tr¨¢nsfuga de una diputada socialista, al gobierno tripartito constituido en esa ciudad tras las elecciones. Este resultado, unido a lo que que est¨¢ ocurriendo en Melilla, supone un fracaso considerable de los partidos nacionales PP y PSOE, que se han entretenido en culparse mutuamente mientras el partido de Jes¨²s Gil iba a lo suyo. Entre otras cosas, a conseguir, precisamente, que PP y PSOE proyectaran la imagen de que tambi¨¦n ellos, los partidos te¨®ricamente responsables, iban a lo suyo: la defensa de sus intereses particulares.Algo ha tenido que fallar en el plan de los estrategas de ambos partidos cuando asuntos de dimensi¨®n literalmente dom¨¦stica -rivalidades entre dos familias, un empleo para el marido de la tr¨¢nsfuga- puede provocar un resultado como el de ayer en Ceuta. La diputada Susana Berm¨²dez, que reapareci¨® acompa?ada por Jes¨²s Gil, explic¨® con extraordinaria sinceridad lo que ella consideraba argumentos justificativos de su deserci¨®n: que su partido la hab¨ªa tratado mal d¨¢ndole un puesto, el de vicepresidenta de la Asamblea de Ceuta, por debajo de sus aspiraciones. Ella quer¨ªa ser miembro del Gobierno de la ciudad como consejera de Cultura. Luego se supo que el acuerdo tambi¨¦n incluye un puesto, al parecer como viceconsejero de algo, para su marido. A Jes¨²s Gil le parece que el comportamiento de Susana Berm¨²dez "pasar¨¢ a la historia de la ciudad " y que "ser¨¢ recordada como una aut¨¦ntica hero¨ªna nacional" por haber dado una "lecci¨®n de moral". Parece un sarcasmo, y tal vez lo sea.
En Melilla, el GIL ya ha sido desalojado del Gobierno de la ciudad, pero el PP y el PSOE discrepan sobre si el todav¨ªa presidente, Mustafa Aberchan, debe seguir si¨¦ndolo o si su renuncia es condici¨®n previa para hacer efectiva la moci¨®n de censura. Los socialistas han argumentado con razones no desde?ables su punto de vista, pero resulta ins¨®lito que pretendan imponerlo con sus dos esca?os sobre 25 y despu¨¦s de que hayan sido sus diputados electos quienes por dos veces rompieran el compromiso. Deber¨ªan estar avergonzados, y no pidiendo cuentas a los dem¨¢s. Pero la reacci¨®n de la c¨²pula del PP resulta igualmente lamentable. Equiparar al GIL con los partidos con los que el PSOE ha pactado en algunas comunidades es una tonter¨ªa ofensiva que confirma al nuevo portavoz del PP, Rafael Hernando, como un aventajado representante del ala m¨¢s sectaria de su partido.
Si el PP y el PSOE decidieron concertarse para evitar, desde la legalidad, que el partido de Jes¨²s Gil gobernase en Ceuta y Melilla fue por la singularidad de ese partido combinada con la excepcionalidad de la situaci¨®n de ambas ciudades. Un partido que era m¨¢s la pantalla de los negocios particulares de un sujeto con m¨¢s de 50 procesos abiertos por los m¨¢s diversos delitos, desde estafa a tr¨¢fico de influencias o prevaricaci¨®n; y dos ciudades en las que habitan 130.000 espa?oles y cuya soberan¨ªa reclama el reino de Marruecos. La combinaci¨®n entre ambas singularidades era potencialmente peligrosa, y requer¨ªa una estrategia excepcional. Incluso en Ceuta, pese a que el GIL estaba a escasos votos de la mayor¨ªa absoluta y que, por tanto, la operaci¨®n conllevaba riesgos de impopularidad en el ¨¢mbito local. La demagogia de Gil dif¨ªcilmente se combatir¨¢ con peleas que confirmen a sus votantes de que en el fondo todos son iguales: van a lo suyo; para eso prefieren a alguien que no oculta su intenci¨®n de utilizar el cargo para hacer fabulosos negocios; ven lo que ven y deducen que tal vez algo caer¨¢ de la mesa de Epul¨®n.
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